Opinión | INTERNACIONAL

Mantener la unidad europea frente a Rusia

Putin tiene cada vez más difícil encontrar una salida honorable a la ratonera en la que ha metido a su ejército

Ursula Gertrud von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

Ursula Gertrud von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. / EFE

La decisión del presidente ruso, Vladimir Putin, de invadir Ucrania, ha vuelto a traer la guerra al Viejo continente, con un balance de destrucción y muerte que los europeos no conocíamos desde la segunda guerra mundial. Cuando está a punto de cumplirse un mes desde que Moscú inició el conflicto, el desenlace sigue siendo incierto. Prosiguen las negociaciones para lograr un alto el fuego pero, de manera paralela, se recrudecen los ataques del ejército ruso a ciudades estratégicas como Mariúpol y Odesa. 

Putin tiene cada vez más difícil encontrar una salida honorable a la ratonera en la que ha metido a su ejército. Es pronto para hacer balance de una guerra que interpela a los principales actores de la escena internacional. Sin embargo, lo visto hasta ahora permite anticipar que Rusia saldrá debilitada y que la Unión Europea habrá fortalecido su unidad. Los 27 han avanzado hacia su constitución como entidad, no solo económica y política. También el vínculo transatlántico se ha fortalecido, como demuestra la presencia del presidente norteamericano, Joe Biden, en Bruselas este jueves para asistir a una cumbre extraordinaria de la OTAN y acudir como invitado al Consejo Europeo.

Frente a un Occidente unido, la imagen de la primera potencia nuclear empantanada a las puertas de las grandes ciudades ucranianas pone de manifiesto que Rusia es un gigante con los pies de barro. Su incapacidad para barrer al ejército de Ucrania en pocos días, como preveía Putin, envalentonado por su éxito en Crimea y por la decisión de la OTAN de no intervenir en Ucrania es una vergüenza mayúscula para los descendientes del Ejército Rojo que llevó su bandera hasta Berlín.

Rusia recrudece los bombardeos en Kiev

/ ZML

La necesidad de recurrir a mercenarios chechenos y sirios para desalojar a un ejército muy inferior en número y capacidades, es reflejo de la ineficacia de un país dominado por la corrupción y las mafias

La reacción de la Unión Europea ha sorprendido no solo a Putin sino también a muchos observadores. Condicionada por farragosos procedimientos y votos que requieren unanimidad, Europa se mueve lentamente para hacer frente a lo imprevisto. Sin embargo, ahora ha reaccionado de manera decidida y sin fracturas con sanciones económicas inéditas y con el envío a Ucrania de un armamento que resulta letal para los invasores. Ayer mismo, los 27 decidieron financiar con otros 500 millones de euros armas para que Ucrania se defienda del invasor ruso y explorar nuevas sanciones que podrían afectar a las exportaciones de petróleo o carbón.

Todo ello constituye un cambio significativo para una Unión que fue concebida más para evitar la guerra que para hacerle frente. La UE debe seguir siendo una potencia basada en el ‘poder blando’, esto es en la cooperación internacional, el diálogo con sus vecinos y una política basada en derechos y libertades. Sin embargo, en el nuevo y complejo mundo multipolar que está en construcción, no podrá ser respetada si no cuenta también con capacidad para hacer frente a amenazas procedentes de autócratas y líderes iluminados. En ese sentido, la guerra de Ucrania habrá servido para ejecutar un giro positivo hacia el realismo, del que puede y debe salir una Unión Europea más unida y más fuerte.