Opinión | POLÍTICA

Sánchez y Feijóo: cambio de tono sin avances

La primera reunión del nuevo líder del PP con el presidente del Gobierno deja un sabor agridulce porque se saldó con pocos resultados palpables

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. / EFE/ Chema Moya

La cordialidad en la reunión entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el nuevo líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, abre la vía a que el Gobierno y el principal partido de la oposición puedan abordar los grandes asuntos de Estado. Acabar con años de incomunicación, recelos y desacuerdos en una reunión, aunque esta dure más de tres horas, se podría ver como una tarea quimérica.

No es de extrañar, por tanto, que el primer encuentro entre Sánchez y Feijóo acabara con un cierto sabor agridulce, con una dosis moderada de optimismo. Lo más esperanzador es que la conversación se desarrolló con mucha cordialidad, especialmente porque esa actitud rompe con la hostilidad que primaba en las relaciones entre Sánchez y Pablo Casado y liquida la oposición del no a todo llevada a cabo por este último. Esa nueva disposición de ánimo abre la vía a la normalidad democrática que necesita el país y a que estos encuentros se conviertan en tan frecuentes como sea necesario.

Feijóo y Sánchez chocan por la política fiscal pero retoman el diálogo para renovar el CGPJ. Esa es la primera anomalía a la que deben poner fin. Para que el inicio de esta nueva etapa sea creíble tendría que ir acompañada de algunas concreciones en cuestiones igualmente anómalas en una democracia, como es la no renovación a tiempo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuyo mandato caducó hace más de tres años, y cuya situación, en falso, alienta la desconfianza en las instituciones.

Ahí también parece que la disposición del nuevo líder del PP difiere de la de su antecesor y que está dispuesto a retomar desde ya las negociaciones con la intención, se supone, de proceder al cambio urgente de los miembros del órgano de gobierno de los jueces. Esa renovación iría acompañada también de la de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, que haría en junio. Feijóo también se mostró dispuesto a modificar el artículo 49 de la Constitución para reemplazar el término "disminuido" por "discapacitado", otra cuestión que Casado había bloqueado, y a respaldar al Gobierno en política exterior, siempre que Sánchez no actúe de manera unilateral, como ha sido el caso en la posición respecto del Sáhara.

Sánchez recibe a Feijóo antes de viajar a Marruecos.

Sánchez recibe a Feijóo antes de viajar a Marruecos. / EFE

Hay, sin embargo, otros asuntos esenciales en este momento de crisis económica y social en los que no hubo ni la más mínima aproximación. Es pronto para saberlo con certeza, porque aún hay tiempo para que se produzca algún tipo de acercamiento, pero todo indica que el PP no respaldará el decreto de medidas económicas del Gobierno, pese a que algunas de ellas le parecen adecuadas. Es un aspecto en el que el líder popular quiso mostrar con mayor claridad sus diferencias programáticas y aprovechó la comparecencia ante la prensa para desgranar su propuesta, con la medida estrella de la bajada de impuestos del IRPF y del IVA de la luz y del gas, para paliar el efecto del altísimo incremento del IPC, algo a lo que el Ejecutivo se niega.

La política fiscal está siempre en el epicentro de las discrepancias ideológicas y, en esta ocasión, se da la circunstancia de que la parte socialista del Gobierno se encuentra maniatada por sus socios de Unidas Podemos, que recetan exactamente lo contrario, una subida impositiva, eso sí, a los más ricos.

Hubo, pues, en esta primera reunión un cambio de tono y pocos resultados palpables. De que se vayan produciendo en las próximas semanas va a depender que la cita de este jueves en la Moncloa se pueda considerar como el comienzo de una nueva etapa en la relación entre el Gobierno y el PP o de que esta acabe, con mejores palabras, en una simple continuidad de lo que ya había.