LA VIDA CONTIGO

Así afecta el cambio climático a nuestra salud: temperaturas extremas, más enfermedades y menos alimentos

La comunidad científica da la voz de alerta, pese a la incredulidad de muchos negacionistas: estamos en la cuenta atrás si queremos evitar el desastre climático

El aumento de concienciación ha coincidido con las olas de calor y la sequía de este verano

El aumento de concienciación ha coincidido con las olas de calor y la sequía de este verano / Agencias

J.M.C.

El clima del planeta está en constante cambio. El aumento de las temperaturas es un hecho demostrable. La incidencia del ser humano, bastante comprobada. Y, aunque esta afirmación no sea un asunto novedoso, enfrentamos un grave problema: nos estamos acercando "peligrosamente" a un punto de no retorno. "Estamos en una autopista acercándonos al infierno climático todavía con el pie en el acelerador". Así lo señaló el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en el comienzo de la COP27.

El pasado noviembre, la 27ª Convención de Naciones Unidas sobre cambio climático (conocida como COP27) se reunió en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh, con el objetivo de acordar una serie de medidas para evitar el futuro desastre climático. Para ello, partían de las conclusiones de la anterior cumbre, celebrada en 2021 en Glasgow, donde surgió el compromiso de reducir un 45% las emisiones de CO2 para 2030 y se ratificó la necesidad de limitar a 1,5ºC el aumento de la temperatura media del planeta desde la época preindustrial (actualmente estamos en un +1,15ºC).

La crisis climática a la que nos enfrentamos no solo afecta al planeta: nosotros, los seres humanos, somos su víctima colateral. Aumento de temperaturas, sequías, contaminación... La seguridad alimentaria global se ve afectada, las muertes por fenómenos meteorológicos extremos se multiplican, las enfermedades infecciosas y problemas respiratorios se reproducen. La comunidad científica da la voz de alerta, pese a la incredulidad de muchos negacionistas. Estamos en la cuenta atrás y el activismo medioambiental nos llama a la acción.

"El cambio climático está impactando gravemente en la salud de las personas y, aun así, vemos que los gobiernos y las empresas siguen dando prioridad a una industria de los combustibles fósiles que agrava aún más estas crisis", señala Marina Romanello, directora del informe de este año de ‘The Lancet Countdown’ (la cuenta atrás) sobre salud y cambio climático.

Este análisis, elaborado por casi un centenar de expertos y unas cincuenta instituciones internacionales, apunta la gravedad del problema climático y reclama "una acción inmediata" para frenar el problema, y así "salvar la vida de millones de personas". Pero, ¿cómo afecta realmente el cambio climático a nuestra salud?

Temperaturas extremas

El calentamiento global continúa y los termómetros se disparan, consecuencia en parte de la utilización recurrente de combustibles fósiles por las grandes empresas. En el último siglo, la temperatura global del planeta ha aumentado más de un grado de media. Así, los eventos meteorológicos extremos se multiplican y las olas de calor se vuelven más comunes.

Esta notable exposición al calor extremo acrecienta una serie de problemas de salud: altera los patrones de sueño, aumenta la incidencia de los problemas de salud mental, afecta negativamente a los embarazos, genera mayores afecciones cardiovasculares y, principalmente, aumenta las muertes atribuibles a los golpes de calor, sobre todo entre personas vulnerables y mayores de 65 años. Según los expertos, este tipo de fallecimientos podría haber aumentado hasta un 68% en la última década. Y es especialmente agresivo en España, el país europeo que registra más decesos relacionados con el calor: 30,6 por millón de habitantes en cada década, el doble que la media del continente.

Los incendios, consecuencia directa del aumento de las temperaturas, también son un grave problema que afecta a nuestro bienestar. Las hectáreas quemadas destrozan los terrenos, las cosechas se pierden y el dióxido de carbono generado contamina el aire, incrementando las siguientes afecciones de salud.

Enfermedades tropicales

La subida generalizada de las temperaturas globales tiene otra problemática: el calor favorece las condiciones medioambientales para la proliferación de distintos tipos de mosquitos, con las enfermedades contagiosas que estos puedan transmitir. Es por esto que las enfermedades tropicales aumentan en todo el mundo, con los peligros de salud que ello conlleva.

Así, según los expertos del informe, el mosquito responsable de la transmisión de la malaria tiene ahora un 32% más de tiempo para expandirse por el norte de América y un 14% más de tiempo de pulular por África. Desde mediados del siglo pasado, el riesgo de transmisión del dengue ha aumentado un 12% en todo el mundo. En España, en los últimos cinco años se han detectado varios brotes de esta enfermedad. Otro ejemplo que apunta el informe sería el virus del Nilo Occidental, cuya incidencia aumentó en el sur de Europa un 149% entre 1986 y 2020.

Lejos de erradicarse, la malaria continúa avanzando.

Los mosquitos, principales transmisores de enfermedades como el dengue o la malaria. / EPE

Calidad del aire

Aunque no estén intrínsecamente relacionados, la calidad del aire y el cambio climático tienen puntos en común, sobre todo en lo relacionado con la influencia del ser humano en estas variaciones. Las emisiones contaminantes de combustibles fósiles, generalizadas en todo el mundo en el siglo XX, han provocado el aumento de las temperaturas y, a su vez, la disminución de la salubridad del aire. Ciertos compuestos contaminantes superan los límites establecidos en la atmósfera, lo que empeora la salud de las personas. Además, el calor también se une a la nula calidad del aire en ciertas zonas para acrecentar enfermedades respiratorias.

También tenemos que tener en cuenta la diferenciación entre países a la hora de 'emitir' estos compuestos contaminantes. Y es que la crisis climática es, principalmente, culpa de las emisiones desbocadas de los países más ricos del plantea, pese a que muchas de las consecuencias se acumulan en zonas desfavorecidas del planeta. Este desequilibrio agranda a un más la brecha existente entre el mundo desarrollado y el más desfavorecido, donde no hay compensación económica. Más desigualdad genera más migraciones desde los países pobres, lo que provoca conflicto en muchas ocasiones.

Inseguridad alimentaria

Otro de los puntos señalados en el informe de 'The Lancet' es el peligro que corre la seguridad alimentaria global con el aumento de las temperaturas y el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos como granizadas o tormentas. No toda la falta de grano es culpa de la guerra en Ucrania: cultivos de todo el mundo se encuentran en jaque principalmente debido a la falta de lluvias. En la última década, la sequía global ha aumentado casi un 30% y, a su vez, ha dejado a decenas de miles de personas expuestas a la falta de alimentos y de agua. ­­­

"El cambio climático ya está teniendo un impacto negativo en la seguridad alimentaria. Están aumentando los índices de malnutrición y la desnutrición", destaca Elizabeth Robinson, directora del Instituto Grantham y una de las expertas que ha liderado este estudio. Según destaca la investigadora, el avance de la crisis climática también está demostrando la "fragilidad de la cadena de suministros mundial" y el hecho que, tal y como hemos visto este año, el precio de los alimentos puede aumentar en momentos de crisis y dejar aún más expuestos a los colectivos vulnerables.