CONSUMO DE ALCOHOL

La resaca, ¿es por haber bebido demasiado o por intolerancia al alcohol?

Tener resaca después de haber bebido es lo más normal del mundo, pero cuidado, porque también podría ser síntoma de una intolerancia al alcohol

Existe una relación entre el estrés y el aumento del consumo de alcohol.

Existe una relación entre el estrés y el aumento del consumo de alcohol.

EPE

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El consumo de alcohol es como la marea: después de la subida, siempre toca resaca. Los pinchazos en la cabeza, la sed irremediable, el cansancio, la confusión mental... Son los signos habituales del exceso al beber. Pero, ojo, porque también pueden significar algo más grave y merecedor de atención: una intolerancia al alcohol.

Hay que tener en cuenta que el alcohol es tóxico. Cuando lo ingerimos, el cuerpo se ve obligado a convertirlo en sustancias no tóxicas que puedan ser asimiladas. Este proceso lleva un tiempo, que es lo que nos dura la resaca y que puede prolongarse durante un día o dos.

La duración y gravedad de esta reacción depende de distintos factores, como la cantidad de alcohol y la graduación; pero, sobre todo, de la velocidad a la que nuestro cuerpo es capaz de procesarlo. Esta varía de una persona a otra, resultando especialmente complicada y grave en el caso de las personas intolerantes al alcohol.

Intolerancia genética al alcohol

Las personas con intolerancia al alcohol sufren a menudo síntomas similares a la resaca, pero más graves debido a un trastorno metabólico genético, que provoca que el cuerpo no procese bien el alcohol. En estos casos, el organismo no posee las enzimas adecuadas para descomponer (metabolizar) las toxinas presentes en el alcohol. 

Estudios señalan que este es uno de los trastornos hereditarios más comunes en el mundo, que afecta a 560 millones de personas (el 8% de la población mundial). La prevalencia más alta (entre 35% y 40%) se encuentra entre las personas de ascendencia asiática oriental.

Otros tipos de intolerancia

Además de la intolerancia al alcohol en sí mismo, también hay casos de personas intolerantes a los químicos y aditivos que dan sabor y color a las bebidas. Por ejemplo, la histamina (que se encuentra en el vino tinto) y los salicilatos (que se encuentran en el vino, la cerveza, el ron y el jerez), son sospechosos habituales.

Algunas personas son intolerantes a los conservantes del alcohol llamados sulfitos, y descubren que consumirlos puede desencadenar síntomas que incluyen congestión o secreción nasal, dolor de cabeza intenso, urticaria, picazón, respiración entrecortada y malestar estomacal.