VIAJE EN EL DELOREAN
Un debut detonador, 'cierto romance' y una arrogancia comedida: 'Whatever people say...' cumple 19 años consagrado como el himno de una generación
Arctic Monkeys presentó un disco que olía a humo de tabaco, sudor de pista de baile y conversaciones entre susurros a las 3 de la mañana
Ante las acusaciones de promover el tabaquismo, a raíz de su provocativa caratula, la banda respondió: “Es una representación honesta. ¿Acaso creían que las noches épicas terminaban con alguien bebiendo té?"

whatever people say i am, that's what i'm not disco debut de Artic Monkeys / X
Sheffield no es París ni Nueva York. Sus calles no brillan con glamour, y sus noches no están plagadas de historias de películas. Pero, en 2006, cuatro jóvenes decidieron convertir esa cotidianidad en arte, y el resultado fue 'Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not'. Arctic Monkeys debutó con un disco que olía a humo de tabaco, sudor de pista de baile y conversaciones entre susurros a las 3 de la mañana. Era más que música: era un espejo que reflejaba las luces y sombras de una generación.
La vida nocturna en 13 canciones
'The View From the Afternoon', la canción que abre el álbum, no se anda con rodeos. Desde el primer golpe de batería, te sumerge en una noche cualquiera: esperanzas altas, rutinas familiares y la sensación de que, aunque ya sepas cómo acabará todo, algo emocionante puede ocurrir. Esa energía, cruda y sincera, define todo el disco.
Mientras tanto, 'I Bet You Look Good on the Dancefloor' se convirtió en el himno inmediato de las pistas de baile. Un torbellino de guitarras y ritmos que encapsula la conexión fugaz entre dos desconocidos, rodeados de neones y una euforia que siempre parece durar menos de lo deseado.
Pero no todo es diversión en este debut. En 'When the Sun Goes Down', Arctic Monkeys narran con crudeza la vida de los invisibles: una trabajadora sexual y su lucha por sobrevivir en las calles de Sheffield. La banda mezcla empatía y brutalidad, pintando un retrato tan desgarrador como realista.
MySpace y la revolución digital
En un mundo pre-Spotify, donde los discos todavía dominaban las listas de ventas, Arctic Monkeys supieron usar internet como nadie. Sus primeras grabaciones circularon por MySpace, compartidas entre fans que sentían que estaban descubriendo un tesoro antes que el resto del mundo. Esa base de seguidores se convirtió en una ola imparable que llevó a la banda al estrellato incluso antes de que el álbum viera la luz.
Cuando el disco se lanzó oficialmente, rompió todos los récords posibles, convirtiéndose en el debut más vendido en la historia del Reino Unido. Pero más allá de los números, Arctic Monkeys demostraron que la autenticidad podía ser más poderosa que cualquier campaña publicitaria.
La portada es tan icónica como el propio disco: un retrato en blanco y negro de Chris McClure, amigo de la banda, fumando un cigarrillo tras una noche de fiesta. La elección no fue casual; capturaba a la perfección la esencia del álbum, un tributo a la vida nocturna británica y a los personajes que la habitan. Sin embargo, la imagen generó cierta polémica, ya que algunas organizaciones consideraron que glorificaba el tabaquismo. La banda respondió con la misma actitud irreverente que caracteriza sus canciones: “Es una representación honesta. ¿Acaso creían que las noches épicas terminaban con alguien bebiendo té?”.
Otra curiosidad es que el título del disco proviene de la novela 'Saturday Night and Sunday Morning' de Alan Sillitoe, que también explora las dinámicas de la vida urbana y la juventud desencantada, temas centrales en las canciones del álbum. Incluso los nombres de las pistas, como Dancing Shoes o Still Take You Home, parecían codificados con guiños a las noches caóticas que inspiraron a los Arctic Monkeys.
El legado del desencanto urbano
Casi dos décadas después, 'Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not' sigue sonando tan fresco como el día en que fue lanzado. Es un disco que captura el espíritu de las noches de juventud, con toda su energía, torpeza y melancolía.
Alex Turner, con su habilidad para transformar conversaciones cotidianas en poesía, y el resto de la banda, con su energía inagotable, lograron algo extraordinario: hacer que lo mundano se sintiera épico. Sus historias sobre Sheffield y sus personajes siguen resonando, porque son, en el fondo, historias de todos nosotros.
Arctic Monkeys no llegaron para reinventar el rock, pero lo electrificaron con su honestidad. Y, en un mundo que a menudo se toma demasiado en serio, eso es exactamente lo que necesitábamos.
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