EXCLUSIÓN SOCIAL
Madrid es la segunda comunidad con menor riesgo de pobreza, pero encabeza la tasa de desigualdad
Pese a ser la tercera región con mayor riqueza per cápita, la Comunidad presenta una de las mayores tasas de exclusión social, según Cáritas

Turistas junto a una persona sin hogar en Madrid. / EFE / JULIO MUÑOZ

El IX informe sobre Exclusión Social y Desarrollo de España, elaborado por la Fundación FOESSA y Cáritas, refleja una realidad preocupante a nivel nacional: la clase media se está contrayendo en mientras crece la desigualdad. Cada vez más hogares españoles se están asomando a los estratos sociales más bajos tras "dos décadas de crisis encadenadas" y unas fases de recuperación insuficientes. Por lo que respecta a Madrid, se produce la paradoja de que, pese al alto nivel de riqueza y el relativamente bajo riesgo de pobreza, la tasa de exclusión social se ha elevado hasta rozar el 20%.
FOESSA bautiza esta situación como un caso de "riqueza ineficaz", en el que el buen desempeño económico no se traduce en cohesión social. Así, mientras la región ocupa la tercera posición en PIB per cápita (solo superada por País Vasco y Navarra), mantiene niveles de exclusión comparativamente altos para su renta y casi duplica la exclusión del País Vasco, territorio de similar riqueza. Tal y como refleja el estudio, la tasa total de exclusión social en la región ha pasado del 14,3% en 2018 al 19,6% en 2024.
Un contraste que permite concluir que "la incidencia territorial de la exclusión social no tiene una relación muy directa con el nivel de riqueza producida en cada territorio, ni siquiera con la calidad de vida alcanzada por la mayoría de la población", señala el informe. De la misma manera, "vivir en una comunidad con una calidad de vida alta tampoco garantiza la participación en esta para toda la población", apuntan los autores, como sucede en Madrid, donde el IMCV (Indicador Multidimensional de Calidad de Vida) superior a la media nacional convive con una incidencia de exclusión social por encima de lo que le correspondería.

Mapa de la desigualdad en cada comunidad autónoma. / FOESSA
Entrando en detalle, solo la mitad de la población de Madrid (49,9%) se encuentra plenamente integrada en la sociedad, mientras que más de un tercio (30,5%) está en una situación de integración precaria que podría cambiar a peor con relativa facilidad. Del casi 20% en situación de exclusión social, el 10,2% lo están en un rango moderado, mientras que el 9,4% se encuentran en la tesitura de exclusión severa, que no ha aumentado "significativamente" pese al incremento general.
Esta creciente desigualdad no se refleja directamente en un mayor riesgo de pobreza. Según el estudio , el indicador del riesgo de pobreza monetaria (AROP), que se mide comparando los ingresos con el umbral nacional, se ha mantenido prácticamente estable desde el 2008 (12,7%) hasta el 2023 (12,8%) - muy por debajo del 20% de media nacional y solo mejorado por País Vasco (10%)-, lo que sugiere que la exclusión no es solo cuestión de ingresos, sino de acceso a vivienda, empleo digno y redes de apoyo.
Vivienda y empleo: los motores que expulsan
A nivel nacional, el documento subraya que el alquiler “se ha convertido en una trampa de pobreza”: el 45% de quienes viven arrendados están en riesgo de pobreza y exclusión—el porcentaje más alto de la UE. Al mismo tiempo, la precariedad alcanza al 47,5% de la población activa, y más de un tercio de quienes sufren exclusión moderada o severa trabajan, lo que erosiona la histórica función integradora del empleo.
El deterioro de los vínculos comunitarios agrava este proceso de exclusión. Entre las personas en exclusión severa, el aislamiento—no tener a nadie a quien acudir—se ha quintuplicado desde 2018 y alcanza el 16,6% en 2024. El informe también detecta un empeoramiento de la salud mental: los diagnósticos de depresión, ansiedad o trastorno adaptativo afectan al 6% de la población general, pero superan el 12% entre quienes viven en exclusión severa.
Las brechas tienen rostro. FOESSA constata que casi la mitad de los hogares en exclusión grave están encabezados por mujeres (42%, +15 puntos desde 2007). Y aunque el 69% de quienes sufren exclusión son españoles, la tasa entre población de origen inmigrante se dispara al 47,4% y llega al 68% en el caso de personas extracomunitarias en situación administrativa irregular. El diagnóstico de fondo es inequívoco: "Vivimos en una sociedad ecológicamente vulnerable, anímicamente desasosegada y socialmente desgarrada”, denuncian las dos entidades.
Pese a todas estas dificultades, tres de cada cuatro hogares en exclusión severa activan estrategias de inclusión, como formarse y buscar empleo, pero chocan con barreras estructurales, señala el informe. "El mito de la pasividad de las personas en situación de pobreza y exclusión, esa idea de que viven de prestaciones sociales sin buscar soluciones o emprender acciones para su inclusión, es falsa", ha destacado durante la presentación Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación FOESSA y coordinador del informe, para quien "no fallan las personas, falla el sistema".
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