Opinión

Cuando Paco Porras fue Buenafuente

Paco Porras

Paco Porras / Youtube

"¿Alguien quiere matar a Rajoy? Sí. Se quieren cargar a Rajoy. Y al rey Felipe IV. ¿Cómo? Pues lo diremos en este programa, y si no da tiempo hoy, lo diremos la semana que viene". Sin encender las alarmas del CNI, sin audiencia, sin repercusión pasó este luctuoso aviso en 2016. Lo emitió una pequeña televisión local del sur de Madrid cuya web ya ha desaparecido, pero de la que queda rastro en Youtube: Vive Tv España. Fue la cadena que dio un programa a Paco Porras, a quien pertenecen esas palabras. Se llamó 'Crónicas Marianas'. En 2014 se había presentado el proyecto con una fiesta en la que estuvieron Tony Genil, Arlequín y otros colaboradores. El lanzamiento era inminente y lo producía todo un señor de Fuenlabrada. Pero "por motivos políticos", según Porras, España tuvo que esperar dos años. Y cuando Porras presentó finalmente su late show, España no estaba mirando, y duró poco.

España, mira ahora. El primer episodio se llama 'El culo es para cagar' por una canción de Tony Luna. En hora y media se reivindicó que hay que tener cuidado con el culo para no coger el sida, que hay que devolver el lugar de los artistas en la tele, y apareció como invitada Paquita de Mónaco, quien había frecuentado a Ana Rosa y al parecer ahora vive en la indigencia, o cerca. Ella dijo entre lágrimas que a uno de sus cinco hijos lo violaron en la cárcel y que a otra, que le salió lesbiana, la defendió delante de dos curas que iban camino de Cibeles para una manifestación homofóbica. Es todo así.

"Hay fenómenos que escapan a la comprensión", dice Porras en uno de sus monólogos descontrolados, feriales y, de alguna forma, tal vez, involuntariamente magníficos, y tiene razón. Su programa es un ejemplo. Lleva una peluca que parece un castor muerto y todo se emite desde un plató miserable: un salón como de piso de estudiantes con luces de puticlub, floreros de sala de espera y cuatro muebles de Ikea, con una televisión de plasma que multiplica el rostro de Porras como un túnel de espejos.

El primer episodio da ansia de ver más, y Porras preside el show durante otros nueve. En el décimo y último, dice que ha decidido marcharse y pide a sus amigos que le entrevisten. Ellos se amotinan, se ponen a discutir de política como si Porras no estuviera, y el líder sale enfadado del edificio, y no vuelve. Ni Jardiel Poncela pudo idear una escena semejante. En Youtube lo tenéis.