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¿Casado pecó de atolondrado?

El resultado de Castilla y León parece hoy menos favorable al PP que cuando se anticiparon las elecciones

El presidente del PP de Ávila, Carlos García; el presidente del PP, Pablo Casado y la concejala del PP de Navas del Marqués, María del Mar, ofrece declaraciones a los medios, durante su visita a una explotación ganadera extensiva de vacuno en Navas del Marqués, a 14 de enero de 2022.

El presidente del PP de Ávila, Carlos García; el presidente del PP, Pablo Casado y la concejala del PP de Navas del Marqués, María del Mar, ofrece declaraciones a los medios, durante su visita a una explotación ganadera extensiva de vacuno en Navas del Marqués, a 14 de enero de 2022. / EUROPA PRESS / RAFAEL BASTANTE

La participación en Castilla y León puede ser baja. Es la primera vez que no se vota al mismo tiempo en los municipios (los alcaldes movilizan) y la comunidad. Y el anticipo electoral ha desconcertado. Pero los resultados van a tener gran repercusión. Y al final de la campaña hay nervios en el PP. Cree que ganará, pero parece que no va a subir lo suficiente para poder gobernar solo, sino que va a depender de Vox. E incluso puede perder.

¿Qué ha pasado? Pablo Casado hizo que Mañueco rompiera con Cs y convocara elecciones anticipadas con tres ideas. Una, tras el éxito de Madrid en mayo, el PP estaba al alza en toda España y el PSOE en baja. Dos, había que infligir a Pedro Sánchez otra derrota vergonzante en la fiel Castilla y León, para 'abonar' las más difíciles anticipadas andaluzas y dejarle moribundo ante las municipales y legislativas de 2023. Tres, la victoria en Castilla y León por la ruina de Cs, como en Madrid, bajaría los humos a Ayuso y reforzaría su control del partido.

Todo pensado desde Madrid. Con Cs liquidado, el PP sumaría a sus 29 procuradores de 2019 gran parte de los 12 de Cs y se colocaría en un mínimo de 38 escaños cuando la mayoría absoluta es de 41. Aunque Vox subiera, no tendría otra opción que permitir la reelección de Mañueco. No podría ni votar al PSOE ni forzar la repetición electoral.

Pero sobre el terreno las cosas eran distintas. Un agudo empresario castellano me dijo, al inicio de la campaña, que en 2019 el PP ya bajó de 42 a 29 procuradores. Fue debido al voto de castigo de muchos electores de derechas que se refugiaron en Cs por la gestión del PP en la comunidad. Y ahora, dos años después, no había ningún motivo para que esos electores volvieran al PP. 

Algunos se quedarían en Cs, otros irían a la abstención o a la España vaciada, pero había una fuerte corriente hacia Vox. No por ideología, sino como protesta ante un presidente distante que, por ejemplo, no quiso asistir a la reunión anual regional del Instituto de la Empresa Familiar. Y la hostelería también quiere ajustarle cuentas (Mañueco no fue Ayuso) por su restrictiva gestión durante la pandemia.

Y eso es lo que han ido reflejando progresivamente las encuestas. El PP subirá poco, de 29 a 33-35 procuradores como máximo y necesitará a Vox para llegar a los 41 de la mayoría absoluta. Y si el PP depende de Vox y tiene que aceptar la coalición con la extrema derecha (Abascal quiere mostrar fuerza y no regalar nada al PP), el discurso triunfalista de Casado se agrietará. Y la crisis interna con Isabel Ayuso subirá de nivel.

Narciso Michavila, el director de GAD-3, que hace las encuestas de ‘ABC’, ha declarado que, si a las dos de la tarde la participación no llega al 33%, el PSOE podrá incluso intentar una heteróclita coalición que sumara más diputados que el PP y Vox. Este escenario es aventurado, pero indicaría que los cálculos de Michavila no se alejan tanto de los de Tezanos, el tan criticado director del CIS que da un empate técnico.

Las predicciones son difíciles porque no hay precedente de autonómicas sin municipales, hay partidos nuevos de la España vaciada y la abstención es siempre difícil de medir. El escenario de partida, que ha perdido fuerza durante la campaña, era que Casado triunfaría. El PP sacaría 37 o 38 procuradores y Vox estaría obligada a permitir la investidura de Mañueco.

El segundo, quizás el más probable, es que Mañueco tenga 33-34 escaños y que para ser investido tenga que pactar con Vox. El PP mantendría el Gobierno de Castilla y León, pero Casado quedaría tocado. ¿Valía la pena anticipar las elecciones para acabar embarazado de Vox a la primera de cambio?

El tercer escenario, que hasta hace pocos días parecía imposible, es que el PP y Vox (las encuestas le dan unos 10 escaños) no sumen los 41 de la mayoría absoluta y que Luis Tudanca, el candidato socialista, pueda intentar la investidura. En este caso el PSOE habría acabado siendo el gran beneficiario del anticipo electoral y Casado se enfrentaría a un motín.

Predecir el resultado es temerario. Lo que sí parece es que Pablo Casado ha actuado más movido por un cálculo triunfalista desde Madrid que por un análisis realista sobre el terreno. ¿Se creyó su propia propaganda? ¿Pecó de atolondrado?