Así perjudicará el cambio climático a la producción de vino

Así perjudicará el cambio climático a la producción de vino

Así perjudicará el cambio climático a la producción de vino

El cambio climático marcará en las próximas décadas la denominación de origen de los vinos españoles y obligará a realizar las vendimias mucho antes de lo habitual. Con el aumento de temperaturas, las fechas de floración de la vid podrían adelantarse entre 3 y 6 semanas, mientras que las fechas de la vendimia, entre 2 y 2,5 meses, es decir, entre junio y julio.

El adelanto de la vendimia tendrá sus consecuencias en las características del vino. El aumento de la temperatura, que ya se ha elevado en algunos lugares hasta 2 grados de media, durante la temporada de crecimiento de la uva definirá cómo será el vino, es decir,  qué cantidad de azúcares tendrá al final de la maduración, qué aromas primarios y secundarios emitirá o cuáles serán  las cualidades de su sabor.

Un entorno más cálido romperá la personalidad final del vino. El aumento de temperaturas provocará que el contenido en azúcares aumente demasiado rápido, lo que, a su vez, obligará a recoger la fruta mucho antes para evitar que suba demasiado la graduación -legalmente no puede pasar de 15 grados-.

Esta recogida temprana, sin embargo, provoca que queden algunas partes verdes, como pueden ser las semillas, y que no se hayan alcanzado los niveles adecuados de los metabolitos secundarios, taninos y fenoles, que dan calidad al vino que se producirá.

Estas diferencias darán notas no deseadas al vino resultante y “saldrá perjudicado en catas enológicas”, como explica el investigador Jordi Sardans, investigador experto en metabolómica y consultor del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).

Así, el calentamiento global no sólo está poniendo en peligro determinadas regiones vinícolas, que tendrán que dejar cultivar ciertas variedades, sino que también está cambiando la composición de la uva y potencialmente del vino de las regiones que sí consiguen salir adelante.

Habrá que regar para compensar la reducción de agua

El cambio climático está configurando un gran reto para la agricultura, pues también incrementará las necesidades hídricas entre 2 y 3 veces más sobre los niveles actuales.

Ya lo advierte el informe de los expertos en cambio climático de la mediterránea MedECC, que afirma que a mediados de siglo habrá un 17% menos de disponibilidad de agua en el área mediterránea.

Si bien es cierto que la viña está considerada en buena parte un cultivo de secano -es decir, que no recibe más agua que la de la lluvia- , con la escasez hídrica será necesario buscar alternativas para mantener los cultivos vivos.

Una de ellas es el regadío. “Regar es la mejor estrategia para adaptarse al cambio climático, pero sólo cuando se disponga de agua y siempre que sea económicamente viable para una explotación”, insiste, por su parte, Robert Savé, investigador experto en viticultura del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA).

Por ejemplo, en Cataluña, como indica la Agencia Catalana del Agua (ACA), no hay agua en todo el territorio (de ríos, embalses, freáticos, regenerada …) y la principal fuente de agua de que dispone el sector es la de la lluvia, que cada vez será menos frecuente.

Adaptación climática para el vino

Ante estos posibles y probables impactos, los investigadores ya están buscando fórmulas para adaptar el cultivo a la nueva situación climática. En este sentido, apuestan por establecer estrategias a corto y a largo plazo.

Las de corto plazo contemplan las adaptaciones en las prácticas de cultivo, aparte del uso del riego deficitario, estaría el manejo y cobertura del suelo, la orientación de las filas de espalderas o la modificación de la arquitectura del dosel vegetal.

En el proyecto LIFE MIDMACC, los investigadores del IRTA han estudiado cómo adaptar la viticultura en la montaña media. En este sentido, han estudiado la posibilidad de establecer diferentes prácticas agronómicas, como el uso de cubiertas vegetales, la plantación en terrazas o costeros, la conducción en vaso o espaldera, afectan a la dinámica del agua en el suelo, a las sus características fisicoquímicas y la diversidad microbiana.

Por su parte, las estrategias de largo plazo se caracterizan por sus mayores costes, dado que conllevan a realizar cambios más profundos. Entre ellas se incluye la implantación y adaptación de otras variedades de vid que resistan mejor el estrés hídrico y térmico, el rediseño de la geometría de los viñedos y, en última instancia, la reubicación de los mismos en otras zonas.

Para ello, los investigadores están diseñando herramientas a partir de inteligencia artificial que permiten al agricultor tomar mejores decisiones. Se está desarrollando a través del proyecto VISCA, que es capaz de predecir en qué fase del calendario estará la viña durante los próximos meses o si se acercan eventos meteorológicos adversos (heladas, sequía, entre otros).

De esta manera, el agricultor introduce información de manera regular y puede prever, con las condiciones meteorológicas a medio plazo, cuáles serán las necesidades reales de la viña, con el fin de adelantarse y tomar mejores decisiones, tales como gestionar de forma más eficiente el riego, el aclareo de racimos, hacer podas selectivas de verano o organizar todo el sistema de cosecha para que esté listo para un día concreto.

Asimismo, es importante llevar a cabo estrategias que fomenten la resiliencia del cultivo, dado que, hoy en día, debido a su conservación, está contribuyendo aún más a empeorar el calentamiento global. Y es que las bodegas necesitan grandes cantidades de energía externa, como los combustibles fósiles para la maquinaria pesada y el transporte del vino, hacen un uso de fertilizantes y al mismo tiempo liberan gases de efecto invernadero.

Pero este fenómeno se puede revertir, porque lo cierto es que la viña por sí sola puede ser un aliado contra el cambio climático. El viñedo extrae de la atmósfera en las condiciones típicas de España entre 6 y 7 toneladas por hectárea y año de dióxido de carbono. Es lo que se denomina agricultura regenerativa, un sistema de cultivo que se centra en el suelo y en cómo mantenerlo “vivo”, que se aplica tanto a los cultivos de vid como en otros. Una de las medidas que giran en torno a esta técnica es la de labrar menos agresivamente y así evitar que se erosione el suelo, no se libere tanto de dióxido de carbono ni minerales.

Foto principal: Efe

Artículo de referencia: http://blog.creaf.cat/es/noticias/como-afecta-el-cambio-climatico-la-vina/

Más información: https://www.researchgate.net/publication/337533091_Godenau_2019_Cambio_climatico_y_sector_vitivinicola_en_Canarias_Vinaletras_7_Cuaderno_de_Cultura_y_Vino_Tacoronte-Acentejo/link/5ddcdd4c458515dc2f4dd939/download