COCINA
Consigue que tus croquetas queden bien crujientes con este truco japonés
El secreto es el panko
Luis Alloza
Las croquetas suelen estar en las listas de alimentos imprescindibles y preferidos por parte de los españoles. Y claramente, ese puesto de honor está más que merecido. Son crujientes por fuera, bien tiernas por dentro, se pueden hacer de muchísimos sabores y texturas (aunque siempre habrá reyes como el jamón, el cocido, el bacalao o las setas) y el resultado final siempre queda espectacular.
Ahora bien, es de esos alimentos que, aunque son tradicionales, también dan para imaginar y para innovar. Y aunque también son muy típicos de aquí, eso no quita que se puedan agregar elementos de otras culturas gastronómicas para llevarlas al siguiente nivel.
De normal las croquetas se empanan con el clásico pan rallado, que bien puede ser casero, picado en casa, o comprado en el supermercado. Sin embargo, hay otra manera traída de Japón que conseguirá sin ningún tipo de esfuerzo que quede todavía mejor y, sobre todo, más crujiente el resultado final.
Panko
La clave es empanar con panko, que es un pan rallado tradicional de Japón y que, a través de supermercados asiáticos o por Internet (mismamente en Amazon se vende) se puede encontrar con mucha facilidad. De hecho, hay hasta envases de un kilo para que no te preocupes de estar comprando cada poco tiempo.
El panko, a diferencia de nuestro pan rallado, se realiza solo con la miga del pan desmigajada, no pulverizada como la aquí. La principal diferencia con el pan rallado es que es más ligero, ya que la miga del pan absorbe mucho menos aceite que el pan rallado, obteniendo una croqueta menos aceitosa y más crujiente.
Otra de las diferencias más notables es el sabor, que es muy característico, porque el panko se desmigaja cuando está fresco, nunca tostado y además se elabora con leche. Solo con verlo y tocarlo ya salta a la vista la gran diferencia que hay, porque en vez de ser granitos finos, como el pan rallado de aquí, son como escamas más duras que, al freírse, quedan mucho más crujientes.
Para prepararlas así no hace falta hacer nada especial, simplemente sustituir un pan rallado por otro y tener cuidado de no poner el fuego demasiado fuerte para que se queme por fuera el pan. Tras ello, papel absorbente y a disfrutar.
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