Opinión | ANTE LA PANDEMIA

Responsabilidad individual

Ante la incapacidad o la falta de voluntad política, la alternativa es la responsabilidad individual, o sálvese quien pueda. Aquí estamos todos -por pura supervivencia- dispuestos a ser ciudadanos muy responsables, a autotestarnos, a autoconfinarnos, a autorrastrearnos, y a autocuidarnos.

Personal sanitario realiza pruebas de diagnóstico para detectar el coronavirus.

Personal sanitario realiza pruebas de diagnóstico para detectar el coronavirus. / Ferran Nadeu

La semana pasada el presidente convocó la Conferencia de Presidentes autonómicos por la escalada de la variante ómicron y, en conclusión, nos pidieron responsabilidad individual. Les adelanto un spoiler ahora que vienen los Reyes: la responsabilidad individual son las madres.

La responsabilidad individual, en ausencia de responsabilidad institucional, es la ley de la selva. Es sálvese quien pueda. Sobre todo, quien pueda permitírselo. No hay mucha diferencia entre la propuesta de Sánchez de recuperar la mascarilla en exteriores y la libertad de Ayuso. En realidad, ambas vienen a decir lo mismo: yo no voy a hacer nada, así que búscate la vida. Al menos una de las dos es coherente en el tiempo.

Si leemos y analizamos todo lo que sabemos sobre ómicron, parece que al final de esta ola, o este tsunami, podría haber buenas noticias. Por ahora sabemos que es una variante más contagiosa que las anteriores, menos virulenta en mortalidad que las anteriores y que no da síntomas a la mayoría de los pacientes vacunados. Si en España somos un 80% o más de vacunados con pauta completa, mucha gente podría estar infectada de esta variante y ni siquiera saberlo, mucha gente se está contagiando estos días y más que lo harán en los siguientes. Pero la mayoría sin síntomas.

Quedarse en casa de cuarentena

Lo que también sabemos es que, si uno está contagiado, lo más responsable es quedarse en casa y hacer cuarentena ¿Pero cómo? Llevamos dos o tres semanas en las que los más pequeños de la casa, todavía no vacunados, se están contagiando a toda velocidad. No ha parado de crecer la cantidad de clases enteras confinadas en los colegios. ¿Qué hacemos con los niños de 6 y 8 años confinados cuyos padres tienen que ir a trabajar? Ya había adelantado el spoiler. La responsabilidad individual son las madres. ¿Qué hacemos si no hay rastreadores que avisen a los contactos? No hace falta que lo repita.

Hay otra cosa que sabemos: el sistema sanitario y, sobre todo la atención primaria, están colapsados. Sobre todo, porque es el cuello de botella por donde todo pasa y está infradotado de recursos y agotado del sobreesfuerzo de meses y meses sin descanso. No hemos aprendido nada en dos años de pandemia, no tenemos un sistema mejor preparado para lo que queda de esta pandemia y las que vengan por delante. Y, ante una emergencia colectiva, no nos ofrecen más recursos para la sanidad, nos dan responsabilidad individual. Pero sin herramientas para ejercerla.

Si te sientes mal, hazte un autotest. Pero si das positivo no te creas el resultado, ve a por una PCR. Pero no te cogen el teléfono, así que dos días más tarde te plantas en el centro de salud a ver si hay más suerte. ¡Serás irresponsable! Si tu hijo va a clase con otro alumno que tiene covid que se quede en casa, pero no lo dejes solo, pero no dejes de ir a trabajar. Ok pues dame una baja, o permiso, o algo. Ve al centro de salud. Pero está colapsado, no cogen el teléfono. No te acerques allí, irresponsable. No te juntes a cenar en nochebuena con tu familia sin hacerte antígenos, pero están agotados, pues en el centro de salud, pero no me dan cita. Irresponsable.

Vamos a ver. Creo que tenemos un problema. O reforzamos el sistema sanitario, lo dotamos de medios y nos tomamos en serio el colapso de la atención primaria, o dejemos de darnos golpes en el pecho con que tenemos la mejor sanidad del mundo. Porque la mejor sanidad del mundo comunica todo el rato. Si la mejor sanidad del mundo ya se colapsaba cada invierno con la gripe, con la pandemia ha pasado lo previsible, que ha petado. No encuentro partida en los recién aprobados Presupuestos Generales del Estado que solucione este déficit. Ni con toda la lluvia de millones de Next Generation UE hay dinero para reforzar la sanidad. Ni un euro. Curioso. Cualquier conversación sobre la sanidad pública deriva en la autocomplacencia por la vacunación. Que es muy importante, lo sabemos, pero no es suficiente.

La alternativa es la responsabilidad individual

Ante la incapacidad o la falta de voluntad política, la alternativa es la responsabilidad individual, o sálvese quien pueda. Aquí estamos todos -por pura supervivencia- dispuestos a ser ciudadanos muy responsables, a autotestarnos, a autoconfinarnos, a autorrastrearnos, y a autocuidarnos. Pero sería de agradecer, al menos, tener las mínimas herramientas necesarias: test, permisos de cuidados, teletrabajo y bajas automáticas con declaración responsable. Si la solución es la responsabilidad individual, la declaración responsable debería servir.

Sería de agradecer un análisis crítico sobre cómo nuestro sistema de atención primaria colapsado puede o debe afrontar nuevas variantes. Si la mortalidad es distinta, si los síntomas se reducen ¿sigue teniendo sentido hacer todo como con la variante delta? Si las siguientes variantes tienen efectos distintos a los de una pandemia mortal ¿las recomendaciones son las mismas? Puede que debamos seguir igual, pero si el conocimiento científico es mayor, echo en falta análisis sobre pautas de actuación o recomendaciones distintas a las del principio de la pandemia.

También sería de agradecer que no nos insulten. Ante la ausencia de medidas que nos ayuden, es absurdo tomar medidas que no solo no ayudan, sino que nos complican la vida inútilmente. Tener los bares a tope, los transportes a tope y obligar a la gente a llevar la mascarilla en exteriores parece una broma de mal gusto. La responsabilidad individual es agotadora, especialmente para las madres, así que no nos quedan fuerzas ni ganas para bromas. Queremos medidas, queremos herramientas útiles, queremos un sistema sanitario reforzado, queremos responsabilidad institucional y, a ser posible, queremos que no se rían de nosotras.