Opinión | Democracia vs populismo

La pérdida del sentido de Estado

Desde la pandemia, hubo líderes políticos que se esforzaron en decir que el Gobierno era ilegítimo, anulando la voz del voto, esencia de la democracia

Las marchas lentas copan el octavo día de huelga de transportistas.

Las marchas lentas copan el octavo día de huelga de transportistas. / EFE

Vemos de forma continua la devaluación de la democracia frente al populismo. Desde la pandemia, hubo líderes políticos que se esforzaron en decir que el Gobierno era ilegítimo, anulando la voz del voto, esencia de la democracia. 

A la misma vez aumenta el empeño de mezclar los conceptos Estado y Gobierno. Y no solo lo hacen algunos partidos sino, peor, lo reproducen sus medios afines. Confundir Estado y Gobierno anula la representación de la ciudadanía y la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), que es la organización básica de un Estado de Derecho. 

Esta confusión la vemos ahora en una parte de los líderes de la plataforma que ha convocado el paro del transporte, negando la representatividad de las mesas de negociación, contempladas por ley gobierne quien gobierne. Quizás, con benevolencia, podemos decir que la ciudadanía puede caer en esta trampa, pero no puede hacerlo una oposición de la que se demanda responsabilidad de Estado

Que el Partido Popular publique un tuit donde diga “de cada 100€ que echas de gasolina, 57€ se los lleva Sánchez”, es otro ejemplo para desestabilizar. Saben que quien se lleva el dinero no es Sánchez sino el Estado para carreteras, sanidad o educación. Pero además oculta que el 58% del impuesto va a las comunidades autónomas, entre los que están líderes del PP como Feijóo o Ayuso que deben invertirlo también en servicios públicos, porque las autonomías forman parte de la composición territorial del Estado. 

Y habrá a quien les importe menos, pero esta semana hemos leído al líder de Vox, Santiago Abascal, decir que exigirá en Castilla y León que no se hable de “violencia de género”. Y quiero recordar que hay un Pacto de Estado contra la violencia de género. Y se llama así, Pacto de Estado, porque lo tienen que asumir gobierne quien gobierne. 

Quienes se alzan en portavoces de la patria y del Estado son los que menos lo respetan. Pero si se quiere Estado hay que aceptar las reglas del juego. Lo contrario es no jugar limpio para tumbar la democracia.