Opinión | POLÍTICA

La rebelión de los números dos

Se acabó el derecho de primogenitura, los adjuntos no se sacian ejerciendo de perros guardianes

Mónica García, Yolanda Díaz y Unai Sordo.

Mónica García, Yolanda Díaz y Unai Sordo. / A. VIGARAY

La pandemia ha transformado a cada ser humano en un paciente y en un impaciente. Con el retraso de rigor, la política se ha contagiado del inconformismo generalizadoEn la era a. C. –antes del Coronavirus–, los lugartenientes del líder mascullaban su papel sin rebelarse, asfixiados por una furiosa resignación. Nunca hubo un mínimo riesgo de que Guerra desafiara abiertamente a González, pese a la animadversión que llegó a sentir por su líder. Ni un solo español pensó que Aznar fuera superior a su vicepresidente Rato, que jamás se soliviantó. Los virreyes solo generaban una tenue inquietud.

En cambio, las jerarquías se ven hoy sacudidas por la rebelión en masa de los números dos. El caso más zarzuelero muestra a Díaz Ayuso a punto de demoler la estatuilla de Pablo Casado. Sin tanta parafernalia, la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz sierra el suelo alrededor de Pedro Sánchez, como en los tebeos. El presidente del Gobierno ya se ha despojado de segundos como Iglesias, Calvo o el propio Ábalos, amenazantes por definición en la edad de las ambiciones desatadas.

Los segundos se niegan a ser segundones, y su asalto a la cumbre tiene más gracia cuando se produce en cadena. Errejón mantuvo a Podemos en ebullición con su asalto a los cielos del partido. Tras fracasar y crearse una formación donde ocupara el número uno indiscutible, ahora se ve amenazado por su número dos, la doctora Mónica García. Se acabó el derecho de primogenitura, los adjuntos no se sacian ejerciendo de perros guardianes dispuestos a sacrificarse por el jefe de filas, lo cual tampoco puede extrañar dada la endeblez de los líderes en vigor. Joaquín Garrigues nos enseñó antes de su muerte prematura que un político ha de albergar la ambición de ser presidente del Gobierno, pero hubiera dado un respingo al contemplar cómo todos los representantes públicos se creen a la vez con derecho a La Moncloa. El país se ha vacunado contra el virus de la modestia, hasta el diputado de Teruel Existe se pregunta por qué no habría de llegar a ministro. A primer ministro.