Biodiversidad

Las abejas no quieren vivir en 'desiertos agrícolas'

Un estudio sobre la abeja en Galicia confirma que los cultivos intensivos ahuyentan a estos polinizadores

Una abeja polinizando una flor

Una abeja polinizando una flor / Michael Roberts

Verónica Pavés

Las abejas son capaces de adaptarse a condiciones de vida de todo tipo. Con un cambio de color o instalando su hogar en lugares poco comunes, estos insectos tienen la habilidad de sobrevivir a las inclemencias provocadas por los incendios, las especies invasoras, los pesticidas y la pérdida de diversidad genética. Pero si hay un lugar en los que su resiliencia tiene un límite y donde es incapaz de sobrevivir, son los desiertos agrícolas. Las grandes áreas de agricultura intensiva con altos insumos de pesticidas y fertilizantes se han convertido en un entorno fatal para las abejas, mientras que las áreas seminaturales -incluso teniendo agricultura (siempre que sea extensiva)- duplica las probabilidades de supervivencia de estos insectos.

En una investigación realizada en Galicia en 2019, se descubrió que en las colonias rodeadas por más del 50% de hábitats seminaturales, al menos una de cada dos abejas conseguía sobrevivir al invierno. Por el contrario, en paisajes con menos del 25% de hábitat seminatural y, por lo tanto, con poco suministro de alimentos, la probabilidad de supervivencia era cercana a cero.

Abejas

Abejas / pixabay

"Fue este marcado contraste entre un medio casi natural y el desierto agrícola lo que nos permitió darnos cuenta de que el contexto del paisaje juega un papel tan importante en la supervivencia de las abejas", destaca Benjamin Rutschmann, investigador principal de este estudio publicado en la revista Biological Conservation.

El objetivo de este estudio era describir los insólitos lugares en los que se podían encontrar los nidos de abejas. Fue el español Alejandro Machado quien dio la idea a Rutschmann y su colega Patrick Khol, dado que había sido testigo de cómo prosperaban algunos enjambres de abejas en el interior de postes de electricidad huecos.

En los 274 postes que decidieron estudiar encontraron 29 colonias. En una segunda visita en marzo de 2020, descubrieron que 17 de estas colonias habían sobrevivido al invierno, "aunque no habían sido alimentadas ni tratadas contra los parásitos". Todas las colonias que vivían en los postes de energía eran miembros de la abeja ibérica, Apis mellifera iberiensis, por lo que llegaron a la conclusión de que en España la abeja melífera ha existido tanto como animal salvaje como ganadero hasta nuestros días.

Tras dos años de estudio y un total de 52 colonias de abejas observadas, “vemos que alrededor del 40% de las colonias sobreviven el invierno", informa Alejandro Machado, quien vive en la región. Pero la supervivencia de las abejas melíferas gallegas depende en gran medida de cuán natural sea el entorno. En los postes de energía rodeados de matorrales, brezales o bosques, muchas más colonias sobreviven al invierno que en los postes de energía ubicados en campos de cultivo intensivo.

Apoyo a la abeja negra de Canarias

De hecho, como mejor sobrevive la abeja es siendo un animal salvaje. Así lo ha hecho también en Canarias, donde se adaptó al entorno y al clima, tiznando su lomo de un color negro. Pero como la abeja melífera, esta especie endémica de las Islas Canarias también está sufriendo las consecuencias de la progresiva destrucción de los hábitats naturales.

A veces la naturaleza no es suficiente, y es necesario darles un empujón para que consigan sobrevivir. La isla de Tenerife es ejemplo de ello. El sector apícola lleva años trabajando en sus colmenas para evitar la desaparición de la abeja negra y un programa liderado por el Cabildo insular espera mejorar la fertilidad, analizar sus características y reducir posibles enfermedades de las abejas.

Abeja negra de Canarias

Abeja negra de Canarias / change.org

El Cabildo ha consignado una partida de 92.000 euros para la alimentación complementaria de las abejas, que irá destinada a combatir el déficit de floración ante el cambio climático, que se presenta con períodos de poca pluviometría y escasa floración. El consejero insular de Agricultura, Ganadería y Pesca, Javier Parrilla, puntualiza que serán las propias asociaciones las que elegirán el tipo de alimento que prefieren, y dicha cuantía se repartirá en función de las colmenas registradas en la isla.

Estudio de referencia: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0006320722000039?via%3Dihub