Comportamiento animal

Así es el proceso ‘democrático’ de algunas aves para decidir cuándo volar

Las grajillas despegan todas a la vez cuando alcanzan "cierto nivel de consenso», según un estudio científico

Bandada de aves en vuelo.

Bandada de aves en vuelo. / Unsplash

Ramón Díaz

A primera hora de la mañana, grandes grupos de cientos o incluso miles de aves, que han permanecido posadas toda la noche en sus dormideros comunales, despegan juntas en repentinas salidas masivas. Estos arranques, perfectamente sincronizados, ocurren comúnmente en condiciones de poca luz y en hábitats complejos, en los que el acceso a las señales visuales suele estar restringido. ¿Cómo hacen las aves para coordinarse de tal manera sin verse? Los científicos han estudiado a las grajillas occidentales (Corvus monedula) y se han llevado una sorpresa mayúscula: estas aves utilizan un proceso ‘democrático’ para iniciar su vuelo al mismo tiempo. Lo hacen "por consenso", según recoge un estudio publicado en ‘Current Biology’.

Los investigadores han comprobado que las grajillas, cuando se acerca la hora de emprender el vuelo, empiezan a graznar. Lo hacen hasta que el ruido es lo suficientemente fuerte como para indicar "cierto nivel de consenso" en el grupo. Una vez alcanzado ese ‘acuerdo acústico’, alzan el vuelo en bandada.

Al igual que los humanos, los grandes grupos de animales usan procesos de toma de decisiones para superar sus diferencias individuales y alcanzar una especie de consenso democrático”, explica Alex Thornton, de la Universidad de Exeter y coautor del estudio.

La elección de la grajilla para el estudio no fue casual: es un córvido muy ruidoso y social, que forma refugios invernales de hasta muchos miles de individuos de diferentes clases de edad y colonias de reproducción.

Para entender el papel potencial de las vocalizaciones en la coordinación de salidas masivas, los investigadores recopilaron datos acústicos y de video durante los meses de invierno de seis dormideros en Cornualles (Reino Unido) y cuantificaron la intensidad de la vocalización antes e inmediatamente antes de que los grupos echaran a volar.

Salidas masivas instantáneas

Las salidas masivas ocurrieron siempre casi instantáneamente, siempre en menos de ocho segundos, e incluso en algún caso en solo un segundo. Además, las aves permanecieron en todo momento juntas en bandadas cohesionadas después de la salida, lo que sugiere «una decisión por consenso», concluyen los autores.

No obstante, las salidas se retrasaron en ocasiones por la lluvia o la niebla, por lo cual los investigadores concluyeron que los cambios en la magnitud de las llamadas sirven como fuente de información y sincronización.

Ejemplar de grajilla occidental.

Ejemplar de grajilla occidental. / Scott Wieman

Para verificar su hipótesis, los investigadores reprodujeron graznidos con altavoces intentando engañar a las grajillas y haciendo que echaran a volar antes de lo habitual.

El experimentó confirmó sus sospechas: lograron acelerar el inicio del vuelo unos seis minutos y medio por término medio. Y en las pocas ocasiones en las que los graznidos colectivos no fueron lo suficientemente potentes, las aves despegaron en pequeños grupos, en lugar de todos a la vez.

No hay duda: el momento de las salidas estuvo siempre relacionado con las llamadas dentro del dormidero. Algunas grajillas comenzaban a cantar mucho antes del amanecer, pero solo cuando graznaban casi todas las del grupo se iniciaba el vuelo en bandada.

"A través de sus llamadas, las grajillas parecen señalar efectivamente su voluntad de irse, brindando a grandes grupos un medio para lograr un consenso y realizar salidas colectivas y cohesivas del dormidero", resaltan los científicos.

Este sistema ‘democrático’ tiene múltiples ventajas. "Al establecer un consenso para abandonar el nido temprano y en grandes bandadas, las aves reducen el riesgo de depredación, facilitan el acceso a información útil sobre alimentación y a potenciales parejas, y alargan el tiempo disponible para alimentarse durante los días cortos y las duras condiciones de los meses de invierno», recoge el estudio.

Temor a las perturbaciones humanas

Las concusión finales son claras: «Nuestros datos de observación indican que el consenso se logra a través del efecto de acumulación de llamadas (excitación) hasta el punto en que se pueden desencadenar salidas colectivas masivas (activación). Nuestros experimentos proporcionan una fuerte evidencia de un vínculo causal entre las llamadas y el momento de las salidas masivas. Este trabajo proporciona información importante sobre los mecanismos que sustentan los movimientos masivos de grandes grupos de animales en condiciones naturales».

Nido de grajilla con huevos y un polluelo.

Nido de grajilla con huevos y un polluelo. / Patrick Clement

Los datos recogidos en este estudio se unen a los que ya había sobre ‘consenso acústico’ en otras dos especies, suricatas (Suricata suricatta) y abejas (Apis sp.), cuyos bailes incorporan señales acústicas. Solo que en estos dos casos anteriores se estudiaron grupos pequeños y con sus integrantes emparentados, algo que no ocurre en el caso de las grajillas.

Los autores afirman que sus experimentos proporcionan evidencia empírica "para la toma de decisiones por consenso mediada por la voz en grandes grupos de vertebrados".

Creen que especies como los grajos (Corvus frugilegus), los zorzales alirrojos (Turdus iliacus), los estorninos (Sturnus vulgaris) podrían actuar igual que las grajillas. Y se ha comprobado que los gansos (Anser sp.) y los cisnes (Cignus sp.) se llaman antes de moverse juntos.

La preocupación de los científicos es que las actividades humanas afecten también a la comunicación acústica en la naturaleza. “A medida que crecen los impactos humanos en la vida salvaje, es probable que las perturbaciones humanas, como la contaminación lumínica o acústica, afecten a la capacidad de los grupos de animales para comunicarse y llegar a decisiones consensuadas”, concluye Thornton.

Una especie muy social y ruidosa

Las grajillas son aves con una elaborada conducta social, que, tanto para reproducirse como para buscar alimento, se organizan en grupos ruidosos, según detalla la ‘Guía de las aves de España’, de Seo/BirdLife.

Estas aves, de plumaje negro y ceniza, crían en una gran variedad de lugares, desde cortados rocosos hasta viejos edificios, además de taludes y árboles huecos.

Grupo de grajillas en un parque de Londres.

Grupo de grajillas en un parque de Londres. / Mawwell Hamilton

A diferencia de otros córvidos, las grajillas manifiestan unos hábitos marcadamente vegetarianos, aunque durante la crianza de los pollos capturan una gran variedad de invertebrados y algún pequeño vertebrado.

Es abundante en España y se distribuye de manera bastante homogénea por toda la Península, de donde falta solo en buena parte del litoral cantábrico y los Pirineos. Es más escasa en Galicia, algunos puntos del valle del Guadalquivir y en ciertas comarcas de Cataluña y la Meseta sur. Falta en Baleares, Canarias y Melilla, aunque habita en Ceuta, como indica la guía de Seo/BirdLife.

Las poblaciones de esta especie para el conjunto de Europa se han estimado entre 5,3 y 29 millones de parejas, de las cuales se calcula que entre 420.000 y 530.000 viven en España.

Algunos autores han documentado desde hace un siglo una cierta expansión territorial de la grajilla, especialmente en Escandinavia y en Siberia. En España, por el contrario, los datos del programa SACRE de seguimiento de aves de Seo/BirdLife detectaron una ligera disminución de efectivos entre 1998 y 2005.

Informe de referencia: https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(22)00601-7

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