Opinión | ELECCIONES FRANCESAS

Solo puede quedar uno

Los ciudadanos, en Francia, y en todos los países en general, parecen estar cansándose de tener que votar en contra y tener que optar, sin entusiasmo, por el mal menor

Composición con los rostros de Marine Le Pen y Emmanuel Macron.

Composición con los rostros de Marine Le Pen y Emmanuel Macron. / REUTERS/Sarah Meyssonnier

“En la primera vuelta se elige, en la segunda se elimina”. Con esta frase definió en 1962 el secretario general de la SFIO (la Sección Francesa de la Internacional Obrera), Guy Mollet, el sistema mayoritario de doble vuelta en circunscripción única con el que nuestro país vecino elige cada cinco años al presidente de la República. Pero atentos, porque los ciudadanos, en Francia, y en todos los países en general, parecen estar cansándose de tener que votar en contra y tener que optar, sin entusiasmo, por el mal menor.

Esta será la tercera vez que un candidato de la extrema derecha alcanza la segunda vuelta en las elecciones presidenciales francesas y la segunda que, de manera consecutiva, lo hace Marine Le Pen (y, otra vez, contra Emmanuel Macron). La primera vez lo logró su padre en el año 2002 cuando superó al candidato del Partido Socialista, Lionel Jospin, y se enfrentó al conservador Jacques Chirac.

Hace 20 años la diferencia entre los dos candidatos fue de 60 puntos favorable al candidato gaullista. Hace cinco años, Macron, duplicó en voto a la candidata del Frente Nacional, pero la diferencia se redujo a la mitad con respecto a 2002: 32 puntos (66% frente a 34%). Ahora, aunque la victoria de Macron parece asegurada, todo parece indicar que el resultado será mucho más ajustado y la extrema derecha va a estar más cerca de la victoria en esta ocasión que en las dos anteriores.

Carteles electorales de Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la población de Cambrai.

Carteles electorales de Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la población de Cambrai. / EFE

Antes del debate televisado que se celebró ayer, y del que aún desconocemos sus posibles efectos en los alineamientos electorales de los franceses, el actual presidente de la República partía con una ventaja de 12 puntos según la estimación de intención de voto que arrojaba la última oleada del Barómetro electoral que está llevando a cabo Ipsos en este país: 56% frente a 44%.

La ventaja de Macron se sustenta sobre la base de una mayor fidelidad de voto y en su mayor capacidad para atraer votantes que optaron por otros candidatos en la primera vuelta. En estos momentos, el 98% de quienes votaron al actual presidente en primera vuelta manifiesta su intención de volver a hacerlo este próximo domingo.

Y Macron conseguiría en esta segunda vuelta el voto de la mayoría de los votantes que en primera vuelta optaron por la candidata del centro derecha, Valérie Pécresse (50%), por la candidata socialista, Anne Hidalgo (62%) y por el candidato ecologista, Yannick Jadot (66%). Por su parte, Le Pen cuenta con una capacidad de retención de voto algo inferior a la de Macron (94%) y solo consigue atraer a la mayoría de quienes en primera vuelta votaron por Eric Zemmour (78%) o por el gaullista Nicolas Dupont-Aignan (67%).

La gran duda que queda por resolver es saber qué harán finalmente los casi ocho millones de franceses que votaron a Jean-Luc Mélenchon en la primera vuelta. En las anteriores elecciones presidenciales celebradas en 2017, en las que también se enfrentaron en segunda vuelta los mismos dos candidatos que lo harán este próximo domingo, el 52% de los votantes de Mélenchon acabaron dando su voto a Macron. En este momento, solo el 36% se inclina por el actual presidente frente al 19% que dice preferir a Le Pen. El 45%, es decir, cerca de tres millones y medio de votos, todavía no se ha decidido. Quizá el debate de ayer les haya ayudado a decantarse.

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/ Agencia ATLAS

Más allá del resultado, que obviamente es muy importante, la clave de cara al futuro es comprender qué puede estar sucediendo para que cada vez más votantes opten por candidaturas de extrema derecha en más países democráticos. En el caso de Francia es claro que se ha producido un aumento significativo de la imagen y credibilidad de Le Pen en estos años y aunque sigue siendo más criticada que el actual presidente, el nivel de antipatía hacia ella ha disminuido en general.

Actualmente, Macron mantiene una imagen más presidenciable que Le Pen entre el conjunto de los franceses (en la encuesta de Ipsos se sitúa claramente por delante de su rival política en cuanto a “tener las características de un presidente”, “tener capacidad para enfrentar una crisis grave” y “dar una buena imagen de Francia en el exterior”), pero para una mayoría de franceses Le Pen entiende mejor los problemas de los ciudadanos que Macron y es visualizada como la candidata que realmente quiere cambiar las cosas. 

Y aunque, según la encuesta de Ipsos, la mayoría de franceses considera a Macron mejor preparado que Le Pen para gestionar la guerra en Ucrania, el crecimiento económico, la pandemia de Covid-19, el medio ambiente, el déficit público y la deuda, el sistema escolar, el desempleo y el sistema de salud; Le Pen se impone al presidente en funciones en aquellos temas que tienen que ver con las desigualdades sociales, el terrorismo, el poder adquisitivo de los ciudadanos, las pensiones, la inmigración y la delincuencia.

Datos a tener en cuenta, sobre todo, porque el sondeo pone de manifiesto el extendido clima de preocupación y pesimismo que planea sobre la sociedad francesa de cara a los próximos cinco años. De hecho, son cada vez más los franceses que piensan que, con independencia del resultado electoral, la situación tanto del país como la suya personal se va a deteriorar en los próximos años. Y ocho de cada diez ciudadanos anticipan movimientos sociales importantes a lo largo del próximo quinquenio.