Opinión | CRISIS EN EL PP

Casado no es la solución

Todo este asunto se ha movido más por sed de venganza interna que por una voluntad de cumplir la ley, lo que inhabilita políticamente a Casado

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, en la inauguración del Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal de Madrid, en diciembre de 2020

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, en la inauguración del Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal de Madrid, en diciembre de 2020 / DAVID CASTRO

Desde el momento que decidió cerrar el expediente que había abierto 48 horas antes a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Pablo Casado no puede seguir presidiendo uno de los partidos de Gobierno en España. Y no porque lo pida una multitud fuera de los cauces orgánicos del partido. Esa decisión le invalida porque convierte todo su discurso sobre las presuntas irregularidades de Isabel Díaz Ayuso en la adjudicación de una compra sin concurso público a su hermano en nada. Las explicaciones de la presidenta no fueron otra cosa que una ristra de acusaciones contra la dirección nacional del PP. Llegados a este punto, dio la impresión que Casado estaba más preocupado, finalmente, por mantener intacto su equipo, especialmente salvar la cabeza de Teodoro García Egea, que en aclarar un presunto desvío de fondos públicos. Es esa sospecha y la de que todo este asunto se ha movido más por sed de venganza interna que por una voluntad de cumplir la ley, lo que inhabilita políticamente a Casado. Pero exigir al actual presidente del PP ese acto de responsabilidad no significa automáticamente convertirse en palmero de Isabel Díaz Ayuso para que ocupe su lugar, especialmente para quienes no ganaríamos ni perderíamos nada con ello. Las esperpénticas manifestaciones de militantes y simpatizantes de la presidenta madrileña ante la sede de Génova demuestran lo que Ayuso es y significa: populismo y aproximación a las formas y a las políticas de Vox. La encuesta del GESOP que publicamos este domingo confirma el fuerte retroceso del PP desde el anterior barómetro, realizado en julio del año pasado, solo dos meses después precisamente del arrollador triunfo de Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid. Desde entonces, el PP está en caída libre y se sitúa ahora 5,4 puntos y 25 escaños por detrás del PSOE. Hace siete meses, la ventaja socialista era de solo 1,3 puntos y dos escaños y el PP tenía 5,4 puntos y 30 diputados más que ahora. El PSOE, de todas formas, también va a la baja, ya que desde el anterior barómetro ha perdido 1,3 puntos y siete escaños.

Dio la impresión que Casado estaba más preocupado, finalmente, por mantener intacto su equipo, especialmente salvar la cabeza de Teodoro García Egea, que en aclarar un presunto desvío de fondos públicos

Pero las cosas aún pueden ir a peor para el PP. El sondeo se ha realizado en los tres días siguientes a las elecciones en Castilla y León y justo un día antes del estallido de la monumental crisis entre Casado y Díaz Ayuso. Una crisis, retransmitida en directo, que ha fracturado al partido y que se ha pretendido cerrar con la absolución de Ayuso.

Todo indica que la solución a esta crisis solo se puede conseguir a través de un congreso extraordinario. Casado debería convocarlo él mismo y no esperar a que le fuercen los barones del partido. Es evidente que el envenenado ambiente de partido en Madrid no es el mejor para tomar las decisiones que necesita el partido. El PP es mucho más que sus dirigentes de la capital y en la capital. Hay barones con más bagaje y con mejor expediente que Casado e incluso que Ayuso. Alberto Núñez Feijoo encadena cuatro mayorías absolutas en Galicia. Juan Manuel Moreno Bonilla ha sabido retener a Ciudadanos en el gobierno de Andalucía sin lanzarse a los brazos de Vox. Ayuso puede servir para ganar las elecciones en su comunidad, y tiene derecho a que la dirección nacional no intervenga, siempre que ella haga lo propio, pero no es ni la única, ni posiblemente la mejor opción para dirigir el partido en este momento. El PP es un partido con suficiente tradición y solera para no convertirse en una muleta de Vox. Para ello debe luchar contra la corrupción y recuperar la unidad.