Opinión | Vientres de alquiler

Las mujeres ucranianas no están en venta

Nadie pregunta sobre el impacto de parir en mitad de una guerra, sobre la retirada del bebé, sobre su recuperación psicológica, sobre su posparto

Un grupo de personas agolpadas en la estación de Kiev, dispuestos a huir de la capital de Ucrania.

Un grupo de personas agolpadas en la estación de Kiev, dispuestos a huir de la capital de Ucrania. / EFE/EPA/ZURAB KURTSIKIDZE

Veo una foto en Twitter que dice: "Las mujeres ucranianas no están en venta", escrito en un muro de una ciudad. Estos días, vemos mujeres en la guerra huyendo con sus hijos e hijas, otras dando a luz en condiciones infrahumanas, otras resistiendo en el país… Pero hay otras mujeres ucranianas que son invisibles. 

Nada más estallar el conflicto, en redes sociales y televisiones, se calificaba como "drama" la situación de quienes pagaron un vientre de alquiler, es decir, a una mujer en Ucrania para comprar el bebé que gestaba, mediante contrato y empresas intermediarias. 

La guerra era la oportunidad perfecta para demostrar que la explotación sexual y reproductiva va en contra de los derechos humanos, pero los medios se quedaron en lo de siempre: la preocupación de conseguir el bebé pagado. Ni un periodista preguntó sobre esas mujeres sometidas por contrato y en plena guerra. Cuando aquí, desde la seguridad de nuestros hospitales, una mujer da a luz, se reflexiona sobre los riesgos del parto, la violencia obstétrica o la depresión posparto. Con estas mujeres todo eso desaparece. ¿Sufren o quieren huir? Da igual, son como objetos, nunca tuvieron tampoco libertad de movimientos. Una vez con el bebé en brazos, se cierra el reportaje y nadie pregunta sobre el impacto de parir en mitad de una guerra, sobre la retirada del bebé, sobre su recuperación psicológica, sobre su posparto (huyendo, además, de las bombas) o cómo la pobreza las llevó a esa situación. Es la deshumanización completa y eso sí es un drama y un titular alarmante. Pero no este silencio y las tertulias ocupadas por mitos y desinformación. 

Desde decir que es igual que ser donante de órganos (cuando nadie paga en una donación) o que ser padres es un "derecho" cuando Naciones Unidas ya aclaró que "un hijo no es un bien o un servicio que el Estado garantice". Hagamos reportajes sobre la guerra, sí, pero sobre el verdadero drama: la vulneración de derechos humanos, la explotación silenciada, y no de "contratos" que nunca se tenían que haber producido.