Opinión | Análisis

Unidas Podemos, de asaltar el cielo a pactar con la CEOE

Pablo Iglesias y Yolanda Díaz en el Congreso de los Diputados.

Pablo Iglesias y Yolanda Díaz en el Congreso de los Diputados. / José Luis Roca.

En los últimos barómetros publicados, tanto públicos como privados, la figura de Yolanda Díaz emerge de forma notable. Su nivel de valoración es alto entre amplios espectros de votantes progresistas y parece no provocar recelo entre votantes moderados de derechas. Su estilo es el antagónico al de su predecesor, Pablo Iglesias: moderada en las formas, pragmática en el fondo y con una imagen pública tendiente a buscar otros espacios que están fuera de sus limites naturales, con acciones que van desde visitar al líder de la Iglesia Católica a ser la ministra de izquierdas que más acuerdos ha llegado con la CEOE, sin que ello suponga una traición.

Y la pregunta es: ¿cómo los votantes a la izquierda del PSOE que encumbraron a Pablo Iglesias hasta la vicepresidencia del Gobierno con un estilo radical, anti-'establishment', lenguaraz, incendiado e intransigente en sus posicionamientos políticos pueden ahora valorar de forma tan notable a una líder completamente opuesta? Para saberlo en profundidad harían falta amplios trabajos demoscópicos, pero en este artículo lanzo algunas hipótesis.

1-Teoría coyuntura

Las teorías del liderazgo más actuales tienen en cuenta de forma importante el contexto en el que estos se desarrollan y la política de 2015 nada tiene que ver con la de 2022. Menos de siete años median entre un bipartidismo imperfecto y el primer Gobierno de coalición de la historia reciente de este país. Cuando en 2014 se presentó Iglesias a las elecciones europeas, los partidos tradicionales acusaban el desgaste de creerse invencibles: corrupción en el PP y cierta relajación en sus postulados en el PSOE hacían que sus respectivos electorados, sobre todo los más jóvenes, los percibieran como ajenos. En esa coyuntura de gran descontento y del 15-M nace el líder Iglesias, megáfono en mano y dispuesto a cargarse todo el aparataje institucional que habían creado los partidos de la transición. Sus posicionamientos de izquierdas venían a satisfacer a un electorado que veía a IU y PSOE viejos, con una nueva oferta electoral.

Sin embargo, la coyuntura hoy es bien distinta. PP y PSOE se renovaron a golpe de romper sus suelos electorales históricos, gracias en parte a la exigencia ideológica y ética de los nuevos. Y fruto de aquellos líderes más extremos en sus formas y su fondo, se inició un proceso de polarización política y crispación que hoy alcanza sus máximos históricos. En algunas encuestas, el eje de confrontación electoral izquierda-derecha es superado por otro nuevo crispación-moderación como en 2015 lo era nuevo-viejo. Por tanto, pudiera ser que la coyuntura actual 'mainstream' pide líderes menos exaltados y más pragmáticos, y de ahí el éxito de Yolanda Díaz entre los votantes de Unidas Podemos.

2-Teoría de la designación

A pesar de que el estilo de Yolanda Díaz es bien distinto al de Pablo Iglesias, la legitimidad que ahora tiene a nivel social emana directamente del que fuera vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos. Es más, esta designación ha dejado descolocada a la nomenclatura de los morados elegidos por congreso, a saber, Irene Montero y Ione Belarra. No hay ruptura entre el liderazgo de Iglesias y Díaz. Es más, cada vez que el primero tiene ocasión, pone en valor el papel de su sucesora en el Gobierno, algo que no suele ser habitual en otros partidos. Y si no, comparen la relación con la de Albert Rivera con Inés ArrimadasMariano Rajoy con Pablo Casado o, cuando estaba en la oposición, los expresidentes del PSOE con Pedro Sánchez. Las transiciones no suelen ser una época de generosidad entre el que se va y el que llega en los partidos políticos, pero no así en el caso de Unidas Podemos, porque cuestionar a Yolanda Diaz sería cuestionar también a Pablo Iglesias, y eso no está sucediendo.

3-Teoría del pragmatismo

Pablo Iglesias consiguió su propósito de llegar al Gobierno con su fórmula en 2020 tras muchos 'noes' a otras propuestas socialistas (una vez el 'sorpasso' fue descartado como viable). Dijo 'no' a un Gobierno con PSOE y Cs en 2016 y dijo 'no' a un Gobierno en solitario del PSOE apoyado desde fuera en 2019. Ambos rechazos provocaron una repetición electoral, pero él consiguió lo que siempre se había propuesto: que Unidas Podemos llegara al Gobierno con un reparto de carteras propicio para su formación, una vicepresidencia para él y los nacionalistas como aliados. Aquello mermó la imagen de Iglesias, visto como una persona intransigente, incapaz de llegar a otros acuerdos que no sean los propuestos por él mismo.

Yolanda Díaz es vicepresidenta porque Iglesias lo peleó para Unidas Podemos. Ella ya no necesita reivindicar el papel de los morados, porque, además, en el Ministerio de Trabajo, gracias a una coyuntura horrible como la de la pandemia, ha conseguido más acuerdos y derechos para los trabajadores que en cualquier otro. Cada erte negociado beneficiaba por igual a trabajadores y empresarios, algo que no suele ser habitual, de modo que ha allanado el camino para una reforma laboral pactada que satisface a una mesa del diálogo social que está dando muchas lecciones al Congreso de los Diputados. Por lo tanto, Yolanda puede ser pragmática y reconocida por ello porque la primera barrera la rompió Iglesias para su formación llevándose los efectos nocivos de hacerlo.

Probablemente, el lector tenga otras hipótesis sobre por qué el electorado que pedía acabar con el régimen del 78 vea ahora con buenos ojos una reforma laboral pactada con la patronal. Seguramente, en estos siete años se ha evolucionado conforme lo hacía su formación. Pero resulta de lo más curioso que el Iglesias de 2015 y la Díaz de 2022 tengan entre el electorado de Unidas Podemos en el CIS exactamente la misma nota, un 7,5, siendo dos líderes completamente opuestos en el fondo y en sus formas. Veremos si la ciencia nos confirma o nos desmiente los porqués.