Zonas húmedas

Doñana agoniza: el gran humedal europeo se queda sin agua

Explotaciones turísticas y cultivos de regadío se llevan el caudal que necesita este tesoro ambiental

Doñana agoniza: aspecto de la laguna de Santa Olalla, este verano, sin agua

Doñana agoniza: aspecto de la laguna de Santa Olalla, este verano, sin agua / CSIC

Ana I. Montañez

A principios de septiembre, después de tres meses de verano bajo una extenuante sequía y temperaturas extremas, la Estación Biológica de Doñana-CSIC encendió todas las alarmas: el Parque Nacional y Reserva de la Biosfera se seca.

En el comunicado que corrió como la pólvora por todos los medios de comunicación, los investigadores adjuntaban una fotografía terrorífica. La laguna de Santa Olalla, la última lámina de agua permanente de Doñana, aparecía completamente seca.

«En estos días ha quedado reducida a un pequeño charco en el centro, donde ya no acuden las aves acuáticas», alertaba el comunicado. Es la tercera vez que ocurre desde que se empezaron a hacer registros en la década de los setenta. Las anteriores ocasiones fueron en 1983 y en 1995.

Por tanto, esa imagen no hace sino ilustrar un proceso que viene de atrás y que amenaza con acelerarse, debido al calentamiento global y a una mala gestión pública del agua.

«En Doñana llevamos aproximadamente diez años viendo cómo llueve por debajo de la media», lamenta Javier Bustamante, vicedirector de la Estación Biológica de Doñana en conversación con este diario.

A esto se le añade la sobreexplotación  por la agricultura intensiva y las extracciones para consumo humano del acuífero del que se nutre el sistema de lagunas y marismas del Parque Nacional, lo que ha contribuido a que se sequen por completo.

Flamencos en Doñana en un entorno totalmente seco

Flamencos en Doñana en un entorno totalmente seco / Efe

«Se extrae mucha más agua del acuífero de la que se recarga. Además, en el caso concreto de estas lagunas influyen mucho las extracciones que se hacen desde Matalascañas», continúa Bustamante en alusión al cercano complejo turístico. «Cada vez hay menos agua y no se terminan de regular sus usos. Habría que hacer una planificación más a largo plazo para evitar que esto suceda», añade.

De lagunas permanentes a solo temporales

De no hacerlo, advierte el investigador, las lagunas permanentes de Doñana pasarán a convertirse en temporales, acabando con el refugio de numerosas especies protegidas y amenazadas, como el lince ibérico o el águila imperial ibérica.

De igual manera, también es el hogar de las aves migratorias, que tienen aquí una zona de descanso clave en las rutas que unen Europa y África. Todo ello está en juego por la falta de agua, cada vez más y más escasa. «Al final se van a convertir en lagunas temporales, lagunas que se inundan cuando llueve mucho o en invierno, y se terminan secando en verano. Eso supone que hay especies que necesitan agua permanentemente y que van a desaparecer», incide Javier Bustamante. «Las especies que se pueden mover, como las aves, se desplazarán a otras zonas. En algunos casos, efectivamente, Doñana puede dejar de ser refugio para aves migratorias».

"Influyen mucho las extracciones de agua que se hacen desde el complejo turístico de Matalascañas"

Por lo pronto, esta sequía en Santa Olalla ya ha impactado de lleno en las poblaciones de anguila que vivían en ella junto a otros invertebrados acuáticos. Desde la Estación Biológica esperan que vuelva a recolonizar cuando la laguna vuelva a inundarse, pero las poblaciones que allí habitaban hasta ahora han desaparecido.

Otra especie afectada es la libélula, muy común en las marismas de Doñana y que ha disminuido considerablemente su presencia en este espacio natural.

Por el contrario, la escasez de agua está provocando la colonización de otras especies, lo que puede generar una alteración en el ecosistema natural.

«Se está acelerando su dinámica natural e incluso Santa Olalla se está empezando a colonizar con los tarays, que van germinando, y supongo que, si no se inundan periódicamente, irán avanzando y haciéndose árboles grandes, como ocurre en otras lagunas», señala Teresa Gill, responsable de Agua en Wold Wildlife Fund (WWF) , en alusión a esta especie de árbol autóctono que se está propagando demasiado.

Campo de golf cercano a Doñana

Campo de golf cercano a Doñana / Pinterest

«Es el típico árbol icono de Doñana donde están las aves durmiendo, pero es verdad que, una vez que estos árboles colonizan el humedal, cambian la lámina del agua y las comunidades vegetales de plantas acuáticas que pueden vivir en estos entornos, algunas protegidas a nivel europeo».

Esa colonización se ha producido, según Teresa Gil, porque estos árboles, aunque pueden vivir encharcados o semiencharcados, no pueden estar cubiertos de agua en los primeros estadios de crecimiento. Su excesiva propagación puede acabar siendo un problema grave para el conjunto del ecosistema.

Las aves disminuyen de forma drástica

Otro dato. El 83% de las aves acuáticas reproductoras, tanto migratorias como nidificantes, han reducido su población en el Parque Nacional entre 2004 y 2021. Es una cifra recogida por la Estación Biológica y que destaca Carlos Davila, responsable de la Oficina Técnica de SEO/BirdLife en Doñana.

«Que la marisma de Doñana esté seca y que haya permanecido así durante estos últimos años genera que la potencialidad de Doñana para albergar biodiversidad esté decreciendo», señala el biólogo de SEO. «Doñana está perdiendo esa potencialidad que tenía como ‘hot spot’, una parada tradicional en la ruta migratoria entre Europa y África», alerta.

Esa importancia como zona de descanso en los flujos migratorios de las aves se debe a que es (o era) de las pocas zonas donde queda agua disponible durante la temporada estival.

En cuanto a la invernada, esto es, la presencia de aves que provienen del norte y centro de Europa y que pasan el invierno en Doñana, Lavila recalca que entre 2021 y 2022 se han registrado «los peores datos de los últimos 20 años», con cifras muy bajas de gansos y de diferentes especies de anátidas, entre otros.

«Es algo normal, porque está asociado a que la marisma se encuentra completamente seca. Esa sequía asociada, esa sobreexplotación y la mala gestión de las aguas superficiales están provocando esta situación. Es la tormenta perfecta», agrega.

Además, la mala situación que arrastra Doñana desde hace años afecta directamente a aquellas especies en grave riesgo de extinción que acuden a este rico ecosistema para anidar y tratar de recuperar la especie.

Los pozos ilegales y el regadío influyen en la situación

Los pozos ilegales y el regadío influyen en la situación / Efe

Es el caso del pato malvasía, que el año pasado, por primera vez, no se reprodujo en el Parque Nacional. La focha moruna cumple ya tres años sin criar y el porrón pardo no se ha reproducido en este entorno desde el 2000 hasta la actualidad, salvo en una ocasión, en 2018.

«La situación es que estamos perdiendo el último refugio para especies gravemente amenazadas; la cerceta pardilla, que es un pato globalmente amenazado, se reproduce de una forma muy escasa y fuera del parque nacional», subraya el responsable de la Oficina Técnica de SEO/BirdLife en Doñana.

«El parque nacional está perdiendo las características que lo han hecho tan importante para albergar diversidad, especialmente para las aves acuáticas, aunque no solo ellas. Cuando se da una situación de estas caracteristicas, se está viendo deteriorado todo el ecosistema y muchas aves que no son acuáticas (aves rapaces, paseriformes…) también están sufriendo esto».

«Probablemente el año que viene los datos sean aún más alarmantes porque en todo el verano no ha habido agua, ahora mismo no hay, y como no empiece a llover, no sabemos qué van a hacer las aves», vaticina Teresa Gil, de WWF.

Todas las alarmas están encendidas: uno de los refugios más importantes de Europa está en peligro.

¿QUÉ HACER PARA SALVAR EL PARQUE NACIONAL?

Si en algo coinciden todos los expertos con respecto al Parque Nacional de Doñana y Reserva de la Biosfera es que necesita que se actúe urgentemente para paliar los «estragos» que la sequía y la mala gestión del agua está provocando en el ecosistema, tanto para las especies que viven de forma permanente allí como aquellas que están de paso.

«Hay cosas que no podemos remediar, como son el calentamiento global, que se incremente la temperatura y disminuyan las precipitaciones, y el ciclo de inundaciones y sequía de la marisma haga que el período de inundación sea más corto. Pero sí hay que cambiar de modelo, no podemos seguir creyendo que podemos legalizar pozos ilegales, hacer concesiones a nuevos regadíos... porque, sencillamente, agua no hay, y lo que tenemos que hacer es tomar las medidas pertinentes para no tirarla, que haya un caudal ecológico y para que Doñana sea sostenible con los modelos de desarrollo de su entorno», denuncia Carlos Lavila, de SEO/BirdLife.

«Nosotros queremos que tanto el ministerio como la Junta se pongan de acuerdo y adopten un plan de acción como el marco de acción prioritaria para el Mar Menor y que hagan un plan integrado de actuaciones que contemple cómo recuperar las necesidades hídricas que requiere Doñana para garantizar que tienen el agua necesaria para que estos hábitats sean resilientes» frente a la sequía y el cambio climático, opina Teresa Gil, de WWF.

Por su parte, el director de la Estación Biológica, Eloy Revilla, ya pedía en el comunicado de principios de mes que «se aceleren las medidas para eliminar las captaciones de aguas subterráneas de Matalascañas, y que, mientras tanto, se impongan restricciones al uso del agua en la urbanización, al menos en años en los que las lagunas se encuentran en situaciones tan extremas como este». Insistía Revilla en que «no puede ser que mientras se sigue regando el césped en Matalascañas, las lagunas de Doñana se sequen completamente».

Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es