FUERA DEL MUNDIAL DE QATAR

Un año después de su exclusión, Rusia juega un 'Mundialistán' contra ex repúblicas soviéticas

La selección que dirige Karpin apenas ha disputado tres amistosos contra Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán desde su último partido oficial contra Croacia en noviembre de 2021

Putin negoció un encuentro contra Bosnia y Herzegovina que fue cancelado por la presión de Dzeko y otro frente a Irán, rechazado oficialmente por cuestiones de calendario

Un instante del amistoso disputado entre Rusia y Uzbekistán este domingo.

Un instante del amistoso disputado entre Rusia y Uzbekistán este domingo. / UFR

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Hace algo más de cuatro años, Rusia se vestía de anfitrión del Mundial, concentrando todas las miradas. Hoy, el combinado nacional que dirige Valery Karpin está en el ostracismo como consecuencia de la invasión de Ucrania. Excluida de cualquier competición internacional, la selección rusa se resigna a jugar amistosos contra ex repúblicas soviéticas.

El 24 de septiembre, contra Kirguistán; el pasado jueves, frente a Tayikistán y el domingo ante Uzbekistán. Un programa marginal que desarrolla un año después del último partido oficial disputado contra Croacia (14 de noviembre).

UNA LIGA DECADENTE

Rusia había conseguido clasificarse para los playoffs del Mundial de Qatar e iba a enfrentarse contra Polonia, precisamente, un estado con el que hace frontera y las tensiones son importantes. Desde un primer instante, la selección de Lewandowski se negó a disputar esta eliminatoria y contó rápidamente con el apoyo de Suecia y República Checa, que estaban en su mismo lado del cuadro de los playoffs. Rusia batalló sin éxito en el Tribunal de Arbitraje Deportivo para revocar la decisión.

Desde el principio del conflicto, el deporte ha jugado un papel fundamental en el aislamiento internacional de Rusia. Además de la selección, los clubs rusos fueron expulsados de la Champions League, Europa League y Conference League. La FIFA también permitió la liberación gratis de los futbolistas extranjeros que juegan en Rusia.

El caso más destacado fue el del georgiano Khvicha Kvaratskhelia, quien decidió abandonar en marzo de 2022 la Liga Premier. Militaba en el Rubin Kazan y se marchó al Dinamo Batumi, campeón del torneo de su país. Allí duró apenas un mes, tiempo que tardó el Nápoles en echarle el guante. A sus 21 años, ha sido uno de los destacados del equipo italiano en el inicio de la Serie A, que lidera con ocho puntos de ventaja sobre el Milan. Su aporte ha sido fundamental igualmente para la clasificación del conjunto napolitano para los octavos de la Champions, como primero de grupo.

La Liga Premier de Rusia y el resto de torneos nacionales se han seguido disputando, aunque con un seguimiento muy inferior. De media, los estadios rusos registran una asistencia de 10.541 espectadores, un tercio del aforo habitual previo a la pandemia. Por ejemplo, el Gazprom Arena del Zenit, líder destacado de la competición, apenas pasa de la mitad de aforo.

Por su parte, Ucrania, el estado soberano invadido por el Gobierno de Putin, reanudó su liga en agosto y equipos como el Shakhtar han seguido participando en competiciones europeas. La selección que dirige Oleksandr Petrakov se quedó a las puertas de estar en Qatar 2022. Cayó en la última eliminatoria de los playoffs ante la Gales de Gareth Bale.

'MUNDIALISTÁN'

En este contexto de bloqueo internacional, a Rusia no le ha quedado más remedio que buscar amistosos con las pocas naciones dispuestas a aceptar sus invitaciones. A comienzos de septiembre, la Unión del Fútbol de Rusia (UFR) anunciaba sus dos primeros compromisos después de la exclusión. Uno ante Kirguistán, que llegó a disputarse el 24 de septiembre con triunfo por 1-2 para los rusos. Otro frente a Irán, planificado en vísperas del Mundial y que nunca se jugó.

"Simplemente, no podemos enfrentarnos a Rusia el 16 de noviembre, como se había previsto, porque viajaremos a Doha el 11 de noviembre. Así que disputaremos un amistoso con alguno de los países del Golfo Pérsico", se limitó a decir Mehd Mohammad Nabi, miembro de la Federación de Fútbol de Irán, un país acusado de suministrar drones a Rusia para atacar a Ucrania. Lo cierto es que la federación del estado que preside Volodímir Zelenski presionó a la FIFA para echar a Irán del Mundial si jugaba ante el combinado ruso.

Finalmente, el cuadro de Karpin encontró otro rival: Tayikistán, contra el que empató (0-0) el pasado jueves 17 de noviembre. Un nuevo país exsoviético, misma condición que el rival al que se enfrentó este domingo, Uzkebistán, frente al que volvió a igualar sin goles. Hubo otro intento, como ocurrió con Irán, de conseguir un partido frente a una selección de fuera de su área de influencia directa, con el objetivo de normalizar su situación.

La UFR había pactado un encuentro con Bosnia y Herzegovina con una negociación en la que participó personalmente Putin, quien dijo que "el deporte debe unir, y no dividir, a la gente". El duelo terminó pospuesto sin fecha después de que el capitán bosnio, Edin Dzeko, y el sindicato nacional de jugadores se opusieran al enfrentamiento y expresaran su apoyo a Ucrania.

RELACIÓN RUSIA Y QATAR

Rusia no está en Qatar como participante, pero sí de algún modo ha colaborado en la cita. Ambos estados mantienen aún una buena relación y en octubre, Tamim bin Hamad Al Thani, el emir qatarí, agradecía al estado ruso "su gran apoyo" para organizar el Mundial. Ambos mantuvieron un encuentro en Kazajistán.

¿De qué modo han colaborado Rusia y Qatar? Funcionarios qataríes pidieron ayuda en materia de seguridad a los organizadores de la cita de 2018, cuando se estableció el sistema 'Fan ID' para acceder a los estadios. Esto obligaba a los hinchas a dar datos personales para obtener una tarjeta de identificación, lo que también servía como visa para ingresar al país.

Un método similar es el que se usa con la Hayya Card que se exige para entrar en Qatar. Pero no es la única conexión. Tanto Rusia como Qatar recibieron la designación de sus Copas del Mundo en la votación que tuvo lugar en 2010, una asamblea ensombrecida por acusaciones de corrupción.

En ambos Mundiales se han denunciado la falta de libertades y la explotación de trabajadores en la construcción de los estadios. Hoy, Qatar intenta proyectar una imagen de normalidad al mundo, velada por sus filtros e imposiciones, mientras que Rusia está de espaldas a un planeta que, con el cerrojo del deporte, le ha arrinconado a la mínima expresión internacional.