Opinión | SOCIEDAD

La educación también es poder comer

Esta semana celebramos el Día Mundial de la Educación y nos viene muy bien, al menos una vez al año, revisar cómo está nuestra educación y en qué medida contribuye o no al ascensor social

Archivo - Niños que van al colegio en Oviedo con su madre.

Archivo - Niños que van al colegio en Oviedo con su madre. / EUROPA PRESS - Archivo

Esta semana celebramos el día mundial de la educación y nos viene muy bien, al menos una vez al año, revisar cómo está nuestra educación y en qué medida contribuye o no al ascensor social.  

Por empezar con cifras, España invierte un 4,2% del PIB en educación, mientras que la media de la Unión Europea está en el 4,7%. Finlandia invierte un 6,3% en educación y eso incluye comedor universal, Francia el 5,4% con desayuno para todos. Esto, por si mismo, no lo dice todo, pero pongámoslo en relación con otras cifras: España lidera el ranking con la mayor tasa de abandono escolar, el 16% frente al 10% de la UE y tenemos una de las tasas más altas de niñas y niños en riesgo de pobreza o exclusión social, el 31,1%, y estos niños de familias más pobres repiten 4 veces más que los más ricos.

Tras estas tristes cifras tenemos una dura realidad para la infancia en nuestro país. Nuestras políticas de educación no son igualitarias si no contribuyen a reducir las desigualdades y a ayudar más a quienes más lo necesitan. Si uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza o exclusión, pero solo uno de cada diez tiene beca comedor, las consecuencias son terribles. Somos uno de los países más ricos del mundo, pero tenemos casi medio millón de niños y niñas que no comen proteínas (carne, pescado, pollo, huevos) ni siquiera cada dos días. Casi medio millón de niñas y niños que en sus casas no pueden mantener la temperatura adecuada, ni tener un teléfono móvil.

Las consecuencias para su desarrollo serán una condena a largo plazo a la pobreza y la exclusión social. En España la pobreza se hereda. Ser pobre en el futuro depende del barrio donde naces, porque en España tener hijos es un deporte de riesgo, riesgo de empobrecer. Es un círculo vicioso, porque si 1 de cada 3 familias con niños necesita pedir ayuda para ropa, comida o electricidad, son niñas y niños que no tienen acceso a extraescolares, campamentos, excursiones ni a otras vivencias enriquecedoras, por lo que lo tendrán más difícil. No tienen acceso al comedor escolar, que como nos recuerda la ong Educo, es un lugar donde socializar, donde garantizar una alimentación equilibrada que les proteja de la obesidad y la mala nutrición, que les facilite un rendimiento óptimo y una buena salud. Si van a comer a casa, o tendrán que quedarse solos con el riesgo de no volver a clase, o sus padres tendrán más dificultades para encontrar un trabajo que les permita atender los horarios escolares.

La educación es todas esas cosas. Educar a nuestros niños y niñas es tarea de toda la sociedad, no solo de sus padres. Por eso una educación de calidad va de la mano del acceso universal al comedor. Una educación de calidad proporciona refuerzo a todos los niños y niñas que lo necesitan. Una educación de calidad requiere que los padres dispongan de permisos para cuidar a sus hijos cuando lo necesitan. Una educación de calidad corrige la brecha digital proporcionando medios a quien no los tiene. Urgen medidas para una educación de calidad por las niñas y los niños, pero también porque de ello depende el futuro de nuestro país.