Opinión | ANÁLISIS

Garzón, Arguiñano y Caponata

El Ministerio de Consumo tenía que ganarse su por qué y está sirviendo para poner en la agenda pública temas que son fundamentales para nuestra sociedad

Alberto Garzón, ministro de Consumo (centro de la imagen), acompañado por Marian García (izquierda) y la chef María José San Román (derecha), autoras del recetario 'Comida rápida, barata y saludable', publicada por el Ministerio de Consumo el 10 de noviembre.

Alberto Garzón, ministro de Consumo (centro de la imagen), acompañado por Marian García (izquierda) y la chef María José San Román (derecha), autoras del recetario 'Comida rápida, barata y saludable', publicada por el Ministerio de Consumo el 10 de noviembre. / EUROPA PRESS/Isabel Infantes

Sorprendía el ministro Alberto Garzón con la presentación de un libro de cocina con recetas saludables para luchar contra la obesidad infantil. De alguna manera, esta medida en positivo venía a contrapesar el anuncio que había hecho hacía algunas semanas respecto a la regulación de la publicidad en horarios infantiles en los medios tradicionales, pero también en las redes sociales, de todo tipo de golosinas, dulces, helados, zumos... Vamos, de azúcar empaquetado de forma atractiva para ser el objeto de deseo de nuestros niños.

Ambas medidas, una de mucho mayor calado social y económico que la otra, vienen a poner el foco en un tema fundamental: la salud de nuestra sociedad, porque un niño obeso tiene un altísimo grado de probabilidad de serlo durante toda su vida, con las graves afecciones que tiene para su salud y bienestar. Sin embargo, a pesar de ser un problema grave muy correlacionado con el nivel socioeconómico de la población, la trinchera ideológica hace que el debate no se aborde con el rigor necesario, sino con la máxima que ha conducido a sacrificar a la gallina de los huevos de oro en Estados Unidos, la Caponata, por parte de los republicanos. Ahora resulta que como publicitar las vacunas es comunista, en España, la lucha contra la obesidad infantil también lo es.

Frente a los negacionistas anticomunistas, una realidad aplastante: el 40% de los niños y las niñas de entre 6 y 9 años de España tienen sobrepeso, y la mayoría de ellos son de clases humildes y rentas bajas, según un estudio de Aladino, un fenómeno conocido como "pobreobesidad". Además, las estadísticas del INE muestran a nuestro país como el cuarto con mayor prevalencia de obesidad infantil. Pero esta fotografía no habla del presente, sino del futuro, porque los hábitos alimenticios son muy difíciles de cambiar y porque el cuerpo sienta las bases en la niñez para toda la vida.

Datos muy alarmantes

Estos datos son muy alarmantes si lo llevamos al terreno sanitario, porque muestran que la obesidad y el sobrepeso están relacionados con enfermedades como la diabetesenfermedades coronarias o algunos cánceres. Es decir, no solo estamos condenando a los niños de familias humildes a una vida de peor calidad, sino que estamos lastrando el sistema sanitario público, que tendrá que atender a casi la mitad de la población con patologías relacionadas con el sobrepeso.

Pero qué más da si es Garzón el que alerta de esta lacra. Todo lo que provenga de este ministerio del Gobierno "socialcomunista" es una patraña que lo único que pretende es coartar nuestro derecho a cebar a nuestros hijos con grasas saturadas y azúcares (que combinado con una receta sin actividad física y delante de una pantalla, resulta un cóctel molotov para ellos). Son nuestros hijos y hacemos lo que queremos… y así Karlos Arguiñano se convierte en 'trending topic' al grito de… "¡para que nos den recetas, ponemos a Arguiñano de ministro!".

No sé si el famoso cocinero sería un buen ministro, puede ser. Sin embargo, yo que lo he seguido bastante para aprender a cocinar, tengo que decir que pocos han hecho tanto por la cocina mediterránea y contra los precocinados, avisando de lo importante de una buena dieta para la salud, así que, si fuera Garzón, lo ficharía para luchar contra la obesidad infantil.

Debates fundamentales

El Ministerio de Consumo tenía que ganarse su por qué, que no era evidente cuando fue creado. Y a pesar de ciertas meteduras de pata, como el señalamiento del sector cárnico, hay que reconocer que está sirviendo para poner en la agenda pública temas que son fundamentales para nuestra sociedad, y que el día a día del precio de la luz o la inflación esconden, como la ludopatía infantil, la obesidad y los hábitos de consumo de las clases más humildes.

Afrontar estos problemas no es fácil porque delante están los intereses de industrias poderosísimas que están dispuestas a poner todo su capital para continuar atrayendo consumidores. Sin embargo, esta lucha ya se ha llevado a cabo de manera global contra otras industrias, como la del tabaco o el alcohol, con tanta polémica como valentía. Hubo una época en la que fumar era sexy. Quizás en el futuro también veamos advertencias en el 'packaging' de los productos con alto contenido en grasas y azúcares: comer mal perjudica gravemente tu salud.