TRAMPANTOJO
Las columnas griegas que bordean el Manzanares no son lo que parecen: "Algunas tienen impactos de bala de la Guerra Civil"
Un total de siete columnas de estilo jónico, seis metros de altura y construidas en la década de los años 20, se elevan a orillas del río madrileño

Siete columnas de estilo jónico y seis metros de altura se elevan a orillas del río madrileño. / ALBA VIGARAY

No son lo que parecen. Como si de la Antigua Grecia se tratase, seis columnas se erigen a ambos lados del río Manzanares a su paso por el barrio de Casa de Campo. Son altas, delgadas y cuentan con un capitel prácticamente intacto. Sin embargo, al mirarlas desde arriba, se puede observar que no son más que un trampantojo. “No son columnas reales. Veríamos que tienen un gran agujero en el centro que desvela la función por la que se crearon”, explica Elena Hernando, directora general de Patrimonio Cultural y Paisaje Urbano en el Ayuntamiento de Madrid. Pero, ¿qué son entonces?
Son columnas, sí. Pero no unas cualquiera. “Surgieron cuando, entre 1914 y 1926 se revisaron las obras de canalización del río madrileño. Entonces se colocaron unos colectores que recogían las aguas residuales de la ciudad, situados a los laterales del cauce”, añade. Fue entonces, en plena década de los años 20, cuando estos pilares se erigieron. Se desconoce la fecha exacta: “Hacían falta unos respiraderos para que saliese el aire proveniente de estas aguas negras. En vez de construir una estructura meramente funcional, optaron por hacer una más estética, con este estilo tan esbelto que embellece la ciudad”.

Las columnas, propias de la civilización griega, son de estilo jónico, una evolución del dórico. / ALBA VIGARAY
Todo esto por unos malos olores, sí. Las aguas contaminadas quedaban almacenadas en estos colectores, ubicados, prácticamente, a pie de calle. Esto provocaba la filtración de hedores desagradables para los vecinos, por lo que se optó por una solución de altura. “Las columnas son realmente respiraderos o un sistema de ventilación. A través de ellas, que miden seis metros, los aires evacuaban a seis metros de altura y no afecta al bienestar de los ciudadanos”, relata Hernando. Los colectores del Manzanares, que llevan décadas sin utilizarse, se han ido retirando de la orilla del río y reubicando “adaptándose a los proyectos de urbanización que ha ido realizando el ayuntamiento desde entonces”.
De hormigón armado
Quedan seis columnas, emplazadas por parejas a los márgenes del río y con una distancia de 300 metros entre cada dúo. “Están enfrentadas en las calles Ribera del Manzanares y Aniceto Marinas y hacen un papel puramente estético, no queda nada de funcionalidad”, dice. Sin embargo, si caminamos unos metros hacia el margen izquierdo de la calle 30, a la salida del túnel en dirección a Méndez Álvaro y la carretera de Valencia, aparece un séptimo pilar: “Es la única no municipal, que ha quedado ahí olvidada desde aquella época. No sabemos a quién pertenece. Tenemos incluidas al resto en nuestro contrato de conservación de monumentos y están sometidas a revisiones periódicas”.
Todos los monumentos incluidos en este catálogo son examinados tres veces al año. “Su estado de conservación es bueno. Siempre que durante una inspección se cree necesaria una intervención, se programa. En el caso de estas seis columnas, se han realizado cinco actuaciones puntuales sobre ellas, que han sido de limpieza superficial y la eliminación de algún grafiti que se ha hecho sobre la misma. No se han tocado demasiado, ya que tienen buena resistencia. Se han ido limpiando para mantener su buen estado de conservación”, sostiene la directora. El material con el que están construidos estos pilares es hormigón armado, acabado con un basamento de cemento blanco.

Algunas de las columnas sufrieron impactos de bala durante la Guerra Civil española. / ALBA VIGARAY
Las columnas, propias de la civilización griega, son de estilo jónico, una evolución del dórico: “Cuentan con una basa sencilla, un fuerte estriado con 24 estrías y están rematadas en un capitel con dos volutas, una a cada lado. Las de estilo dórico son generalmente de menor altura y las corintias cuentan con un capitel mucho más decorado con temática vegetal”. Al estar incluidas en el inventario municipal madrileño, pueden gozar -todas menos la que se encuentra ubicada frente a la M 30- de una buena labor de mantenimiento. Sin embargo, jamás serán consideradas una obra de arte. “Por su origen, no los tratamos como elementos artísticos. Aun así, los conservamos porque no dejan de ser parte del patrimonio de la ciudad”, insiste.
Impactos de bala
El Ayuntamiento de Madrid desconoce cuántas columnas se erigieron inicialmente: “Tenemos constancia de estas siete, pero no sabemos si había más. Son de los años 20, ha pasado más de un siglo”. Al caminar a su alrededor, en algunas se pueden observar impactos de bala. “Son de la Guerra Civil y se preservan siempre en nuestros elementos patrimoniales como un testigo de la historia. Ocurre lo mismo en la Puerta de Alcalá, donde quedan balazos que se consideran parte de la historia de nuestra ciudad. Se conservan así y se mantienen tal y como las hemos hallado”. Desde el consistorio desconocen a qué corresponden las otras heridas que muestran estas columnas o quién mandó construirlas: “Fueron un recurso estético para una función necesaria. Una buena solución en un momento en el que parecían encajar en la estética española de la época.

Pese a que sus materiales, origen y conservación no sean los mejores, Madrid las protege como a cualquier otro bien patrimonial. / ALBA VIGARAY
Pese a que sus materiales, origen y conservación no sean los mejores, Madrid las protege como a cualquier otro bien patrimonial. “No destacan en nuestro catálogo, pues tenemos una ciudad con tantos monumentos en la vía pública de tantísimo valor que, estas columnas de hormigón, no son lo que más llama la atención. No obstante, hay que protegerlas con la misma rigurosidad y cuidado. Desconocemos si hay más respiraderos como estos en otras partes de la capital o de España, ya que no hay apenas información al respecto, pero son un testigo de la historia curioso”, asegura. Ahora, cada vez que un forastero camine a su alrededor, pensará que vienen de épocas romanas o griegas que Madrid ni siquiera vivió.