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MÚSICA

La sangre a Viva Suecia debida: un concierto sin piedad ni anestesia en el Movistar Arena

Rafa Val y los suyos lideraron una catarsis emocional frente a 16.000 almas en su regreso a Madrid: presentaron ‘Hecho en tiempos de paz’, su quinto álbum

Rafa Val, líder de Viva Suecia, en el Movistar Arena de Madrid.

Rafa Val, líder de Viva Suecia, en el Movistar Arena de Madrid. / RICARDO RUBIO

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Madrid

En todas las canciones de Viva Suecia hay sangre desparramada. Resultan tan viscerales, tan puntiagudas, que es inviable no hacerse heridas al escribirlas. En ellas están coaguladas las luces y sombras que la banda lleva 12 años viviendo. Y, claro, al escucharlas, es imposible que ciertos cortes no se abran. A sus conciertos hay que ir con la idea de que, aunque piquen, incluso supuren, sus letras van a salpicar. Así que, ante tal cantidad de glóbulos y recuerdos, ojo, lo mejor es empaparse bien la cara. Anoche, sin piedad, regaron el Movistar Arena con tanto plasma que la estampa quedará para el recuerdo.

La primera sajada llegó con Dolor y gloria. Con su contundencia habitual, Rafa Val y los suyos se plantaron sobre el escenario en modo catártico. Guitarras afiladas y baterías punzantes se abrieron paso entre el público para, en el momento menos pensado, ahí, levantar la tirita. Hablan de la vida con la claridad de quien ha sobrevivido para contarlo. Son sinceros, implacables en sus relatos. Ahí están las crudísimas La orilla, A dónde ir y Lo siento, con las que arrancaron su actuación en Madrid. Sonaron tan sinceras que fue difícil no verse reflejado en ellas.

Viva Suecia desgranó 'Hecho en tiempos de paz', su quinto álbum.

Viva Suecia desgranó 'Hecho en tiempos de paz', su quinto álbum. / RICARDO RUBIO

“Esta noche estamos rodeados de familias y amigos que nos siguen desde el principio. Otros lo hacen desde esta semana. Nos da igual, solo podemos daros las gracias” dijo un Rafa Val en efervescencia. La banda desmenuzó Hecho en tiempos de paz, su último álbum, el quinto. Tal vez, el más compacto de su carrera. Y, ahora, tras tocarlo por primera vez en directo, hay que reconocer su valentía: se juntaron en 2013 para hacer canciones bonitas y, una década después, curtidos en la escena, su sueño sigue intacto. No se han dejado avasallar por la industria, siguen componiendo por el puro placer de inmortalizar el mundo. Y no sólo eso: lo hacen sin renunciar al sonido que les volvió únicos.

Viva Suecia ha reunido a 16.000 personas en el Movistar Arena de Madrid.

Viva Suecia ha reunido a 16.000 personas en el Movistar Arena de Madrid. / RICARDO RUBIO

Junto a Arde Bogotá y Alcalá Norte, Viva Suecia se ha convertido en uno de los grupos clave del rock indie en España. Sobre todo, gracias a un cancionero que rebosa calidad y actitud. Algo que quedó patente cuando se atrevieron con recuperaron La voz del presidente y Justo cuando el mundo apriete. Para entonces, el gallinero ya estaba en comunión absoluta con los cuatro. Rafa, de negro, con su pañuelito rojo anudado al cuello, no dejó de moverse de un lado para otro. Corrió, saltó. Mantuvo el éxtasis de principio a fin. Supo cómo gestionarlo sin que su voz se viera afectada en ningún momento. Es, sin duda, uno de los mayores patrimonios de la formación: grave, densa, áurica.

Nuevas latitudes

No faltó complicidad entre ellos. En especial, durante las partes instrumentales: se dedicaron miradas y risas mientras diseccionaban con holgura su repertorio. Vibraron frente a un aforo que, aunque ya acostumbrado a verles en acción, en esta ocasión, descubrió que el tiempo les ha sentado de fábula. Incluso, por qué no, venga, les ha vuelto más interesantes. Hubo temas del pasado que, hoy, a sus 37, han ganado enteros. “Espero que nunca nos acostumbremos a esto. No sé cuántas veces más lo volveremos a vivir. Estamos más nerviosos que la anterior”, sostuvo levantando el puño hacia unas gradas que no dejaron de corear su nombre.

Rafa Val, en un instante del concierto de Viva Suecia en Madrid.

Rafa Val, en un instante del concierto de Viva Suecia en Madrid. / RICARDO RUBIO

Entre sus últimos títulos hay algunos que, como Mala prensa, por ejemplo, se abren a latitudes poco exploradas por Viva Suecia. Sin embargo, supieron reconducirlos tras subirlos a las tablas. Es aquí, precisamente, donde el grupo rueda mejor. Sin corsés ni ataduras, hicieron de Querer y Deja encendida una luz dos gritos a la altura de El bien y No hemos aprendido nada. Es posible que, dentro de un par de años, cuando regresen a Madrid para finiquitar la gira, se hayan convertido ya en himnos. Porque ellos, ante todo, ejem ejem, saben como pocos dejar huella. Aunque sangre.