ROSTROS DE LA VIOLENCIA
Sharon Tate: el rostro de un Hollywood que aún no sabe cómo proteger a sus mujeres
Aunque profundamente arraigado en los turbulentos años 60, sigue resonando en el presente, especialmente cuando hablamos de la violencia que enfrentan las mujeres
Tal día como hoy, la joya de Los ángeles, cumpliría 82 años

Sharon Tate / X
En el verano de 1969, Hollywood era un cóctel explosivo de glamour, contracultura y promesas rotas. En medio de todo eso, Sharon Tate se erguía como la encarnación del sueño americano: joven, hermosa, talentosa, y a punto de ser madre. Pero su vida terminó de forma brutal, convirtiéndola no solo en una víctima del horror, sino en un símbolo del sensacionalismo mediático y, más preocupante, de la violencia sistémica que aún persigue a las mujeres. Tal día como hoy, la joya de Los ángeles, cumpliría 82 años.
Nació en 1943, en Dallas, Texas, en el seno de una familia con raíces militares, lo que la llevó a crecer de ciudad en ciudad, entre mudanzas y nuevas amistades. Esta vida nómada forjó a una joven adaptable, carismática y abierta, atributos que pronto serían su llave para entrar al competitivo mundo del espectáculo. Aunque su carrera fue breve, su presencia dejó huella: Sharon fue mucho más que una cara bonita, fue un espíritu amable y un talento que prometía redefinir el cine de su generación.
Su trágico destino, sin embargo, convirtió a esta mujer llena de vida en un símbolo involuntario, no solo del terror que sacudió a Hollywood a finales de los 60s, sino también de las falencias de una sociedad que sigue fallando en proteger a las mujeres.
La mujer detrás del mito
Antes de convertirse en una figura inmortalizada por la tragedia, Tate ya brillaba por mérito propio. Con películas como 'El valle de las muñecas' (1967), se consolidó como una actriz en ascenso, un ícono del Hollywood de los 60. Pero más allá del glamour, era una mujer con un lado humano que pocos conocen, una rareza en el competitivo ambiente de de la industria. Su matrimonio con el director Roman Polanski, aunque polémico en algunos aspectos, era para ella un proyecto compartido de amor y carrera. La llegada de su primer hijo parecía ser el inicio de un capítulo lleno de esperanza.
Un crimen que sacudió al mundo
Todo cambió en la noche del 8 de agosto de 1969, cuando Sharon y cuatro amigos fueron asesinados en su casa de Cielo Drive por los seguidores de Charles Manson. Ella, con ocho meses de embarazo, se convirtió en el centro de un acto de violencia que no solo conmocionó al mundo de la farandula, sino que simbolizó un giro oscuro en la cultura de finales de la década.
El crimen, brutal y despiadado, no solo desnudó los peligros de un mundo donde las mujeres suelen ser las víctimas más vulnerables, sino que expuso una cultura mediática que se alimenta del morbo. Los titulares no tardaron en centrarse en los detalles más escabrosos: su embarazo, el culto de Manson, los métodos de los asesinos. La persona que era quedó relegada a un segundo plano frente al espectáculo del horror.
Violencia y género
El caso de esta actriz sigue siendo un recordatorio de que la violencia hacia las mujeres, aunque visibilizada, rara vez es enfrentada con las preguntas correctas. Sharon no fue asesinada por lo que hizo, sino por lo que representaba: una mujer poderosa, talentosa y visible.
Si bien su historia pertenece a otra época, las dinámicas que la hicieron posible persisten. ¿Cuántas mujeres siguen siendo reducidas a cifras, titulares sensacionalistas o detalles morbosos? ¿Cuántas veces se explota su sufrimiento en lugar de buscar soluciones reales?
Aunque profundamente arraigado en los turbulentos años 60, sigue resonando en el presente, especialmente cuando hablamos de la violencia que enfrentan las mujeres. La tragedia que rodeó su vida y su muerte fue un punto ciego en una época que no tenía las herramientas ni la voluntad de cuestionar las estructuras de poder que perpetúan el peligro para las mujeres. Décadas después, movimientos como #MeToo han empezado a alzar la voz contra las injusticias y los abusos que han sido durante mucho tiempo una norma silenciosa en Hollywood.
El escándalo de Harvey Weinstein, que dio pie a este moviento, que destapó una red de abusos y silencios cómplices que involucraban a actrices de renombre como Rose McGowan y Ashley Judd. Si bien el caso de Sharon fue un asesinato brutal y no un abuso de poder, ambos puntos se entrelazan en una narrativa más amplia: la violencia y el control ejercidos sobre las mujeres, ya sea a través del terror físico o del poder estructural.
Actualmente, se habla más abiertamente de la desigualdad y el abuso en la industria, pero la lucha sigue siendo larga. La joven promesa fue víctima de una violencia extrema que Hollywood apenas entendió cómo procesar. Su historia nos recuerda que proteger a las mujeres no solo es cuestión de leyes o movimientos, sino también de transformar una cultura que, tanto entonces como ahora, ha permitido que las mujeres sean vulnerables a la explotación y la violencia.
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