Opinión | EL DESLIZ

Aitana y las extraescolares

Pese a los expertos, en tu fuero interno sabes que al menos cumplen la misión de alejarles de la tablet, la tele y el videojuego, y que ningún niño ha enfermado por saber demasiado inglés

La cantante Aitana durante un concierto en Zaragoza el pasado mes de noviembre.

La cantante Aitana durante un concierto en Zaragoza el pasado mes de noviembre. / EFE/JAVIER CEBOLLADA

No sabe la cantante Aitana cuánto me conmoví con sus palabras al recoger el Premio Ondas nacional al fenómeno musical del año, hace un par de semanas. Lo dedicó a su familia, hasta ahí lo normal y se emocionó mucho, como es natural. Luego habló dirigiéndose a sus padres: "Quiero deciros que gracias porque he tenido una infancia muy feliz y vosotros también tuvisteis una infancia muy feliz, pero no tan fácil como la que he tenido yo y realmente esto es gracias a que después del colegio, cuando salíais de trabajar y veníais a recogerme, me llevabais a clase de canto, de piano, de inglés, a todas las clases posibles para que yo tuviera una educación perfecta y me enriqueciese de todo eso y no supe valorarlo tanto en el momento". Ahí me tocó la fibra: al fin una reivindicación de las extraescolares. Esas actividades fuera del horario lectivo infantil que devoran la energía de miles y miles de padres y madres todos los días de la semana, incluidos sábados y domingos. Tienen un propósito todas esas carreras para aparcar y llegar a tiempo, esas meriendas aceleradas en el parque de al lado o en el coche, esa media docena de bolsas de deportes diferentes con sus respectivas fiambreras, ese desembolso astronómico que le arrea un mordisco considerable al presupuesto doméstico y esa planificación semanal que se ríe de la que requirió el desembarco de Normandía. No pretendemos que nuestros hijos merezcan una nominación a los Grammy Latinos o un galardón de Los 40 Principales como Aitana, ni que lleguen a obtener un Balón de Oro como Alexia Putellas o un Goya o un Nobel o el Cervantes. Nos conformamos con que no pongan cara de jabalí cuando les recuerdas que hoy toca judo, esa disciplina que eligieron y consiguieron después de semanas de dar la lata.