Opinión | MUNDIAL DE QATAR

Luis Enrique se sube al tren del 'hype'

El 'streamer' se convirtió en un eficaz seleccionador en el estreno triunfal de España, que no sintió miedo escénico y que busca ser un proyecto de país que supere el rechazo al personalismo.

Luis Enrique, seleccionador español, celebra uno de los goles contra Costa Rica.

Luis Enrique, seleccionador español, celebra uno de los goles contra Costa Rica. / CARL RECINE / REUTERS

Hace tiempo que Luis Enrique empezó a jugar contra Costa Rica. Es un Mundial que tiene preparado a conciencia. Es su equipo y es su idea. Una gran obra que ha prologado con una estrategia comunicativa eficaz. Desde los 'streamings' se ha despegado de su imagen de villano tosco y ha ejercido de escudo humano para un grupo que confía en él ciegamente. Va "sin frenos", como admitió, pero cuesta arriba, controlando el discurso dentro y fuera del campo.

La selección nunca tuvo miedo escénico en un estreno que ha sido una pesadilla para Argentina o Alemania, contra la que jugará una eliminatoria el domingo. Dirán algunos que no hubo rival o que los buenos inicios vienen acompañados de duras transiciones. Asteriscos que lleva dinamitando desde que llegó a un cargo que ejerce con el estoicismo que le tiene obsesionado, como confesó en una de sus retransmisiones.

"Si voy a morir, moriré cuando llegue el momento. Como me parece que aún no es la hora, comeré porque tengo hambre", aseguraba Epicteto, uno de los más célebres representantes de esta escuela filosófica. Le encaja como un guante la cita a Lucho, capaz de contar que cena "tres huevos fritos y tres duros" para después defender desde lo futbolístico que el lateral izquierdo es la única posición para la que no tiene recambio puro, lo que le llevó a no esperar a Gayà. Balde, su sustituto, se preocupó por darle la razón en la acción del 5-0.

Un tanto que finalizó con toque de seda Gavi. Porque para Luis Enrique el 'falso 9' es una invención semántica y el dueño de esa posición va a ser siempre delantero centro. Para ello hay múltiples candidatos, como Dani Olmo, un interior que aparece como extremo y viceversa, además de ser un eficaz definidor que espantó cualquier atisbo de presión en una selección que llevó el rojo de su uniforme a todo el mapa de calor.

La convocatoria del asturiano nunca fue cuestión de minutos o de trayectoria reciente. El fútbol se ha globalizado y cualquier selección, con fondo físico, puede dar un golpe sobre la mesa. Frente a esta generalización, el seleccionador quiere imponerse a través del estilo y con una 'banda del patio' que carece de complejos. Con Pedri al frente de la orla de jóvenes sobradamente preparados, apadrinados por un tutor especial que les hace rendir por encima de sus clubs.

Luis Enrique ha remozado el discurso de España y se ha subido al tren del hype con un 7-0. El mecanismo que se activa en Twitch cuando se suceden sin parar las suscripciones. Un furor efímero y presentista, como de la goleada frente a Costa Rica, que, con todo, genera una cadena de adhesión que parecía perdida.

Aunque al "mejor seleccionador del planeta", como él mismo se definió, nunca le van a faltar voluntarios para empujarle al barranco. Espera a la oposición en su andamio, estructura sencilla y eficaz situada a la altura justa desde la que hay que mirar al resto para liderar un proyecto de país, que no de partido único, con el que hacer un gran Mundial.