Opinión

Mañueco no es Ayuso

Alfonso Fernández Mañueco e Isabel Díaz Ayuso.

Alfonso Fernández Mañueco e Isabel Díaz Ayuso. / EDUARDO PARRA.

Ni un año sin elecciones en España, así que este recién estrenado 2022 nos trae, de momento, la convocatoria electoral anticipada de Castilla y León, que por primera vez en su historia dejará de acompasarse con las comunidades que celebran las elecciones junto con las municipales. Algunos analistas pretenden ver ciertos paralelismos entre la decisión que tomara Isabel Díaz Ayuso en marzo del año pasado y la de Alfonso Fernández Mañueco. Pero si se analiza en profundidad, se verá que ambas convocatorias tienen un origen diferente y unos tiempos desiguales, y ni siquiera comparten un mismo propósito.

Los orígenes

El origen de la decisión de Díaz Ayuso es previo a la frustrada moción de censura de Murcia. La malísima relación con Ignacio Aguado, que no con todos los miembros de Ciudadanos de su anterior Ejecutivo (y si no vean el 'caso Rivera de la Cruz') hacía que la situación fuera insostenible. Diferentes criterios y, sobre todo, faltas de lealtad mutuas hacían que ese matrimonio de conveniencia fuera cada vez más tedioso para la presidenta.

Pero, como se dice popularmente, uno no viene a la política a hacer amigos, así que faltaba el porqué público, y la moción de censura de Murcia lo proporcionó. Cabe recordar que Díaz Ayuso tomó la decisión en contra del criterio de Pablo Casado, algo que pudo ser el origen de la guerra interna que ahora experimentan.

Sin embargo, el origen de la decisión de Mañueco es bien diferente. La relación con Francisco Igea y con Ciudadanos siempre había sido ejemplar. Tanto es así que Arrimadas fue a sellar la fortaleza de los acuerdos PP-Cs con Mañueco el día después de que Ayuso convocara elecciones, algo que, de alguna manera, restaba credibilidad a la madrileña.

Además, en primavera comienza el calendario judicial horribilis para el PP de Castilla y León, con tres casos abiertos: el 'Perla Negra' (un pelotazo urbanístico), por el que comparece el expresidente de la Junta; la trama eólica (comisiones ilegales) de exconsejeros del PP; y el 'caso Mañueco' (financiación ilegal), por el que están imputados miembros del partido y el propio PP de Salamanca .

Finalmente, a Casado le interesa seguir pedaleando el cambio de ciclo con una victoria de la que pueda apropiarse, así que las órdenes de Génova fueron claras y así lo prometió Teodoro García Egea un día antes de la convocatoria: "El PP va a ganar todas las elecciones que se celebren a partir de ahora".

Los tiempos

Los tiempos de una y otra convocatoria son absolutamente desiguales. En la Comunidad de Madrid se celebraron de forma anticipada cuando aún quedaban dos años de legislatura y justo al tiempo que se anunció la moción de Murcia.

Sin embargo, en Castilla y León, los argumentos esgrimidos por Mañueco en medio de la sexta ola de ómicron no tienen un relato público consistente. Cs ha demostrado ser un socio leal y los presupuestos podían prorrogarse. Es más, el relato autonómico es tan inconsistente que el argumento de voto es nacional: "Nuestro adversario es el sanchismo". En mi opinión, una estrategia bastante torpe que refuerza el marco del relato nacional, es decir, que esta campaña es el primer tiempo del partido Sánchez-Casado.

Los propósitos

Por último, los propósitos. El objetivo de Díaz Ayuso era gobernar en solitario, así lo explicó y era evidente que quería vengarse de Aguado y Cs dejándolos como extraparlamentarios. Si los datos demoscópicos que manejaban en la Puerta del Sol no hubieran sido concluyentes sobre este aspecto, dudo mucho que se hubieran convocado elecciones anticipadas. Pero el caso es que Aguado y Cs habían dejado de ser el partido moderno de la derecha para ser el partido muleta, que no es nada sugerente.

Sin embargo, Mañueco es un medio para un fin, el que Casado pueda enarbolar una victoria propia, porque la de Ayuso nunca lo fue. Es más, ahora intenta desmerecer el triunfo de la madrileña diciendo en su balance anual que fue una consecuencia de la frustrada operación murciana.

La estrategia de Ayuso fue audaz, diseñada para cargarse a su principal adversario y gobernar en solitario. En la estrategia de Casado a través de Mañueco, es chapucera la utilización de la estabilidad de una comunidad autónoma para intentar socavar al Gobierno central. A la primera le salió bien. Veremos si los castellanos y leoneses aplauden el tacticismo del PP.