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Sánchez, cercado

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez.

La invasión de Ucrania ha cambiado todo. Y las expectativas económicas de España son peores. Por ello Pedro Sánchez está quedando muy tocado. Ha presumido de garantizar siempre un progreso económico y social sin límites. El rigor nunca era obligado, sino solo la opción de la derecha.

Cierto, lo escrito es una simplificación, pero es. Y ahora Ucrania puede obligarle a cabalgar la austeridad. No beneficiará a su liderazgo, ni a la relación con los socios de gobierno ni con su volátil mayoría parlamentaria. La guerra ha implicado un recrudecimiento de la inflación (ya en el 7,6%) que distorsiona todo. Y el aumento del precio de los combustibles y de la electricidad genera malestar y conflictividad como ya se ha visto con la huelga de transportistas a la que el Gobierno ha reaccionado tarde y mal.

Además, la inflación es mundial y los bancos centrales van a priorizar el enfriamiento de la economía a su recuperación. El BCE ya ha dicho que en julio dejará de comprar deuda pública de los estados. Es una pésima noticia para España porque el déficit público, que ha incrementado la política de contención de daños de la pandemia, habría sido imposible si el BCE no hubiera sido un seguro y altruista comprador. Y los tipos de interés de la deuda ya suben. Hace poco a Alemania, e incluso a España, nos pagaban por endeudarnos. Hoy la deuda alemana a 10 años está en el 0,53% y la española, que en diciembre estaba en el 0,4%, ha saltado al 1,45%.  

Lo preocupante es que nuestro gran volumen de deuda (120% del PIB) hace difícil aumentarla, con necesarias medidas de apoyo social, sin la ayuda del BCE. Alemania sí puede porque su deuda pública es menor (69% del PIB). Por eso Pedro Sánchez está obligado a aprobar el martes un decreto económico contra la crisis que deberá ser muy medido. La clave es bajar el precio de la electricidad haciendo que el del gas natural (que ha subido mucho y que es solo el 17% de nuestro mix energético) no obligue a alinear con él -según la norma europea que tiene su razón de ser- el de toda la electricidad, aunque provenga de la renovable, la hidráulica o la nuclear que tienen costes mucho menores.

Esta norma europea es hoy para España una pesadilla porque hace entrar en pérdidas a muchas empresas y recorta el poder de compra de las familias. Sánchez lo sabe y por eso ha luchado a fondo para que la cumbre de la UE le permitiera desacoplar el gas de la electricidad. Parece que, aunque con condiciones, lo ha acabado logrando. Así, el decreto económico podrá ser más tranquilizador. Aunque quedan muchas incógnitas y el coste del desacople incrementará la deuda pública. Pero el decreto deberá luego ser convalidado en el parlamento. Y Sánchez va a tener que convencer, como mínimo, a Podemos y a sus aliados tradicionales. E intentar acercarse al PP y a Cs, pues sus partidos europeos tienen mucho peso. 

Sáhara

Y no lo tendrá fácil porque lo del Sáhara ha irritado a todos los grupos parlamentarios. Es posible que el giro fuera obligado cuando Marruecos se ha convertido en el gran aliado de Estados Unidos en África. Por eso lo han asumido antes Francia y Alemania. Seamos claros, Marruecos puede invadir -con inmigrantes, no con tanques- Ceuta como ya hizo el año pasado. Por eso es mejor -como permite entrever la reciente visita de la subsecretaria de Estado americana a Argel, Rabat y Madrid- que la política española ante Marruecos no contradiga la de Estados Unidos, Francia o Alemania.

Pero hacerlo sin informar antes tanto al líder de la oposición como a la vicepresidenta de Podemos es irresponsable y temerario. Además, ha quedado en total soledad parlamentaria -solo el presidente de Ceuta (PP) le ha respaldado- lo que es muy negativo para la convalidación del decreto económico.

Pero supongamos, que no es poco, que la excepción ibérica de la UE funciona -sin ella estaría muerto-, y que el decreto económico es convalidado. Sánchez habrá tenido otro éxito -raspado- en Bruselas, y así sobrevivir. Pero el resto de legislatura será mucho más amargo de lo que creía. La inflación, Ucrania y sus errores (por mala cabeza o falta de alternativas) le han llevado a una situación límite. Siempre ha presumido de resiliencia. Que no le falte.