Opinión | MONARQUÍA

La oportunidad del regreso del rey emérito

Última aparición pública de Juan Carlos I, en un partido de tenis entre Rafa Nadal y Andy Murray en Abud Dabi el pasado 17 de diciembre.

Última aparición pública de Juan Carlos I, en un partido de tenis entre Rafa Nadal y Andy Murray en Abud Dabi el pasado 17 de diciembre. / EFE/ALI HAIDER

En agosto de 2020 el Rey Don Juan Carlos se marchaba de España tras dirigir una carta a su hijo, el Rey Felipe VI, en el que explicaba que su partida pretendía “facilitar el ejercicio de sus funciones desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tan alta responsabilidad”, ante la repercusión pública que estaban generando ciertos acontecimientos pasados de su vida privada.

Una marcha para apartarse del foco mediático y político, intentando evitar causar a la Monarquía un daño que podía llegar a ser irreparable.

Más de un año después no hay razones para que no vuelva a casa, no está condenado, ni siquiera imputado. Un regreso que debe ser discreto, como la partida, eligiendo el cómo, el cuándo y el dónde. Aunque tal y como está el panorama político y mediático difícil será que no se convierta en un acontecimiento amarilleado por algunos, los mismos que pretenden convertir el Senado en un plató de Sálvame.

La vida del Rey Emérito tiene luces y sombras, como la de todos, pero es injustificable, inaceptable y escandalosa la persecución, el desprecio, la pena de telediario que está recibiendo por parte de esos que, desde siempre, pretenden acabar con la Corona, esos mismos que blanquean terroristas; que piden el indulto y agasajan a independentistas y secesionistas; los que apoyan a regímenes comunistas y chavistas.

Esos que no creen en España ni en sus instituciones, que las atacan y maltratan desde dentro.

Los mismos que quieren reescribir la historia de España señalando al Rey Emérito, porque atacarle y expulsarle de su país es el primer paso para acabar con la Monarquía que, sin duda, es su objetivo final.

Algunos, de forma interesada, ponen el foco en sus errores, pero olvidan lo más importante, que fue nuestro Rey durante 40 años, artífice de la transición, que contribuyó de forma decisiva al logro y mantenimiento de la democracia, a la consecución del régimen constitucional y que ha sido nuestro mejor embajador dentro y fuera de España.

He tenido la suerte y el honor, en mi época de Secretaria de Estado, de conocer de cerca el trabajo de la Casa Real, de acompañar en numerosos actos a Doña Sofía y a Doña Letizia, y he podido apreciar su entrega, su dedicación, su profesionalidad, su sentido de Estado y su amor a España. He percibido cómo son de queridas, admiradas y respetadas por los españoles, pero también fuera de nuestras fronteras, lo que me reafirma en que el papel de la Familia Real es un activo que no podemos perder, que la Monarquía es una Institución que debemos cuidar y proteger.

Por eso se equivoca Sánchez haciendo el juego a quienes quiere acabar con ella, porque atacar al Rey Emérito es cuestionar una modélica transición, un tiempo de concordia, una época brillante de España que permitió la construcción del país que hoy disfrutamos.

Aciertan Mariano Rajoy y Felipe González cuando afirman que, no habiendo razones para estar lejos, lo lógico es que regrese a España.

Don Juan Carlos ha cometido errores, sin duda, pero no se merece un exilio como el que está viviendo, en enero cumplirá 84 años, quizás sea el momento para esa deseada vuelta, discreta, tranquila pero oportuna.