PATRIMONIO

Dona sin querer un cuadro de Velázquez a la parroquia de su barrio en Sevilla

Una feligresa lega uno de sus cuadros a la parroquia sevillana de la Magdalena sin saber que se trata de una auténtica joya

Parroquia de La Magdalena de Sevilla

Parroquia de La Magdalena de Sevilla / VISITA SEVILLA

H.G.

La Real Parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla atesora un patrimonio histórico y artístico de incalculable valor. Su museo alberga obras de artistas de la talla de Zurbarán, Pacheco o Gijón. A las que se acaba de sumar una joya inesperada: una pintura de la Inmaculada con el Niño, donada por una feligresa al morir, que ha resultado ser obra de Diego de Velázquez.

Soledad Rojas, fallecida en Sevilla el 23 de julio de 2020 a los 96 años de edad, quiso legar uno de sus cuadros a la que había sido su parroquia de toda la vida. El párroco, cuando recibió la obra, que no tenía firma, decidió mandarla a restaurar.

Los expertos del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) que se hicieron cargo de la tarea se dieron cuenta en seguida de que estaban frente a una obra de enorme importancia. Soledad jamás habría podido imaginar que el cuadro que había adornado el cabecero de su cama durante toda su vida escondía, en realidad, el sello de uno de los mayores genios de la pintura española y universal.

Creen que pertenece a su juventud

"Llegó en unas condiciones delicadas, a medida que íbamos descubriendo y quitando no solamente el barniz oxidado si no los repintes, se veían las pinceladas, los matices", explican los expertos del IAPH.

Al descubrir los destellos que coronan a la virgen o esta posible firma oculta con doble D, con las velas y una V con la figura del barco, los técnicos le atribuyen el cuadro a Diego de Velázquez.

Desde el Instituto aseguran que “la media luna, la manera de abordar los luceros, el tratamiento del niño, parece un personaje real recurrente que aparece en otras obras de Velázquez"

Los historiadores creen pertenece a su juventud, cuando era alumno del taller de Francisco Pacheco, lo que convertiría esta obra en una nueva joya de la pintura del siglo XVII.