TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Si queremos energía barata, preparémonos para invertir
La transición energética que todos queremos, en la que hay que ir prescindiendo de los combustibles fósiles e ir pasando a energías renovables, no es un proceso rápido, ni barato
La energía solar y eólica produjeron en abril el 40% de la energía en España
Dejar atrás las centrales de carbón, las de ciclo combinado, la energía nuclear e incluso el gas natural, requiere por un lado de una previsión a 30 años vista y una inversión que quizás no estemos en el mejor momento para hacerla, pero la guerra de Ucrania nos ha obligado a acelerar este proceso. Y esto puede ser una oportunidad para los inversores si saben posicionarse en estos sectores.
Estamos viviendo un renacimiento mundial del gasto en infraestructuras. Tras décadas en las que se ha invertido cada vez menos, parte de las infraestructuras críticas de muchos países industrializados se encuentran en un estado precario, lo que también tiene un impacto negativo en el desarrollo económico.
Ya en 2017, el Global Infrastructure Hub (GIH) estimó la necesidad mundial de inversiones anuales en infraestructuras en un 3,5% del PIB, o 94 billones de dólares, para el periodo entre 2016 y 2040. Sin embargo, las inversiones efectivas previstas para ese periodo fueron solo ligeramente superiores al 3% anual.
Los países con poco margen de maniobra financiera dependen especialmente de los inversores privados para el suministro de electricidad, energía y agua y para el transporte y las telecomunicaciones, lo que a su vez genera oportunidades lucrativas para las empresas de infraestructuras.
Iniciativas estatales de infraestructuras con viento de cola
La recesión temida por la pandemia de covid-19 y, sobre todo, la urgencia de las medidas de política climática han llevado a muchos gobiernos a poner en marcha amplios programas fiscales. Según el GIH, solo los gobiernos del G20 anunciaron entre febrero de 2020 y agosto de 2021 programas de infraestructuras por valor de más de 3,2 billones de dólares, lo que equivale al 4,6% de su PIB.
Esas inversiones están destinadas a los ámbitos del transporte, la comunicación, los servicios públicos y, sobre todo, la transición energética verde. Para reducir el aumento de la temperatura global y las emisiones de gases de efecto invernadero, los paquetes de infraestructuras incluyen objetivos específicos para el uso de energías renovables en los sectores del transporte, la calefacción y la refrigeración, los edificios y la industria.
Un ejemplo de ello es la reciente decisión de la UE de movilizar 300.000 millones de euros para, entre otras cosas, la eliminación de los combustibles fósiles. La UE también se ha fijado el objetivo de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 y lograr la neutralidad climática para 2050 con el paquete de medidas Fit for 55 para aplicar el "pacto verde".
En definitiva, Europa quiere lograr la neutralidad climática para 2050, al igual que EEUU, y China espera alcanzarla para 2060.
Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), para lograr ese objetivo será necesario invertir, entre 2021 y 2050, 131 billones de dólares o 4,4 billones de dólares anuales en la transición energética, cifra que corresponde a alrededor del 5% del PIB mundial.
Según esa previsión, la proporción de energías renovables en la producción de electricidad pasará del 28% a más del 90% en 2050. Si además se tiene en cuenta que la producción de energía eólica y fotovoltaica ya es bastante más barata que la generación de electricidad con carbón o energía nuclear, se abren atractivas oportunidades de inversión en infraestructuras energéticas y energías renovables.
Dado que tanto las tarifas de suministro eléctrico del sector público como los acuerdos de compra de energía negociados con compradores privados, las empresas industriales o de Internet se establecen a largo plazo, los inversores pueden estimar fácilmente los rendimientos durante largos periodos de tiempo.
Noticias relacionadasEn este contexto, también surgen oportunidades de inversión en los ámbitos de las infraestructuras de carga, las redes de cables y el almacenamiento de energía. Las aplicaciones como la conducción autónoma, por ejemplo, requieren enormes capacidades de transmisión de datos, lo que hace que las inversiones en centros de datos o torres de radio para el estándar 5G sigan siendo interesantes.
Las instalaciones de infraestructura que cotizan en bolsa permiten invertir en activos de diversos subsectores y mercados. Se trata de áreas básicas y funcionalmente relevantes como el transporte, las telecomunicaciones, el suministro de energía y electricidad y la gestión del agua y los residuos.
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