Opinión | TRIBUNA

La educación primero: la verdad sobre la violencia de género

Noche violeta en Barcelona.

Noche violeta en Barcelona. / ELISENDA PONS

Uno de los obstáculos a la hora de hacer frente a la violencia de género es que todavía no se entiende plenamente como un problema social. Una proporción considerable de la población europea sigue creyendo que esta violencia es predominantemente doméstica. Esto tiene un efecto dominó sobre las víctimas, que pueden optar por no hablar y no denunciar la violencia o incluso, cuando lo hacen, puede que se les eche la culpa.

Con demasiada frecuencia, las víctimas son interrogadas en busca de un supuesto factor desencadenante, ya sea en su comportamiento o su ropa, como si sus autores perpetraran los actos de violencia por un motivo justificable. Este cambio de perspectiva no es raro. De hecho, el 27% de los ciudadanos de la UE cree que el acto sexual no consentido puede justificarse en determinadas situaciones, a pesar de que el sexo sin consentimiento constituya una violación.

Nunca existe justificación para la violencia de género y la violencia doméstica. Cambiar el punto de vista de la sociedad a este respecto resulta difícil debido a lo profundamente arraigadas que pueden estar en nuestra cultura estas justificaciones. Por ejemplo, algunas obras maestras artísticas y literarias nos perturban por la belleza con que representan intentos de violación.

Pensemos, por ejemplo, en el mito de Dafne y Apolo. En el relato que hace Ovidio de la leyenda, el dios es herido por la flecha de Cupido y se le disculpa porque no puede evitar "enamorarse" de la ninfa. La versión de Ovidio representa a una Dafne aterrorizada que huye de Apolo cuando este la persigue. Si bien Dafne se libra de sufrir la agresión en su forma humana, queda silenciada a la fuerza y cosificada en aras del deseo de Apolo.

Cambiar las sociedades y abordar las ideas erróneas sobre la violencia de género requieren una educación temprana, también en materia sexual, e invertir en políticas públicas globales de "tolerancia cero frente a la violencia". Movimientos sociales como #MeToo han demostrado ser fuerzas reales por el cambio.

Ese movimiento ayudó a millones de mujeres a armarse de valor para defenderse y hacerse oír. Por su parte, la Comisión Europea se esfuerza por aumentar la concienciación mediante campañas como #SayNoStopVAW y UNiTE, dirigida por las Naciones Unidas. Esta mayor atención a la violencia de género, que se ha hecho esperar demasiado, debe ir acompañada de cambios muy amplios.

Los varones también deben participar en este esfuerzo en un número mucho mayor. Solo cambiaremos la mentalidad con la contribución de todos. Es igualmente importante trabajar con los autores de esta clase de delitos, sobre todo para evitar que reincidan. Adoptar un planteamiento correcto es crucial en este caso. Los programas dirigidos a esos delincuentes deben proporcionar una educación más amplia sobre la violencia de género y su impacto, y limitar la intervención a tratamientos médicos por el consumo de drogas o problemas de salud mental.

En lo que respecta a la protección de las víctimas, nuestro deber es evitar la victimización secundaria, que a su vez es el resultado de una comprensión deficiente de la violencia de género. Cada Estado miembro de la UE debe invertir más en la formación de los profesionales, por ejemplo, jueces, policías y trabajadores sociales, sobre todo para que puedan formular las preguntas correctas y seguir las pistas adecuadas.

La Red Europea de Formación Judicial recibe once millones de euros anuales del presupuesto de la UE y ha organizado en el pasado seminarios sobre violencia de género y doméstica, explotación sexual en la trata de seres humanos y derechos de las víctimas en casos de violencia contra las mujeres y los menores.

Nuestra comprensión de la violencia de género debe mantenerse al día mediante las nuevas tecnologías. Según una encuesta de 2020, el 58% de las niñas sufrió acoso en línea y el 50% afirmó que lo sufre más que en la calle. Estas cifras no han hecho sino aumentar en los últimos años. La pandemia y los confinamientos posteriores nos han llevado a muchos de nosotros al mundo en línea y han puesto de relieve que nuestras realidades digitales también deben formar parte de un entorno en línea seguro.

La violencia de género puede producirse y se produce en cualquier lugar, también en el trabajo, en la escuela, en la calle o en línea. Afecta a la salud y el bienestar de la persona, además de restringir su posibilidad de desarrollarse socialmente. No es una realidad dada ni forma parte inherente de ninguna cultura y puede prevenirse. El primer paso en el camino para eliminarla por completo es reconocerla como tal. Esto es lo que hará la Comisión Europea próximamente con su primera propuesta legislativa sobre la prevención y la lucha contra la violencia de género y la violencia doméstica.

En este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, todos podemos poner nuestro granito de arena para hacer frente a la violencia de género. Tenemos que ser conscientes del problema y plantearlo en nuestros círculos sociales. Tenemos que dar a conocer nuestra postura contra este tipo de violencia. Necesitamos el apoyo de todos para hacer frente a esta lacra.