Opinión | 'Comisión Kitchen'

Rufián convierte a Rajoy en Churchill

ERC debe ser más cuidadosa y no exigirle al chaval más de lo que puede dar, que es más bien poco

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián (d), y el diputado del PNV Mikel Legarda (i), durante la comparecencia por videoconferencia del extesorero del PP Luis Bárcenas en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados que investiga la operación de espionaje Kitchen.

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián (d), y el diputado del PNV Mikel Legarda (i), durante la comparecencia por videoconferencia del extesorero del PP Luis Bárcenas en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados que investiga la operación de espionaje Kitchen. / EFE/KIKO HUESCA

Mucho reírnos de Rajoy, que si no lee más que el 'As' y que si no sabe bailar, y le pegó un repaso a Rufián en la comisión Kitchen, de la que el pobre chico de ERC se está recuperando todavía. Claro que Rufián está para lo que está, es decir, para escribir un tuit de vez en cuando o para sacar una fotocopiadora en el Congreso, cosas de esas, cualquier 'performance' graciosa, que eso se le da bien. Pero ERC debe ser más cuidadosa y no exigirle al chaval más de lo que puede dar, que es más bien poco. Si deben mandar a un representante a una comisión parlamentaria, no estará de más que piensen en alguien mejor preparado que Rufián para esos menesteres, aunque sea uno de los ficus que adornan el Congreso. Si no, pasa lo que pasa, y lo que pasa es que Rajoy no solo se va de rositas, sino que parecía el mismísimo Churchill. De un pelo fue que no encendió un puro a la salida e hizo la señal de la victoria.

Rufián sirve para lo que sirve, que es bien poca cosa. Está ahí, en Madrid, para que le preparen un par de chascarrillos y poder soltarlos en el hemiciclo, cosas de esas que se aprenden en los bares de Santa Coloma. Si hubiera futbolines en la carrera de San Jerónimo, también sería el mejor de todas sus señorías. Pero nada más. No es que el nivel parlamentario español sea lo que se dice alto, pero aun así, a Rufián mejor dejarlo guardado en un cajón. Simpático lo parece, eso hay que reconocerlo, para ir de cañas seguro que se las pinta solo, pero a menos que queramos convertir a todos los políticos actuales en figuras de primer nivel, no se los pongamos enfrente. Rufián es uno de aquellos jugadores de fútbol tan malos que convierten en internacional a cualquier paquete que deban marcar.

Incluso me pareció percibir que a Rajoy le daba un poco de pena el chico ese de la perilla que le hacía preguntas sin tener ni idea de nada. Seguramente le recordaba algún zagal de su Galicia profunda, alguno que cuando iba a Vigo -un par de veces en la vida- era timado nada más bajar del tren. Esas cosas marcan, y los gallegos como Rajoy no creen en diputados ceporros, pero saben que haberlos, haylos.

Imagino que a uno debe de hacerle ilusión que le encarguen formar parte de una comisión, y lo imagino porque además las imagino remuneradas. Aun así, uno debe ser consciente de sus propias limitaciones, seguro que Gabriel Rufián, con ese salero que gasta, habría encontrado una comisión donde discutir con un camarero sobre cómo echar bien las cañas, ahí sí estaría en su salsa, hasta Rajoy se rendiría a su saber. Si tal comisión no existe, es tarea de los dirigentes de ERC engañar a su diputado estrella, que tampoco va a costar mucho trabajo, y mandarlo a debatir una tasca de las que tanto abundan en Madrid, mejor cuanto más lejos del Congreso, asegurándole que se trata de un comité especial. Y ahí se las componga con el camarero.

-Oiga, caballero, paso porque venga aquí a preguntar a todos los parroquianos por sus ingresos y porque le llame ujier al mozo que trae los pedidos. Pero como vuelva a llamarme señoría, le echo a la calle.

Lo malo de los catalanes es que en cuanto oímos la palabra 'comisión' nos lanzamos de cabeza, esperando un 3%. Esas costumbres cuestan de erradicar.