Opinión | CRISIS INTERNACIONAL

Ucrania, el arte de la diplomacia y el papel de la UE

Son horas de diálogo. Y poco aportan a una Europa en peligro las tensiones políticas de cada uno de sus Estados

Anthony Blinken y Serguéi Lavrov.

Anthony Blinken y Serguéi Lavrov. / EFE

La incertidumbre sobre el futuro de Ucrania y las intenciones de Rusia sigue reinando casi 72 horas después de la reunión en Ginebra entre los responsables de las diplomacias estadounidense y rusa, Anthony Blinken y Serguéi Lavrov, respectivamente. De la cita entre ambos, seguida con interés por los medios de comunicación de prácticamente todo el planeta, no surgieron conclusiones, grandes titulares o indicios sobre cuáles serán los próximos pasos a seguir. Sin embargo, en esa casilla de la complejísima partida jugada en el tablero de la geoestrategia mundial se ganó tiempo. El tiempo que se logra restar al inicio de cualquier posible guerra -sea tradicional o híbrida- es sinónimo de oportunidad al diálogo, a la negociación. Al arte de la diplomacia, un valor que debería estar al alza en pleno siglo XXI y en un mundo asediado por una pandemia.

Por el momento, el papel desempeñado por la Unión Europea en la gestión de la crisis sigue siendo menor, aunque no es el caso concreto de Francia y, sobre todo, de Alemania: ha sido su canciller, Olaf Scholz, quien ha sentenciado públicamente que la ampliación de la OTAN hacia el este "no está en la agenda", compromiso que el Kremlin exige que se haga en firme para relajar la tensión existente. Eso sí, Scholz ha puntualizado también que Rusia no condicionará futuras incorporaciones a la Alianza, practicando una diplomacia de búsquedas de equilibrios compatible con la estrategia de la OTAN, marcada por Estados Unidos y avalada por el Reino Unido.

En estos momentos, con más de 10.000 soldados rusos desplegados en la frontera ucraniana y grandes cantidades de material militar a su disposición, no cabe descartar ningún escenario. La seguridad de Ucrania y, por ende, la seguridad de una Europa que daba por superado el cuestionamiento de las fronteras desde la década de los 90, está en juego. Pero sin dar aún nada por hecho, es notable que se han incrementado las voces que reclaman un papel diplomático más activo de Veintisiete, a fin de incrementar las tropas de aquellos especializados en encauzar crisis alrededor de una mesa, usando el diálogo y lejos del campo de batalla. Es obvio que Rusia no tiene el menor interés en que los europeos interfieran en su confrontación con Estados Unidos (visto desde Moscú, el pleito es entre dos superpotencias y no admite intermediarios) pero la realidad es que el grueso de los socios de la Unión Europea son al mismo tiempo miembros de la OTAN y están directamente afectados por cualquier decisión que pueda afectar a su frontera oriental.

Es muy deseable que Europa en su conjunto, y no sólo la suma de algunos de sus Estados, tenga mayor presencia e influencia en el desenlace de un conflicto que le afecta de lleno"

Por ello, es muy deseable que Europa en su conjunto, y no sólo la suma de algunos de sus Estados, tenga mayor presencia e influencia en el desenlace de un conflicto que le afecta de lleno y que influirá, de una forma u otra, en su política, su economía y la seguridad en el continente. Si la UE aprovecha la coyuntura para ganar ahora pulso diplomático, además de ayudar a evitar un conflicto bélico que casi nadie desea y una férrea respuesta a Rusia que tendrá efectos colaterales, sembrará para una tarea que le espera en el medio plazo: ofrecer una alternativa duradera para desactivar la crisis ucraniana de una vez por todas.

En este contexto de diplomacia activa, poco aportan desde España las tensiones internas entre los socios de coalición gubernamental. Que la política Exterior y de Defensa quedaba en manos socialistas está claro en el pacto que PSOE y Unidas Podemos firmaron. Lo que cabe exigirle a Pedro Sánchez, que insiste en el compromiso con la OTAN, es acierto y máxima transparencia. También con el líder de la oposición en un tema sin duda de Estado. 

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