Biodiversidad

¿Qué es ‘la bóveda del fin del mundo’ y por qué puede salvar a la humanidad?

Un ‘búnker’ en el interior de una montaña noruega alberga el ‘arca de Noé' vegetal'

Entrada del Banco Mundial de Semillas de Svalbard

Entrada del Banco Mundial de Semillas de Svalbard / NordGen

Ramón Díaz

Oculto en lo más profundo de una montaña helada, en una isla remota en el archipiélago de Svalbard, a medio camino entre la parte continental de Noruega y el Polo Norte, se encuentra Banco Mundial de Semillas, al que algunos denominan ‘El arca de la biodiversidad’ y otros ‘La cripta del día del juicio final’ y ‘La bóveda del fin del mundo’. Este banco mundial de semillas constituye la mayor reserva de la diversidad de cultivos del planeta. Atesora las simientes que podrían salvar un mundo postapocalíptico. Un salvavidas para la humanidad; o, como han señalado algunos científicos, ‘la habitación más importante del mundo’.

Esta instalación subterránea, construida para resistir el paso del tiempo y los desastres naturales o provocados por el hombre, contiene ya mas de un millón de muestras de semillas, provenientes de casi todos los países del mundo: 30.000 años de agricultura.

Aunque en el planeta existen más de 1.700 bancos de germoplasma con colecciones de cultivos alimentarios en custodia, muchos de ellos son vulnerables y están expuestos no solo a catástrofes naturales y guerras, sino también a adversidades evitables, como la falta de financiación o una gestión deficiente.

Pero, ¿qué sucede con las especies de plantas cuando los agricultores dejan de plantarlas? Caen en desuso y, eventualmente, se extinguen. Y la pérdida de una variedad de cultivo es tan irreversible como la extinción de cualquier forma de vida.

Con la idea de salvaguardar toda la biodiversidad vegetal de la Tierra nació Svalbard Global Seed Vault (Bóveda Global de Semillas), un ‘búnker’ con capacidad para almacenar 4,5 millones de variedades de cultivos, cada uno de los cuales contendrá una media de 500 simientes, por lo que se pueden guardar hasta 2.250 millones de semillas.

A prueba de desastres

En caso de una mala cosecha cataclísmica debido, por ejemplo, a una nueva enfermedad virulenta, o si todas las demás muestras de un cultivo determinado fueran destruidas, el mundo podría contar con la colección existente en esta ‘arca de Noé vegetal’ para proporcionar el material de origen para nuevas variedades. 

El Banco Mundial de Semillas fue construido a prueba de desastres por el Gobierno de Noruega. La activista medioambiental keniana y ganadora del premio Nobel Wangari Maathai, ya fallecida, protagonizó el primer depósito, una caja de semillas de arroz, en febrero de 2008.

La instalación es administrada y operada en asociación entre el Ministerio de Agricultura y Alimentación del país escandinavo, el Centro Nórdico de Recursos Genéticos (NordGen) y la organización internacional Crop Trust.

Noruega gastó 8,3 millones de euros en la construcción del Banco Mundial de Semillas y luego invirtió unos 20 millones más en la actualización técnica de la instalación, pues sufrió filtraciones de agua recurrentes en el túnel de entrada (no afectaron a las semillas) a causa del derretimiento provocado por el cambio climático. El costo anual de funcionamiento de la Bóveda de Semillas es de aproximadamente un millón de euros.

¡El túnel de entrada a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard.

¡El túnel de entrada a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard. / Johan Bäckman

La Bóveda Global de Semillas de Svalbard abrió hace solo unos días sus puertas para el primer depósito de semillas del año: 10 bancos de germoplasma de todo el mundo depositaron 39 cajas que contenían 20.443 muestras, lo que elevó el recuento total de a 1.145.862 semillas. Participaron bancos de germoplasma de Australia, Alemania, Marruecos, Nueva Zelanda, países nórdicos, Rumania, Eslovaquia, Sudán y Uganda.

Muestras de origen español

¿Hay semillas españolas también? Las hay. Las primeras 1.080 variedades españolas, procedentes del INIA-CSIC, ya se encuentran en estas instalaciones árticas. “De ellas, 300 son cereales de invierno, 114 de las cuales corresponden a trigos; 510 son leguminosas, de las que 189 son judías; 200 son hortícolas, 81 de ellas tomates, y 108 son variedades de maíces”, explicaba el CSIC cuando estas muestras fueron trasladadas a Svalbard, el año pasado. El período de duración del depósito suele ser de 10 años renovables.

Estas 1.080 variedades son una pequeña representación frente a las más de 30.000 muestras que se conservan en la colección base que el CRF tiene en su sede de Alcalá de Henares (Madrid).

¿Qué tipo de semillas hay en el ‘arca de la biodiversidad’? Casi de todo: alrededor de 140.000 muestras diferentes de variedades de trigo; 150.000 muestras de arroz; 70.000 muestras de cebada; y entre 10.000 y 20.000 muestras de diferentes tipos de patatas, guisantes, sorgo y muchos otros cultivos. Lo que no hay, ni habrá, son semillas modificadas genéticamente.

Aunque la Bóveda es propiedad de Noruega, los países e instituciones que aportan las semillas siguen siendo sus propietarios y todas las simientes están selladas bajo condiciones de ‘caja negra’: nadie, salvo los depositarios pueden acceder a ellas o sacarlas del gigantesco silo. El almacenamiento es gratuito.

Operarios en el interior de la Bóveda Global de Svalbard.

Operarios en el interior de la Bóveda Global de Svalbard. / NordGen

En el interior de la 'bóveda del fin del mundo’ no hay conflictos: las cajas se apilan según el orden de llegada. Así que las semillas de Corea del Norte están junto a las de Estados Unidos, y las de Ucrania muy cerca de las de Rusia. Cualquier semilla es aceptada como un tesoro biológico de valor incalculable. El objetivo es que toda la biodiversidad alimentaria terrestre pueda conservarse para siempre.

El lugar más seguro de la Tierra

La ubicación de la Bóveda se decidió al considerarlo el más seguro de la Tierra. Además, cuando los gobiernos comenzaron a hablar sobre el peligro que el cambio climático representa para los cultivos, Noruega surgió como uno de los únicos lugares en los que aún confiaban tanto los países en desarrollo como los industrializados.

Así que si había que alcanzar un acuerdo sobre la construcción de un refugio seguro para las semillas, Noruega era la mejor opción. De ahí que gobiernos tan alejados políticamente como el de Washington y el de Pyongyang acordaran depositar copias de seguridad de sus recursos vegetales más preciados en Svalbard. 

Si bien el cambio climático es una preocupación seria para la producción sostenible de alimentos en todo el mundo, el Banco Mundial de Semillas en sí no se ve afectada por él, y sus guardianes tampoco esperan que se vea afectada en el futuro. Las semillas se conservarán durante siglos. Hay razones para la esperanza:

–La Bóveda de Semillas se construyó a 130 metros sobre el nivel del mar, lo que asegura que el suelo de la instalación permanecerá seco incluso si se derritieran los dos polos.

–Las tres cámaras de semillas están excavadas en una montaña de roca sólida y el túnel que conduce a las cámaras está hecho de hormigón impermeable.

–Las condiciones de permafrost en las cámaras implican un requisito de energía más bajo para el enfriamiento mecánico a -18ºC.

–La bóveda es impermeable a la actividad volcánica, los terremotos, la radiación y la crecida del nivel del mar, y en caso de fallo eléctrico, el permafrost (capa de hielo permanentemente congelada) del exterior actuará como refrigerante natural.

Cultivos en riesgo de extinción

“A medida que aumenta el ritmo del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, existe una nueva urgencia en torno a los esfuerzos para salvar los cultivos alimentarios en riesgo de extinción”, señala Stefan Schmitz, director ejecutivo de Crop Trust.

“El gran alcance del depósito de semillas de febrero de 2020 refleja la preocupación mundial por los impactos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en la producción de alimentos, pero lo que es más importante, demuestra un compromiso global cada vez mayor de las instituciones y los países que han hecho depósitos y, por extensión, del mundo, para la conservación y el uso de la diversidad de cultivos”, añade Schmitz.

La bóveda de semillas de Svalbard, con su pantalla de fibra óptica sobre la entrada.

La bóveda de semillas de Svalbard, con su pantalla de fibra óptica sobre la entrada. / Mari Tefre / Crop Trust

Los planes para construir la Bóveda de Semillas comenzaron en la década de los ochenta del siglo pasado, pero no existía entonces un acuerdo internacional para regular el área o para apoyar un esfuerzo tan grande, por lo que el proyecto se quedó en el camino.

Fue en 2004, con la entrada en vigor del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, cuando hubo por fin una buena base legal para la creación de la Bóveda.

Después de que se decidiera construir la Bóveda en Svalbard, debido a su ubicación remota y al permafrost que la cubre –las semillas deben mantenerse congeladas para que sigan siendo viables–, el Gobierno de Noruega estudio las posibles ubicaciones y finalmente decidió construir la bóveda en las entrañas de una montaña.

Hasta ahora, solo en una ocasión se retiraron semillas de la Bóveda: en octubre de 2015, el Centro Internacional para la Investigación Agrícola en las Zonas Áridas (ICARDA), recuperó sus semillas debido a la escalada de la guerra en Siria, que estaba poniendo en peligro el Banco de Semillas de Alepo.

Web del proyecto: https://seedvault.nordgen.org/

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