Desafío planetario

La Tierra alcanza los 8.000 millones de habitantes

La superpoblación del planeta complica la solución a los graves problemas que sufre

La Tierra alcanza los 8.000 millones de habitantes: ¿Y ahora qué?

La Tierra alcanza los 8.000 millones de habitantes: ¿Y ahora qué? / Shutterstock

Verónica Pavés

La humanidad alcanzará oficialmente en unos días los 8.000 millones de habitantes. Naciones Unidas ha anunciado esta semana que la población mundial marcará el próximo 15 de noviembre este hito histórico, más tarde de lo que se esperaba. La desaceleración del crecimiento poblacional parece estar retrasando las predicciones que se hacían el siglo pasado, pero no por ello el aumento demográfico que vive el planeta es menos problemático.

«En 1940 Naciones Unidas preveía que la humanidad llegaría a 10.000 millones a principios del siglo XXI», recuerda José León García, geógrafo especialista en demografía de la Universidad de La Laguna (ULL). Sin embargo, la difusión de métodos anticonceptivos, la revolución educativa de las mujeres y el descenso en las tasas de mortalidad infantil han propiciado un cambio brusco en las tendencias demográficas de muchos países, especialmente los de mayores ingresos.

A día de hoy, Naciones Unidas espera que en 2050 se alcancen los 9.700 millones de habitantes y que en 2100 se llegue a un pico cercano a los 11.000 millones, para luego «empezar a descender», según explica el director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Diego Ramiro.

El exceso de población compromete el futuro global

El exceso de población compromete el futuro global / Shutterstock

Pese a que la población mundial esté cerca de iniciar una estabilización (aún seguirá creciendo en 30 o 60 millones cada año), la cantidad ingente de humanos que habitan al mismo tiempo en la Tierra supone un obstáculo más para erradicar la pobreza, lograr el acceso equitativo a recursos como el agua o los alimentos o evitar el peor escenario del cambio climático.

Naciones Unidas espera que en 2050 se alcancen los 9.700 millones de habitantes y que en 2100 se llegue a un pico cercano a los 11.000 millones, para luego «empezar a descender»

En definitiva, la sobrepoblación dificulta aún más hacer frente a los desafíos a los que se enfrenta la humanidad, representados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Este aumento no se está produciendo de manera homogénea en todo el mundo. En los países ricos, donde las mujeres tienen poder de decisión y mayor formación, el crecimiento se ha estancado e incluso ha iniciado un retroceso. El problema a los que se enfrentan estas naciones es el envejecimiento de la población, gracias a una mayor esperanza de vida. «Se trata de un fenómeno nuevo que no se había contemplado», advierte García.

España es uno de los países que ya sufre las consecuencias de ese envejecimiento. «De momento nos sostenemos por las migraciones», relata Ramiro. De hecho, el Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que en 2036 se alcanzarán los 51 millones de habitantes, una cifra que superará los 52 millones en 2072. El saldo vegetativo sigue descendiendo, pero el migratorio no para de crecer. «Si las migraciones pararan, entonces habrá muchas dificultades para afrontar el envejecimiento de la población», insiste Ramiro.

Mientras, en los países con ingresos bajos, especialmente los que se encuentran en el continente africano, cada mujer sigue dando a luz a más de dos hijos, lo que provoca un crecimiento desordenado en países que, ya de por sí, son incapaces de gestionar la demanda de servicios (sanidad y alimentación) que requiere su población.

Aglomeración humana

Aglomeración humana / AP

Preocupa, asimismo, la progresiva urbanización de los países cuyos habitantes deciden abandonar el mundo rural y asentarse en la ciudad o sus alrededores bajo la esperanza de «más empleo, formación y alimentos». La mitad de la población mundial ya vive en las ciudades, y se estima que en 2030 esta proporción será el 60%. Este rápido crecimiento, sin embargo, conlleva ciertas dificultades añadidas, dado que en las ciudades se combinan dos de los problemas más acuciantes: la pobreza y la degradación medioambiental.

La mitad de la población mundial ya vive en las ciudades, y se estima que en 2030 esta proporción será el 60%

«En las ciudades de países del tercer mundo se perciben claramente los cinturones de pobreza», explica José León García. El experto se refiere a los barrios de favelas que se acaban edificando alrededor de las ciudades para las personas con menos recursos y que se convierten en focos de exclusión social. Ciudad de México, El Cairo (Egipto), Dakar (Senegal), Rio de Janeiro (Brasil) o Luanda (Angola) son algunos de los lugares donde se ha producido este fenómeno.

En esos cinturones de pobreza, las infraestructuras son inadecuadas y los servicios suelen estar saturados. Son lugares en los que la gestión de la basura, la asistencia sanitaria o las infraestructuras viales son insuficientes o no existen.

Además, si bien es cierto que las ciudades y las áreas metropolitanas contribuyen a la riqueza de las naciones (representan el 60% aproximadamente del PIB mundial), también son los responsables del 70% de las emisiones de carbono mundiales y más del 60% del uso de recursos. Por tanto, la rápida urbanización también contraviene las políticas para combatir el cambio climático.

Alimentación desigual

Llevar alimentos a todo el planeta de manera equitativa es uno de los retos incluidos dentro de los ODS de Naciones Unidas. En teoría, «muchos estudios aseguran que la producción de alimentos es suficiente para 8.000 millones de personas», explica García. Sin embargo, la realidad es que su distribución continúa siendo desigual.

En la última edición de ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’, de 2021, se estima que de 720 a 811 millones de personas pasaron hambre en 2020, es decir, el 1% de la población mundial. Según las previsiones del informe, la pandemia de la enfermedad por coronavirus podría provocar que, de cara a 2030, todavía existan 660 millones de personas que padezcan desnutrición.

La tendencia a la urbanización se incrementa

La tendencia a la urbanización se incrementa / Agencias

Y es que, pese a las mejoras, las previsiones muestran que el mundo no está en vías de lograr el objetivo del hambre cero para 2030, tal y como se había propuesto Naciones Unidas. Todo ello ocurre mientras algunos países desarrollados se enfrentan a un verdadero problema por la «sobrealimentación». El sobrepeso, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares son algunas de las consecuencias de esta mala distribución de la riqueza que, además, conlleva grandes costes sanitarios.

Estados Unidos, aún siendo el país más rico del mundo, se encuentra en el puesto 30 en esperanza de vida

Estados Unidos, por ejemplo, «es el país con mayor tasa de sobrepeso y aún siendo el país más rico del mundo, se encuentra en el puesto 30 en esperanza de vida», resalta García. La solución está en la industria alimentaria que, para el geógrafo de la ULL, debería tener una actitud «de colaboración y no de enriquecimiento».

Cambio climático

«Un habitante más en el planeta supone más emisión de dióxido de carbono a la atmósfera». Así retrata el geógrafo Pedro Dorta, de la Cátedra de Reducción de Riesgos y Desastres de la Universidad de La Laguna, el obstáculo añadido que supone la superpoblación en la lucha contra el cambio climático. El calentamiento global es un reto transversal a todas las demás problemáticas, dado que su impacto puede tener consecuencias en todas ellas.

Por sus características, el cambio climático pone en jaque la seguridad alimentaria (porque afecta a la disponibilidad de tierra cultivable) y la disponibilidad de agua. Al mismo tiempo, hace a la población más vulnerable frente a los eventos meteorológicos extremos, que se convierten en más intensos y frecuentes en lugares donde hasta ahora eran raros. En definitiva, «el cambio climático acrecienta la brecha de la desigualdad, porque quienes más van a sufrir sus consecuencias son los países en desarrollo por las dificultades que tendrán para adaptarse a este nuevo escenario climático», relata Dorta.

A esto se unen las migraciones forzadas en busca de un mayor confort climático. Pero, a su vez, «la emigración puede causar guerras culturales y utilizarse con fines políticos para abrir una nueva brecha», advierte Dorta.

¿ESTAMOS CERCA DEL COLAPSO?

Ante todos estos escenarios, ¿podría llegar la humanidad al colapso de forma rápida? Allá por 1972, un equipo de científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) elaboró un informe que predecía que el ansia de la humanidad por el crecimiento económico sin tener en cuenta los costes ambientales y sociales conduciría al colapso de la sociedad a mediados del siglo XXI.

El año pasado, dicho estudio fue revisado con el fin de constatar si aquellas predicciones seguían vigentes hoy. Para sorpresa de los investigadores, sus resultados siguen siendo válidos. No obstante, tras esa revisión se ha matizado que el actual progreso tecnológico y una mayor inversión en servicios públicos, podría evitar un pronóstico tan adverso.

Para los expertos consultados, en términos generales, un escenario de colapso total de la civilización humana no parece probable a corto plazo, pero Dorta no descarta que pueda ocurrir un colapso parcial, especialmente «por motivos ambientales».

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es