Opinión | DIVIÉRTETE AHORRANDO

La vida familiar de Joan Manuel Serrat

El cantautor Joan Manuel Serrat, durante un concierto.

El cantautor Joan Manuel Serrat, durante un concierto. / EPC

Leo el titular: "Joan Manuel Serrat se despide de ustedes". Como buen hijo de progres, Serrat fue una de las voces de mi infancia. Mi madre lo ponía mucho en casa y en el coche, sobre todos los primeros discos, los que cantaba en catalán, que eran sus favoritos. Yo, que en general soy más de grandes éxitos, me enganché con el 24 Páginas Inolvidables. Suspiro en cada silencio de Romance de Curro “el Palmo”, me conmueve el lunático que se enamora de un maniquí en De cartón piedra y los versos de Mediterráneo se encadenan en mi cabeza sin necesidad de convocarlos. Serrat se retira. Me da mucha pena.

En la entrevista de El País Juan Cruz le pregunta por qué ha decidido dejar los escenarios. El del Poble Sec explica que la pandemia le impidió dar conciertos y no quería que su final viniera obligado por una plaga. Luego añade: "También por la necesidad de recuperar la vida familiar, cumplir con cuestiones íntimas y necesarias". Como buen cotilla, enseguida me pregunto si esas "cuestiones íntimas y necesarias" serán una generalidad o si el cantante está pensando en cosas concretas y, en ese caso, cuáles serán esas cosas concretas que han podido esperar a sus 77 años para ser atendidas. De hecho 78, que son los que Serrat tendrá cuando termine su última gira y por fin pueda empezar a recuperar la vida familiar.

Otro famoso cantante decía hace poco que, a causa de una grave enfermedad que le había hecho parar, había podido reencontrarse con su hija y pasar tiempo con ella. A continuación el cantante le recomendaba a la audiencia que hiciera como él y pasara tiempo con sus hijos. Me apunté el consejo.

Yo entiendo que para muchos hombres de generaciones pasadas, y más si son artistas de éxito, la vida familiar debe de ser como el famoso dinosaurio de Monterroso: que cuando despertaron de su carrera, todavía estaba allí. Y me alegro por ellos porque les confieso que, si en lugar de un estereotipado hijo de progres, yo fuera vida familiar, no sé si tendría la misma paciencia. Lo mismo me liaba la manta a la cabeza y me convertía en vida licenciosa o vida perra con tal de no estar ahí esperando al artista, teje y desteje, como Penélope.

Pero quizás el problema es mío, que soy demasiado literal. Porque por vida familiar yo me imagino hijos y nietas (por la cincuentena andará el primogénito de Serrat cuando este deje caer el micrófono), cuando en realidad la vida familiar es más bien como Ítaca, que está al final del camino pero lo que importa es el viaje. Vida familiar es solo un tropo, una figura literaria con la que maquillar la penosa necesidad que tiene el héroe de descansar. Y lo utilizan porque sus fans no podríamos soportar la idea de que, cuando nuestros cantantes apagan la última luz del último camerino y vuelven por fin a casa, allí, en lugar de su vida familiar, se encontraran una nota manuscrita: "He salido. Tenía que cumplir con unas cuestiones íntimas y necesarias".