Así eran las pioneras del fútbol femenino en Alcalá de Henares y su relación con Lola Flores
Marisa Gilabert fue una de las más rebeldes allá por 1971 en Alcalá, cuando un grupo de 15 jóvenes decidió jugar al fútbol y tuvieron que hacer frente a la mentalidad de la época

Pili, de amarillo. Marisa, la primera de la derecha en la fila de arriba. La tercera de su fila es Alicia, y le sigue Rosi. En la fila de abajo, entre el niño, están Manoli y Toñi / Ayuntamiento de Alcalá de Henares
Era algo impensable para aquella época, pero en 1971, en plena dictadura franquista, un grupo de 15 jóvenes de entre 16 y 18 años se armó de valor para decir algo que no había dicho ninguna mujer en la ciudad complutense hasta entonces: "queremos jugar al fútbol".
La idea surgió a raíz de que se hiciera "viral" por aquel entonces el partido benéfico que jugó Lola Flores ‘Folclóricas vs Finolis’. Se preguntaron: "¿Por qué no jugamos nosotras al fútbol?". Y con el "boca a boca" típico de aquella época, se reunieron unas cuantas mujeres valientes para "vestirse de corto" y empezar a jugar al fútbol. Y una de las más "rebeldes", como ella misma se describe, fue Marisa Gilabert, que jugaba de lateral y que nos ha contado toda la historia con pelos y señales.
Manoli, Toñi, Alicia, Rosi y Pili también fueron vitales. Y siempre es buen momento para recordar su gran hazaña y de la que hoy "recogen los frutos" las generaciones actuales.
Las 5 rebeldes que pusieron "patas arribas" Alcalá de Henares
- Marisa: alcalaína de "pura cepa", ahora tiene 70 años, fue administrativa, se casó con un militar y tiene dos hijas.
- Manoli: 71 años, casada y con dos hijos. Dedicó su vida a su familia.
- Alicia: 73 años y soltera, trabajó en centros comerciales toda su vida.
- Toñi: 68 años, era la más pequeña, tiene dos hijos y fue profesora en institutos.
- Rosi: 71 años, casada y con 5 hijos. Trabajó toda su vida como administrativa en Telefónica.
Les dejaron jugar, pero de qué manera...
Tras insistir mucho, el Alcalá les dejó entrenar en su campo. Pero después de los chicos, a las diez de la noche, sin botas, con el balón en peor estado y con la camiseta sin escudo, como se aprecia en la imagen principal. De hecho, llegaban de madrugada a casa tras entrenar. Pero para ellas era un entretenimiento: "Nos lo pasábamos de cine. Era muy divertido", explica. E incluso llegaron a tener un entrenador, que "lo hacía también gratis. Nos quería ayudar y eso le honra mucho", nos detalla la alcalaína. Y lo mismo pasaba con los árbitros; realmente no era un árbitro, sino que "arbitraba el primero que llegaba", explica.
Mis padres me decían que estaba loca, pero yo les decía que era mi vida
Hasta que llegó el gran día. Se formó una especie de liguilla con equipos de los alrededores y debutaron en el antiguo campo del Alcalá, que "se llenó hasta la bandera y aquí el Alcalá vio un filón. El masculino no lo llenaba y nosotras lo hicimos en el primer partido. Pero no asistieron para vernos, sino para insultarnos. Nos decían de todo. Pero nos daba igual. Solo queríamos jugar", explica Gilabert.

El antiguo campo del Alcalá se llenó hasta la bandera... pero no por motivos meramente futbolísticos / Ayuntamiento de Alcalá de Henares
Lejos de achantarse, entre algunas de las más rebeldes como Marisa decían "nosotras estamos por encima de todo esto. Tenemos que seguir jugando", nos cuenta.
Para nosotras el día del partido significó un antes y un después en nuestra vida. Nos reconocían y señalaban por las calles de Alcalá
La mentalidad era tal, que en una ocasión hasta les "boicotearon" el autobús. Llegó un punto en el que la federación le pidió al club que las jugadoras tenían que estar federadas y desde el Alcalá no lo vieron viable económicamente. Y aquí acabó el sueño de las pioneras del fútbol femenino en Alcalá, que hoy goza de buena salud con equipos femeninos como el CD Avance, Complutense o el del propio Alcalá. Aunque, como la propia Marisa nos afirma, "nos hemos quedado con el remordimiento de no haber podido ser un equipo de verdad. Era nuestro derecho".
Siempre me ha dado pena especialmente por Toñi, que era muy buena jugando al fútbol. La quisieron hasta fichar buenos equipos, pero su familia no le dejó
Cómo ve la pionera el fútbol femenino actual
Claro está que desde su época el fútbol femenino ha evolucionado muchísimo. Pero ella sigue viendo "una pequeña discriminación. Los directivos de los clubes tienen que apostar más por ello". Aunque, más allá del nivel profesional, sí que ha visto una evolución: "Me pone muy contenta que antes en el colegio era imposible jugar todos juntos y ahora mi nieta me cuenta que juega con los chicos", detalla entre una sonrisa.

En 2024 recibieron un merecido homenaje por el Ayuntamiento de Alcalá. De izquierda a derecha: Marisa, Manoli, Alicia, Toñi y Rosi. / Ayuntamiento de Alcalá de Henares
Y solo queda decir gracias a Marisa y al resto de luchadoras. Hace muchos años que terminó el sueño de las "rebeldes de Alcalá", que ahora animan a las nuevas generaciones a "seguir luchando, que no les condicionen el jugar al fútbol por el simple hecho de ser mujeres".
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