Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

EN CUATRO INSTITUCIONES MADRILEÑAS

Una ambiciosa exposición para limar asperezas entre España y México, disculpa de Albares incluida

La muestra La mitad del mundo. La mujer en el México indígena, que reivindica el papel cultural y social de la mujer en las culturas ancestrales mexicanas, es el instrumento elegido por ambos países para rebajar la tensión diplomática de los últimos meses

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, preside la inauguración de la exposición 'La mitad del mundo. La mujer en el México indí­gena' este viernes 31 de octubre.

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, preside la inauguración de la exposición 'La mitad del mundo. La mujer en el México indí­gena' este viernes 31 de octubre. / Gustavo Valiente - EP

Madrid

A las 13 horas de hoy se inauguraba en la sede madrileña del Instituto Cervantes La mitad del mundo. La mujer en el México indígena, una ambiciosa exposición que, por su complejidad, requiere de cierta explicación previa. Aunque se trata de una sola muestra, se localiza en cuatro sedes diferentes, una de las cuales —Casa de México— ya hizo su propia inauguración a principios del mes de octubre y otra —el Museo Arqueológico Nacional— aún no ha concluido el montaje.

La razón tal vez responda a que la exposición, surgida a iniciativa de Claudia Sheinbaum, comenzó a organizarse en febrero de este año, lo que ha provocado que algunos de los museos participantes —que suelen cerrar sus calendarios con mucho más tiempo de antelación— tuvieran dificultades para encajar las piezas en su programación. Además, aunque el Ministerio de Cultura ha aportado dos de los museos bajo su administración —el Arqueológico y, en cierta manera, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza—, el organismo que ha llevado la voz cantante en todo el proceso ha sido el Ministerio de Asuntos Exteriores Unión Europea y Cooperación, a través de Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y del Cervantes. De hecho, a la inauguración no ha asistido Ernest Urtasun, titular de la cartera de Cultura, sino José Manuel Albares, titular de la de Exteriores, principal afectado por la petición de Sheinbaum de que el Estado español pidiera disculpas por los abusos cometidos durante la conquista.

Que esta exposición es mucho más que una mera cita cultural lo han ratificado los propios oradores que han intervenido en la inauguración. Entre ellos, Ángeles Albert, directora general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes; Quirino Ordaz, embajador de México en España; Antón Leis García, director de la Aecid; Diego Prieto, antropólogo y hasta julio de 2025 director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia y el propio Albares, que ha llegado tarde a la cita, según los organizadores, porque Karina Romero, comisaria de la muestra y cuyo perfil era el único puramente cultural, ha sido excesivamente breve en su alocución.

Karina Romero, comisaria de la muestra, entre algunas de las piezas que se exponen en el Museo Thyssen.

Karina Romero, comisaria de la muestra, entre algunas de las piezas que se exponen en el Museo Thyssen. / Cedida

Mientras que el resto de invitados se alargaron agradeciendo a todas las instituciones, equipos y personas implicadas en su trabajo y lanzaron mensajes en pro de las buenas relaciones entre México y España, sin olvidar también el objeto de la muestra —las mujeres indígenas, la importancia de su trabajo, su legado y su papel a la hora de preservar el conocimiento y la necesidad de lograr una igualdad entre géneros—, Romero se limitó a leer una cita de una de esas mujeres —una artesana amuzgo de Oaxaca que reflexionaba sobre la historia y su renovación permanente para preservar la vida— y destacó que la muestra no es sobre culturas arqueológicas, sino sobre culturas vivas. Solo eso. Y, claro, el ministro, sin llegar.

Lo importante

Albares era, sin duda, el deseado. Si bien a lo largo de toda la mañana se había realizado una visita guiada a las cuatro sedes de la muestra con los periodistas culturales, al acto del Cervantes se sumaron, además de los invitados, profesionales de otras áreas de información. No era para menos. De no haber sido por la demora, el ministro de Exteriores habría podido escuchar a Diego Prieto leer una carta de Claudia Sheinbaum en la que la presidenta de "los Estados Unidos" —Prieto no dijo de México, como tampoco Trump dice "of America"— reconocía la importancia cultural de "las mujeres, el maíz y el cosmos". Esas mujeres pertenecientes a las civilizaciones originarias que existen desde hace milenios, desde mucho antes de que los europeos llegasen a América y que, a día de hoy, siguen existiendo y preservando su cultura, como demuestran las más de sesenta lenguas indígenas vivas que hablan y que transmiten a las nuevas generaciones.

Una historia, la de estas mujeres, afirmaba Sheinbaum en boca de Prieto, que también tiene heridas provocadas por un proceso que no fue entre iguales y que resultó especialmente doloroso para las que las precedieron. Esa mitad del mundo cuyo arte y resistencia se celebra en la exposición que, decía la presidenta, invita a que se mire con otros ojos, se escuche con otros oídos y se sienta con el corazón.

Piezas de 'La mitad del mundo' expuestas en el Museo Arqueológico Nacional.

Piezas de 'La mitad del mundo' expuestas en el Museo Arqueológico Nacional. / Cedida

A pesar de no haber podido escuchar la carta de Sheinbaum, Albares tenía claro cuál era el motivo de su presencia hoy en el Instituto Cervantes y lo que tenía que decir. Comenzó hablando de las buenas relaciones entre España y México en materias como la cultura, el comercio —"España es el segundo mayor inversor en ese país después de EEUU"—, la importancia de la comunidad mexicana en España, tanto de trabajadores como de estudiantes, habló de los recientes Premios Princesa de Asturias al Museo Nacional de Antropología de México y a la fotógrafa Graciela Iturbide –dijo Gabriela, pero todo el mundo se equivoca, también Felipe VI dijo José Luis Borges— y continuó dando las gracias al país amigo por la acogida que el gobierno de Lázaro Cárdenas dio a los exiliados españoles después de la Guerra Civil.

Llegado a ese punto, comenzó a hablar de que, como todas las historias humanas, la de México y España ha tenido dolor. Un dolor que ha sido especialmente sufrido por los pueblos originarios, por lo que "justo es reconocerlo y justo es lamentarlo". Lo importante ya estaba hecho y dicho. De hecho, la respuesta de Sheinbam no se ha hecho esperar. La presidenta mexiana ha valorado como "muy importante" la declaración del ministro español. "El primer paso", ha añadido la mandataria mexicana en referencia a ese perdón que viene demandando que pida España.

Una exposición histórica

Más allá de las cuestiones políticas y diplomáticas, La mitad del mundo. La mujer en el México indígena es una de las mejores propuestas culturales que se podrán disfrutar en la capital en los próximos meses. Tanto por la importancia de las piezas, muchas de las cuales nunca antes han salido de México, como por la propuesta expositiva.

Dividida en cuatro apartados, tantos como sedes, la muestra aborda lo divino, lo humano, los linajes y las artes textiles, enfocadas no tanto desde lo ornamental como desde la importancia que tienen a la hora de narrar, documentar y transmitir conocimientos de la comunidad.

Vista de la sala de la parte de la exposición 'La mitad del mundo' que se exhibe en la Fundación Casa México.

Vista de la sala de la parte de la exposición 'La mitad del mundo' que se exhibe en la Fundación Casa México. / Cedida

La Fundación Casa de México en España es el lugar en el que se encuentran las piezas relacionadas con el ámbito espiritual de las culturas indígenas mexicanas. Unas obras que reproducen elementos de la cosmogonía de esas comunidades, la cual se manifiesta en la noción de dualidad del cosmos —expresada en los conceptos de lo femenino y lo masculino—, la idea del cuerpo humano como repositorio de energías invisibles conectadas con la totalidad —que exige un cuidado que preserve el equilibrio entre todos sus elemento— y, por último, la importancia de la mujer como representación de las deidades relacionadas con la fertilidad, las cosechas y el ciclo de la vida.

Por su parte, el Museo Arqueológico Nacional acoge aquellas piezas relacionadas con el ámbito humano, prestando especial atención a la vida cotidiana y al poder. Objetos, estatuillas, máscaras y herramientas que relatan cómo en algunas de las sociedades indígenas, la mujer no tuvo un papel pasivo o estuvo relegada a la crianza y las tareas domésticas, sino que ostentó puestos jerárquicos. Por ejemplo, la hechicería, el chamanismo o cargos políticos y militares que, en algunos casos, se mantuvieron durante el virreinato, y que les permitían tener el control y la administración de un territorio.

El linaje y el poder también están representados en la pieza que expone el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza —institución de origen familiar con profundas raíces en ambos conceptos—. Nada menos que la Señora Tz’aka’ab Ajaw, conocida como la 'Reina roja' de Palenque debido al concinabrio, un polvo rojo intenso que simbolizaba la vida y la renovación, con el que fue cubierto el cuerpo de esta dama principal cuando fue enterrada alrededor del año 672. La tumba, descubierta siglos después, contenía, además del cuerpo principal, el de dos personas más —una mujer y un niño de unos nueve años— sacrificados para la ocasión, así como un ajuar mortuorio compuesto por joyas, una máscara de malaquita, así como recipientes con tamales y chocolate, alimentos necesario para el tránsito a la otra vida.

Máscara de la Señora Tz’aka’ab Ajaw, la 'Reina Roja' de Palenque, una de las joyas de la exposición.

La 'Señora Tz’aka’ab Ajaw', la 'Reina Roja' de Palenque, una de las joyas de la exposición. / Cedida

Por último, el Instituto Cervantes recibe Historias Tejidas, una colección de piezas, seleccionadas por Karina Romero y Arturo Gómez, experto en textiles del Museo Nacional de Antropología de México, que muestran la relación de la mujer, no solo con el hecho mismo de tejer, sino con la tarea de preservar la memoria de la comunidad a través de esos mismos textiles. Unos trabajos que transmiten leyendas relacionadas con el origen del mundo, la aparición de la agricultura o los diferentes tipos de maíz, y que cuentan también cosas sobre su propia historia, al incorporar técnicas o tejidos procedentes de otras culturas —como la seda o los bordados frente al algodón, la lana y los patrones geométricos—, de igual manera que sucede con los extranjerismos que se cuelan en una lengua oral.

De hecho, como ha advertido Karina Romero repetidas veces a lo largo de la presentación de hoy, las culturas indígenas mexicanas no son algo del pasado sino del presente. Son realidades que continúan vivas y en transformación hasta el punto de seguir practicando, a día de hoy, ritos como las ceremonias de parto comunitarios, representadas en una de las piezas expuestas en el Museo Arqueológico. Tanto es así, que varias de las obras que se muestran en La mitad del mundo. La mujer en el México indígena han tenido que ser cedidas, no por el gobierno mexicano o su ministerio correspondiente, sino por las propias comunidades que las atesoran y, en algunos casos, las siguen utilizando para los fines que fueron creadas hace siglos.