AEROPUERTOS
Aviones a diez metros del suelo: ¿Cuáles son los aeropuertos más peligrosos del mundo?
Estas son las pistas de aterrizaje más arriesgadas del planeta
Un aeropuerto japonés suspende sus vuelos tras estallar una bomba de la II Guerra Mundial

Despegue de un avión en un aeropuerto. / Antonio Hernández Ríos
El despegue y el aterrizaje son los dos momentos mas complicados y exigentes para cualquier piloto de avión. La habilidad del piloto, las condiciones meteorológicas o la pista de aterrizaje son los factores más determinantes para que estas maniobras se realicen con éxito. En lo que se refiere a este tercer punto, todos estamos acostumbrados a desembarcar en aeropuertos de última generación que disfrutan de todas las garantías en materia de seguridad. No obstante, no todos los aeródromos del mundo ostentan las condiciones de Barajas o El Prat.
Hay aeropuertos que suponen auténticos retos profesionales para los pilotos que se ven obligados a realizar maniobras en ellos. Así ocurre, por ejemplo, en el asiático Paro Airport de Bután. Situado a 2.234 metros de altura, en medio de un valle, está compuesto por una única pista de aterrizaje de tan sólo 2 km de longitud. Sólo se permite el aterrizaje a pilotos experimentados.

Aeropuerto de Courchevel (Francia) / Pixabay
Aviones a diez metros de tu cabeza
No obstante, hay ejemplos de aeropuertos peligrosos mucho más cerca de nuestras fronteras. Así ocurre con el caso de Gibraltar. Su aeropuerto, ubicado en la avenida Winston Churchill, es tan pequeño que es necesario cortar la carretera adyacente cada vez que un avión va a aterrizar o despegar. También en el caso de Francia podemos encontrar una pista de aterrizaje complicada, como es el aeropuerto de Courchevel. A dos mil metros de altura, se ha utilizado hasta en dos ocasiones para grabar películas de James Bond.
Pero uno de los casos más llamativos, sin duda, es el del aeropuerto Princess Juliana de Saint Maarten, en el Caribe. Se trata de una aeródromo localizado en un lugar paradisiaco de la costa caribeña donde los turistas atienden diariamente estupefactos al vuelo bajo de los aviones, que pasan a escasos metros de sus cabezas continuamente. De hecho, en 2017 una mujer murió por la ráfaga de una turbina mientras disfrutaba de un baño enla orilla de la playa.
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