Opinión | NUESTRO MUNDO ES EL MUNDO

Sánchez compra tiempo

El presidente logrará aprobar su decreto económico, pero sobre el Sáhara se ha quedado solo

Pedro Sánchez, en el Congreso.

Pedro Sánchez, en el Congreso.

Cuando el miércoles entró en el Congreso de los Diputados para explicar las cumbres de la UE, la OTAN y el giro con Marruecos, Pedro Sánchez parecía atrapado. El INE acaba de informar de que la inflación había llegado al 9,8%, lo que aumentaba la erosión del poder de compra de las familias y amenazaba toda la economía. Y el 9,8% era peor que el 7,6% de Alemania, pero el 7,6% era más dañino porque iba a forzar al BCE a frenar las políticas de apoyo.

El malestar social había subido con la huelga de camioneros y la admisión de que la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara era una buena solución le había colocado en la más absoluta soledad parlamentaria. Cuca Gamarra subrayó la división del Gobierno y Pablo Echenique, el portavoz de Podemos, le dio la razón al atacar el cambio sobre el Sáhara.

Sin embargo, cuando acabó el pleno, Sánchez seguía cercado, pero vivo. Respecto a la crisis, el aval de la cumbre europea a la “excepción ibérica” para desacoplar el precio del gas del de la electricidad abría la esperanza -al menos a corto- de rebajar la inflación. La bonificación de 20 céntimos a la gasolina es algo más que un gesto para aplacar el descontento. Y la prohibición de subir más del 2% los alquileres, una medida económicamente discutible y populista, pero que indica sensibilidad y quiere abortar el avance del populismo antisistema. 

Todo solo por tres meses y con posibilidades de que luego la situación no mejore y la “excepción ibérica” se tambalee. Pero Sánchez ha puesto un parche y convencido a Podemos y a sus aliados de que no tienen otra opción. Solo pedir más protección con más aspirinas y sedantes. Conclusión: salvo imprevistos -siempre posibles- habrá mayoría para convalidar el decreto económico.  

Su pecado es que vendió un horizonte económico de color rosa, hoy imposible porque la fuerte inflación y la guerra de Ucrania auguran una nueva crisis

Sánchez ha comprado tiempo -que no es poco-, pero si el precio del gas y la inflación no mejoran en tres meses, máximo seis, el cerco se volverá a estrechar y el final de año -con la economía creciendo menos- puede ser más que duro. Con una inflación alemana del 7,6%, (algo que no pasaba desde hace 40 años en un país donde la estabilidad de precios es sagrada), el BCE no podría seguir comprando deuda pública y el gasto de las medidas españolas de protección se haría cada día menos sostenible. 

El último documento de Josep Oliver para el grupo EuropeG lo deja claro. Desde 2014, el apoyo del BCE a las economías europeas (los activos en su balance) ha saltado del 22% al 61% del PIB mientras que el de la Reserva Federal Americana está en el 33%. Si el BCE se descolgara, el euro bajaría y la inflación se dispararía más.

Y está el Sáhara. Marruecos es clave. Es la frontera con el África subsahariana y el control de la inmigración y el terrorismo. Y puede invadir Ceuta y Melilla no con tanques sino con niños e inmigrantes (hizo un ensayo el año pasado). España solo puede contenerlo y asegurar una buena relación, que haga que la economía pese más que el nacionalismo, en el marco de una política conjunta con Estados Unidos, Francia y Alemania. Y estos países -Estados Unidos ha sido clave- ya han hecho los últimos meses lo que Sánchez ahora.

¿Es una traición a la autodeterminación de los saharauis? Después de 47 años es absurdo dramatizar. Sí, se podía seguir pidiendo el referéndum, que no se iba a celebrar, otros 47 años. Pero, eso sí, cada día más solos y con Mohamed VI más irritado. La gran incógnita es Argelia. La visita de Blinken a Rabat y Argel indica que Estados Unidos quiere rebajar la tensión y que Argelia venda más gas (relevo del ruso) a Europa. Pero el riesgo es que Argelia prefiera la causa saharaui a los beneficios del aumento de las ventas de gas. 

Y otro peligro, no menor, es que el Congreso apruebe -con los votos de Podemos y del PP- una resolución condenando el giro del Gobierno. Por eso es relevante la invitación de Mohamed VI a Sánchez para visitar Marruecos los próximos días. Sánchez, desgastado por la pandemia, sigue cercado. Ha vendido un horizonte rosa que choca con otra crisis económica. Su Gobierno esta dividido pues Podemos es alérgico a la normalidad europea. Y el giro con Marruecos le ha dejado solo. ¿Era imposible confiar en Núñez Feijóo antes de enviar la carta a Mohamed VI? 

Sí, cercado, pero no atrapado. Aún está vivo.