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ENERGÍA

Olviden la crisis energética: lo grave (también para el bolsillo) es la crisis climática

La crisis energética preocupa y mucho a Europa. Las consecuencias económicas de dejar de recibir energía rusa pueden ser muy graves… pero más aún puede serlo el impacto de la crisis climática, agravada precisamente por la vuelta a combustibles más contaminantes.  

Logotipo de Gazprom.

Logotipo de Gazprom.

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Lucía Martín

Europa sigue mirando con preocupación la crisis energética, mientras la amenaza de corte del gas ruso pesa sobre Alemania. La ralentización económica puede fácilmente convertirse en recesión en la locomotora europea, extendiéndose desde allí por todo el Viejo Continente, dependiendo de la dureza de esos cortes de gas.

Berlín toma medidas para intentar protegerse y dejar de depender de la energía que llega de Moscú, mientras imágenes de satélite de la NASA estarían mostrando cómo Rusia está quemando ese gas que no envía a Europa. En esas imágenes, se pueden apreciar numerosos incendios en una planta compresora de Gazprom en Rusia.

El país ya está sufriendo un incremento en los precios que tienen que pagar los consumidores. Tanto es así, que la Asociación Alemana de Inquilinos ha alertado de que hasta millones de personas no podrán pagar la calefacción debido al alza de las tarifas del gas en el país, como consecuencia de las tensiones con Rusia por la guerra en Ucrania. Los precios siguen subiendo, a mayor velocidad que en el conjunto de la eurozona:

Desde RWE, una de las principales energéticas del país, avisan de que el objetivo de conseguir llenar los depósitos de reservas de gas al 90% para el 1 de noviembre es, ahora mismo, inalcanzable.

A esto hay que sumarle la fuerte sequía que está azotando a Europa. Tanto es así, que los ríos Rin y Elba están a punto de cerrarse al tráfico fluvial. Son, para los expertos, las consecuencias más inmediatas del cambio climático. Unas consecuencias que también estamos sufriendo en España, con la imposición de recortes desde el consumo humano hasta la agricultura y el ocio en múltiples comunidades autónomas.

Esa sequía ha dejado al descubierto las ya famosas “piedras del hambre”, advertencias grabadas en el pasado en las piedras de los lechos de los ríos, que al verse indican un nivel muy bajo del agua. El mensaje es bastante desalentador: “Si me ves, llora”. En el pasado, la sequía no solo suponía la pérdida de los cultivos; también obligaba a cortar las vías fluviales por las que llegaban alimentos y suministros de todo tipo, afectando a todos los ciudadanos que vivían a lo largo de la costa. Si ahora se corta el tráfico fluvial en estos ríos, podría pasar algo parecido: el fin de la llegada de suministros por río, con sus correspondientes consecuencias económicas.

Ya en 2018 se paralizó durante casi un mes el tráfico de transporte de mercancías, suministros y pasajeros en la zona sur de Alemania. Un corte que afectó al 80% de los millones de toneladas de materiales que se transportan por el río. Este año, la sequía es más intensa.

En este entorno, el director de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha lanzado una advertencia: los daños económicos causados por las olas de calor y la sequía pueden llegar a eclipsar la crisis energética de Europa. Es por eso que ha instado a tomar medidas urgentes para hacer frente al cambio climático.

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Según ha señalado Josef Aschbacher en declaraciones a la agencia Reuters, las olas de calor, los incendios, la disminución del nivel de los ríos y el aumento de la temperatura de la tierra, medidos desde el espacio, no deja lugar a dudas sobre las consecuencias del cambio climático para la agricultura y otras industrias.

"Hoy estamos muy preocupados por la crisis energética, y con razón. Pero esta crisis es muy pequeña comparada con el impacto del cambio climático, que es de una magnitud mucho mayor y que realmente tiene que ser abordada con extrema rapidez", apunta el experto y señala que el problema supone el mayor desafío para la humanidad.