GASTRONOMÍA

Bienvenidos a un infierno de ingenio gastronómico: las recetas usadas para sobrevivir en la Guerra Civil

El hambre en la Guerra Civil Española fue una causa de muerte constante y sibilina, lo que obligó a la población a crear recetas de lo más fascinantes para poder sobrevivir

Los secretos que esconden obras de arte incautadas durante la guerra civil española

El hambre en la Guerra Civil y sus años posteriores estaba atestando duros golpes a una población que tenía que innovar para salir adelante.

El hambre en la Guerra Civil y sus años posteriores estaba atestando duros golpes a una población que tenía que innovar para salir adelante. / MAGZTER

El periodo entre el 17 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, además de los años posteriores durante la época franquista, fueron años aciagos para la población en España.

La Guerra Civil Española, que enfrentaba al bando sublevado contra el bando republicano, no solo dejó miles de víctimas por el camino sino también dos problemas cada vez más agraviados, a medida que avanzaba el desastroso conflicto: la pobreza y el hambre.

La comida era un bien tanto indispensable como difícil de cubrir, y gracias a su gran capacidad de adaptación y supervivencia, muchos consiguieron sobrevivir al hambre a base de recetas increíbles.

Estas son algunas de las curiosidades culinarias que sacaron a la población de la época del infierno de la falta de recursos...

Membrillo sin membrillo y tortilla de patatas sin patatas ni huevos

La cocina paradójica era muy común en la época y es que en muchos de los platos faltaba el ingrediente principal. Harina, agua, carne enlatada y vino dulce moscatel eran los ingredientes del membrillo sin membrillo, mientras que en la tortilla de patatas sin patatas ni huevos se hacían peculiares experimentos.

Para las patatas, se usaba la parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara, apartando los gajos y poniéndolos en remojo a modo de patatas cortadas. Mientras, los huevos eran reemplazados por una mezcla de cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite y sal.

Dulce de mebrillo.

Dulce de mebrillo. / ALYSER MARKET

Pan con vino

Se cortaba un trozo de pan, le tiraban vino por encima y lo espolvoreaban con azúcar. Así, se daba una forma de remojar el pan seco y de aprovecharlo.

Pan mojado en vino.

Pan mojado en vino. / FREEPIK

Hervido de Borraja

Hoy conocemos que la borraja goza de grandes beneficios para nuestra salud, pero durante la época fue una también gran alternativa para realizar cocidos y hervidos.

Tras lavarlas y que no quedara ningún pelo ni hebra, se ponía a hervir en una cacerola agua con sal. Cuando estuviera en ebullición, se echaban las borrajas para que cocieran. Acompañada de patatas, la borraja era rociada por encima con algo de aceite, pero solo cuando había, claro, y eso no era una cosa tan fácil.

Aun así, el plato era uno de los más típicos y completos del periodo, en una receta que en la actualidad se sigue empleando.

Hervido de Borraja.

Hervido de Borraja. / LAS RECETAS DE MARICHU

Pellejo de naranja frito o puré de albedo

La naranja era posiblemente, junto al huevo de gallina, el alimento más valorado para la población en el momento.

Cuando la había se aprovechaba por completo, hasta el punto de que se encontró, incluso, utilidad para el albedo, la capa blanca que hay entre la cáscara y los gajos.

La forma de comerlo era de lo más sencillo, ya fuera frito, crudo o en forma de puré.

Naranja y gajos.

Naranja y gajos. / JUGANDO CON FOGONES

Café de algarrobas

Las semillas del algarrobo eran también bastante utilizadas, aunque también de uso limitado para algunos. Tostadas en una sartén sobre el fuego, y acompañadas de la cáscara de cacahuetes, eran salteadas con café mientras todo se removía.

La comida era muy común para los desayunos, de los que gozaban de la suerte de tener todos los recursos para su elaboración.

Harina de algarroba.

Harina de algarroba. / ABC