Opinión | OBITUARIO

Ezio Frigerio, un maestro de la escenografía contemporánea

El creador, fallecido a los 91 años el pasado día 2, realizó una obra arquitectónico-escénica asombrosa, versátil e imaginativa tanto en el teatro como la ópera y el cine, con aportaciones definitivas.

El escenógrafo Ezio Frigerio.

El escenógrafo Ezio Frigerio. / Archivo

Una de las muchas cosas que le agradezco a Núria Espert, y no es la menor entre ellas, es haberme facilitado el encuentro con Ezio Frigerio. Fue en 1985. Núria me había propuesto dirigirla en 'Salomé' de Oscar Wilde y me sugirió que contáramos con Ezio Frigerio y Franca Squarciapino en la escenografía y vestuario. Por supuesto acepté encantado; conocía la obra de los dos y la admiraba profundamente. 

Pareja absolutamente genial, con una compenetración vital y artística total, han sido desde entonces no sólo colaboradores eximios sino también amigos de corazón. No cabe la menor duda de que hablar de Ezio Frigerio es nombrar a uno de los grandes escenógrafos contemporáneos. Un maestro. Un gran maestro. Único e irrepetible. Ha dominado el lenguaje plástico de un modo soberbio y personal. Su larga colaboración con Giorgio Strehler, primero como figurinista y enseguida como escenógrafo habitual, marca una edad de oro de la plástica escénica: Strehler, Frigerio y el Piccolo forjaron una marca indeleble de una altísima calidad ética y estética. Pero no solo en el Piccolo, sino con los más prestigiosos directores de diversas latitudes y procedencia, Ezio realizó una obra arquitectónico-escénica asombrosa, versátil e imaginativa. Teatro, ópera y cine, con aportaciones definitivas. 

Perfeccionista

Entre nosotros trabajó en varias ocasiones con Núria Espert, con Lluís Pascual y Josep Maria Flotats, entre otros, en producciones españolas y europeas. Todas ellas magníficas. Tuve el placer de firmar siete espectáculos con él: dos óperas ('Madama Butterfly', 'Don Giovanni'), dos zarzuelas ('La tabernera del puerto' y 'Los gavilanes') y tres textos teatrales hablados ('Salomé', 'El tiempo y los Conway' y 'La hija del aire', de Calderón). Precisamente el pasado otoño se repuso en el Teatro de la Zarzuela 'La tabernera del puerto' y estrenamos lo que creo que fue su último trabajo: 'Los gavilanes'. Valiente, arriesgada y bellísima escenografía. Y sabia. Ezio Frigerio, ese joven de 91 años que estaba atento al más mínimo detalle, depurando siempre hasta el límite la búsqueda de la perfección

Y no me extrañaría que apareciera algún trabajo de última hora. Su cabeza imaginaba y creaba sin cesar. A nosotros nos queda una 'Napoli millionaria', que él ya estaba modelando.  

Conversador incansable

Hombre de vastísima cultura, inteligente, conversador incansable, con las ideas muy claras sobre política y civilización. Transitador de continentes, viajero impenitente con su inseparable Franca y usufructuario de casas espléndidas trabajadas a conciencia con su gusto de orfebre y con la magia de su imaginación. 

Habían vuelto a Erba. En los lagos de la región de Como. Él procedía de allí. Y el ayuntamiento le había cedido un gran palacete para una exposición permanente: verdaderas joyas de toda una carrera plena y prolífica. De humor cambiante y exigente, excesivo con frecuencia, podía pasar de la ira al arrullo en un instante y podía ser también tierno y encantador. Y junto a Franca, un gran anfitrión. Inolvidables las jornadas en Bademlé, Milán, Erba, Roma, París… Cuando hablaba de Vittorio de Sica, de Eduardo -en Italia, así se nombra a de Filippo-, o del arte Renacentista, se le iluminaban los ojos. 

En realidad yo a veces me lo imaginaba vestido con una toga o resolviendo problemas filosófico matemáticos. Su perfil era el de un noble romano o el de un filósofo presocrático. Bello y altivo, y al tiempo profundamente humano, podría haber sido también marino errante, conspirador verdiano o simplemente Ezio, el italiano: Ezio Frigerio. Un artista. Un hermano mayor. Un gigante. Alguien a quien no olvidaremos. 

TEMAS