Opinión | ANÁLISIS

En clave digital: las tres palabras del año

Mujer teletrabajando desde su casa en Barcelona en septiembre de 2020.

Mujer teletrabajando desde su casa en Barcelona en septiembre de 2020. / MANU MITRU

Se impone inevitablemente el ejercicio de hacer balance, también en este espacio de reflexión personal sobre tecnología y digitalización. Resúmenes y listas, rankings, el año en cifras, en imágenes, en titulares; cómo no caer en la tentación de hacer un pequeño repaso de 2021.

El año en el que no terminó la pandemia y se aceleró la digitalización de nuestras vidas, la tecnología continuó transformándolo todo y generalizó realidades y conceptos que marcarán la agenda de cambios sociales y económicos de los próximos años. Destacamos tres, por su impacto actual o potencial, en tres ámbitos diferentes, fundamentales y de gran calado político: el trabajo, las finanzas y la cultura. ¿Cuáles son las tres palabras del año en clave digital?

Teletrabajo

Antes de la pandemia solo un 15% de los trabajadores trabajaban desde casa, ahora son el 35%. El espacio de trabajo, físico y digital, ha cambiado significativamente y lo hará aún más. Las empresas, organizaciones y las administraciones públicas están inmersas en una reflexión sobre el lugar de trabajo y, por tanto, sobre el trabajo mismo. Este pequeño gran cambio va a ser la piedra angular de la reconversión laboral, provocando a medio plazo cambios también en el diseño de las ciudades y la movilidad urbana, entre otros.

Bitcoin

El interés por las criptomonedas se ha disparado este año. Una criptodivisa es un medio de intercambio, como el dólar o el euro, pero es digital y utiliza técnicas de encriptación para controlar la creación de unidades monetarias y verificar la transferencia de fondos. Bitcoin es la moneda digital más popular. Se trata de una forma de pago que funciona al margen de los sistemas monetarios tradicionales y se basa en la tecnología blockchain. Su valor no está respaldado por un emisor de moneda oficial. Aunque es incierto cómo evolucionará esta incipiente industria en el futuro, parece evidente que, una vez más, la adopción será más rápida que la regulación. De nuevo, la verdadera revolución no está en la divisa sino en una traslación nuclear de la confianza de usuarios, consumidores y ciudadanos a sistemas alternativos basados en procesos tecnológicos, eliminando intermediarios corporativos o institucionales.

Streaming

La revolución industrial del entretenimiento viene fraguándose desde hace tiempo, pero este año se ha hecho aún más evidente a partir de nombres propios y streamers archiconocidos que han multiplicado las audiencias, haciendo de catalizadores de la nueva era de la cultura, el ocio y la comunicación. Los servicios de streaming ya han superado en gran medida a la televisión y al cine tradicional, ofreciendo también contenido en directo para todo el mundo. Las claves de este profundo cambio cultural son la interacción con los públicos y la generación de comunidad. Es una manera diferente de crear, comunicar, informar y, por tanto, de influir en la agenda política y en la toma de decisiones. La disrupción puede ser total.

Apuntadas quedan estas revoluciones en marcha. Que el año nuevo nos traiga más retos y más capacidad de entenderlos en su complejidad y de impulsarlos en su potencialidad para seguir reinventando el mundo.