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De la Alhambra a la luna: la Granada de Lorca, escenario de unos Goya que homenajearon al poeta en una noche de cine y duende

Del 'Verde que te quiero verde' al 'Anda Jaleo', el artista estuvo presente sin necesidad de estar. Sin premios, sin nominaciones, pero con un protagonismo que no necesitaba estatuillas

La cantante Lola Índigo durante su actuación en la 39 edición de los Premios Goya de la Academia de Cine

La cantante Lola Índigo durante su actuación en la 39 edición de los Premios Goya de la Academia de Cine / EFE

Madrid

Granada respira arte, huele a jazmín y suena a guitarra. Bajo la atenta mirada de la Alhambra, los Goya 2025 encendieron su farolillo más especial: el de Federico García Lorca. Porque si el cine es emoción, el poeta es su eco eterno. Y anoche, entre aplausos, luces y versos, el granadino volvió a casa.

Hay homenajes forzados y otros que nacen con la naturalidad de lo inevitable. Celebrar los premios del cine español en Granada y no rendir tributo al artista habría sido casi un sacrilegio. Así que la gala hizo lo que debía hacer: convertir su memoria en un latido constante. Desde la escenografía, donde la Alhambra se erguía como testigo silencioso, hasta los discursos y actuaciones, Lorca estuvo presente sin necesidad de estar. Sin premios, sin nominaciones, pero con un protagonismo que no necesitaba estatuillas.

El "verde" se hizo música

Entonces, la magia. Luces bajas, un silencio expectante y, de pronto, los primeros versos de 'Romance sonámbulo'. Pero no en la voz de un declamador solemne, sino en la de Dellafuente, con su cadencia de barrio, su acento sin filtros. Y después, Lola Índigo, poderosa, visceral. Juntos convirtieron "Verde que te quiero verde" en un lamento eléctrico, entre sintetizadores, palmas y guitarras afiladas. Flamenco, urbano, atemporal. Lorca en 2025.

Silencio. Granada contuvo el aliento. Y en algún rincón del universo, Lorca sonrió.

No era la primera vez que Dellafuente se rendía a la poesía del poeta granadino. Años atrás, ya había musicalizado el 'Romance de la luna', luna en su tema 'Jaleo', además de versionar 'Anda jaleo', la canción popular que Lorca rescató y grabó junto a La Argentinita en 1931. Con su particular estilo, el artista ha sabido trenzar la tradición y la modernidad, demostrando que sus versos siguen teniendo compás.

La Alhambra como altar

Pero si hubo un instante donde la noche se volvió puro hechizo, fue con los Morente. Desde el Patio de los Arrayanes, rodeados de agua y estrellas, los hijos del maestro Enrique Morente hicieron lo que mejor saben hacer: convertir el aire en duende y el cante en herida. 'La leyenda del tiempo', aquel poema que Camarón transformó en un himno, volvió a nacer en sus voces. La misma que su padre elevó en 'Omega', la misma que retumbó anoche como un quejío eterno. Porque si alguien supo llevar a Lorca al flamenco, fue Morente. Y su eco sigue latiendo. A su alrededor, los reflejos de la Alhambra parecían escuchar. Porque hay lugares donde la memoria no es solo recuerdo, sino llama viva.

El poeta que se canta

No es casualidad que la música y Lorca se entiendan tan bien. Sus versos ya nacieron con ritmo, con compás. Por eso, artistas de todas las épocas han convertido su poesía en melodía.

Leonard Cohen le rindió tributo en 'Take This Waltz', inspirándose en Pequeño vals vienés. Camarón lo hizo eterno con 'La leyenda del tiempo'. Enrique Morente lo reinventó con 'Omega'. Lole y Manuel, Paco Ibáñez, Silvia Pérez Cruz, Rosalía… Todos han encontrado en sus palabras una fuente inagotable de inspiración. Los Goya 2025 no solo celebraron el cine, sino que nos recordaron algo fundamental: Federico García Lorca no pertenece a un tiempo ni a un género. Es de todos. Es del flamenco, del rap, del pop, del cine, de la calle.

Anoche, en Granada, su voz volvió a sonar fuerte. Y lo seguirá haciendo. Porque hay versos que, como 'El agua de la Vega', siguen corriendo aunque quieran detenerlos. Porque hay poetas que, aunque los silencien, resuenan en cada guitarra, en cada voz, en cada luna que asoma sobre Granada.

Como dijo el propio Lorca en la serie El Ministerio del Tiempo, al descubrir que su obra perduraría más allá de su tiempo: "Entonces, he ganado yo, ellos no."