LOS OTROS MUNDIALISTAS (VI): SUECIA 1958

Harry Gregg, el ‘héroe de Múnich’

El jugador del Manchester United, nombrado mejor guardameta del Mundial de 1958, se había convertido solo unos meses antes del torneo en un héroe al rescatar a varios miembros del equipo y a una mujer y su hija del avión donde viajaban los ‘diablos rojos’ y que se estrelló nada más despegar del aeropuerto alemán

Harry Gregg, durante un partido con Inglaterra.

Harry Gregg, durante un partido con Inglaterra.

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

Harry Gregg iba en el vuelo 609 de la British European a bordo del Airspeed Ambassador aquel 6 de febrero de 1958. El avión procedía de Belgrado y transportaba a los jugadores del Manchester United que venían de disputar un encuentro de cuartos de final de la Copa de Europa con el Estrella Roja. El aparato había hecho escala en el aeropuerto de Múnich para repostar. Gregg era el portero de aquel equipo, un norirlandés rocoso en lo físico y en el carácter. Tras un par de intentos de despegue infructuosos por falta de velocidad, el capitán del vuelo, James Thain, tomó la decisión de que se revisara el avión.

Los futbolistas desembarcaron y comenzaron a hacerse a la idea de que dormirían en Alemania esa noche, pero al cabo de un tiempo fueron llamados por los altavoces para subirse de nuevo al aparato. La pista estaba nevada y las rachas de viento no facilitaban sobre ella las operaciones. A las 15:04 comenzó el tercer intento de despegue. El avión aceleró para elevarse, pero, de repente, la velocidad cayó de forma súbita cuando apenas quedaba ya pista. Aunque el capitán logró elevar el avión y sortear la valla que delimitaba las instalaciones del aeropuerto, perdió rápidamente altura, yendo a chocar contra una casa deshabitada.

La nave se partió en dos. Los que viajaban en la parte trasera se llevaron la peor suerte. Muchos pasajeros que iban sentados en la parte delantera salieron despedidos a la nieve. Gregg viajaba en las primeras filas y sobrevivió al impacto. “Hubo un golpe repentino. Un estallido. Nadie gritaba, solo se escuchó el tremendo desgarramiento del metal. Saltaban chispas por todas partes”, detallaba Gregg muchos años más tarde. No le gustaba hablar del accidente. La primera vez que lo hizo en público fue cuarenta años después del suceso.

El avión que trasportaba a los jugadores del Manchester United, tras estrellarse.

El avión que trasportaba a los jugadores del Manchester United, tras estrellarse. /

“Algo impactó contra mi cabeza. Notaba el sabor salado de la sangre en mi boca”. “Durante un segundo, pensé que yo era el único superviviente, pero vi a cinco personas a lo lejos corriendo en la nieve”, describió el cancerbero norirlandés. El capitán Thain estaba allí, fuera del avión en llamas, y le gritó a Gregg: “¡Corre, estúpido bastardo; eso va a explotar!”. Sin embargo, el futbolista oyó voces de personas que procedían del avión y no dudó ni un instante en adentrarse en su interior. Pudo rescatar con vida a sus compañeros de equipo Albert Scanlon, Dennis Violet, Jackie Blanchflower, Ray Wood, Bobby Charlton (hoy en día único superviviente de aquel equipo) y al entrenador Matt Busby. Este último daba nombre a los ‘Busby Babes’, una generación de jóvenes talentos llamada hasta entonces a alcanzar grandes logros. Gregg también rescató a Vera Lukic, la esposa embarazada de un diplomático yugoslavo, y a su hija, la pequeña Vesna. Hubo 23 fallecidos. Ocho de ellos eran jugadores del United.

Aquel accidente marcó la vida del norirlandés, por el que los diablos rojos habían pagado en 1957 algo más de 23.000 libras, toda una cifra récord en la época por un guardameta. Tan solo trece días después del suceso, el United, con Gregg en la portería y un equipo repleto de reservas y canteranos, se enfrentó al Sheffield Wednesday. Los de Manchester vencieron tres a cero. Pero el tremendo golpe para el equipo se notaría después: solo pudo ganar uno de los catorce partidos de liga que disputó más tarde.

Homenaje a Harry Greagg en Old Trafford.

Homenaje a Harry Greagg en Old Trafford. / REUTERS

El héroe de Múnich, como se conoció a partir de entonces a Gregg, jugó aquel verano el Mundial de Suecia con Irlanda del Norte, llegando a los cuartos de final. Fue nombrado mejor portero del torneo. Tras una larga carrera de 15 años como jugador y otros 19 como entrenador, Harry Gregg falleció en Coleraine, Irlanda del Norte, el 16 de febrero de 2020, a los 87 años.

Cada seis de febrero, aficionados del Manchester se reúnen a las afueras del estadio Old Trafford para recordar a los futbolistas y miembros del club que perecieron en aquel accidente aéreo. Allí una placa recoge sus nombres, y un reloj detenido a las 3:04 horas mantiene vivo su recuerdo. Si en esa placa no figuran más nombres se debe a la valentía de Gregg. Su heroicidad figura en las más brillantes páginas de la historia del fútbol, aunque sea por algo que sucedió lejos de los terrenos de juego.