Opinión | EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

Apoyar a Rusia no es tan rentable para China como parece

Sin duda, China está ante una oportunidad de negocio ante el éxodo masivo de empresas occidentales

Vladimir Putin, con Xi Jinping.

Vladimir Putin, con Xi Jinping. / SPUTNIK

Desde que Putin invadiera Ucrania se han puesto en marcha una serie de sanciones cada vez más amplias y complejas para intentar detenerle. En este tiempo, China se ha mostrado relativamente ambigua sobre su posición en el conflicto, al tiempo que ha dado un apoyo más o menos explícito a la narrativa rusa. Pero una cosa es no ser fan de la OTAN y otra muy distinta convertirte en el proveedor armamentístico y tecnológico de un país invasor contra el criterio de todo el orden internacional.

Sin duda, China está ante una oportunidad de negocio ante el éxodo masivo de empresas occidentales. Recordemos que Rusia ya importa casi un 15% de productos de aquel país, incluidos los productos electrónicos, y puede que esta sea la bala de plata para aumentar su cuota de mercado, convirtiéndose en el proveedor de referencia. Sin embargo, no es todo tan fácil como parece.

Las empresas chinas sufren como cualquier otra los efectos económicos de la depreciación del rublo, que está en caída libre, lo que obliga a los proveedores a aumentar el precio. Tampoco hay que perder de vista que China tiene dependencia energética y que la inflación de los precios del petróleo y de otros productos básicos como el trigo, impactan negativamente en todas las economías, incluida la suya. Es cierto, que se puede hacer negocio en Rusia en este momento, pero también podría pasar que se espere que Pekin no aproveche y compre a precio de saldo todo lo que han dejado atrás las grandes empresas contrarias a la guerra. Si la población rusa rechazara ese movimiento por oportunista, al final podría traer más quebraderos de cabeza que alegrías

El país del sol naciente lleva muchos años creciendo gracias a su acceso a los mercados e inversiones internacionales. Sus aspiraciones de dominar el mundo requieren ser un actor global en el comercio mundial y no se pueden permitir el riesgo reputacional que pueden padecer sus activos por apoyar a un “carnicero” (en palabras del presidente de Estados Unidos). Más allá de los números, China debe pensar muy bien si de cara a su estrategia hegemónica le interesa esta asociación a largo plazo con Rusia, especialmente cuando lleva años trabajando para ser lo contrario.

En este camino de diplomacia económica y poder, ha conseguido que la población esté orgullosa de su país, así que no parece deseable un revulsivo moral si empiezan a conocer las espeluznantes atrocidades cometidas sobre civiles inocentes, como veíamos recientemente en Bucha.

Gran parte del planeta está en contra de esta indefendible invasión. Cada día son retransmitidos nuevos crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso y un desprecio unánime recorre a quienes los contemplan. Que nadie dude que ese desprecio se extenderá a los aliados que Putin consiga hacer. China se ha caracterizado por una impecable estrategia diplomática basada unos principios que nada tienen que ver con lo que estamos viendo en Ucrania y si algo han demostrado a lo largo de estos años de ascensión hacia la cumbre económica del planeta es pragmatismo ¿Qué sacan de aliarse con ellos? Aunque es difícil anticipar qué harán, no son pocas las razones para que se mantengan al margen. Seguir dándole palmaditas en la espalda a Rusia sería un movimiento poco rentable.

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